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  • Las huellas borradas. Estudio lexicométrico de cuatro autoras del 27: Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Josefina de la Torre y Concha Méndez
  • Francisco José Sánchez García

El presente artículo parte de una premisa singular, y bastante infrecuente ya que nos proponemos monitorizar la calidad expresiva del discurso literario, tratando de trascender los tradicionales análisis impresionistas para atisbar resultados objetivos. Hemos desarrollado esta línea de investigación en otros trabajos, como el realizado sobre la riqueza léxica de una selección de autores de la generación millennial (en el que venía a demostrarse que el éxito de algunos jóvenes que difunden su obra a través de las redes no iba de la mano de la riqueza léxica). Sobre esa base, entendíamos que era imprescindible profundizar en el estudio lexicométrico de otros autores y periodos centrándonos especialmente en poetas consagrados; así que sometimos al mismo análisis a una selección representativa de la generación del 80, obteniendo resultados también muy interesantes, que nos animaban a seguir indagando en la riqueza léxica de los poetas del canon. Por esa razón, nos parecía que este método podría resultar especialmente útil para sondear la obra de algunas escritoras que, por diversas razones, no han gozado del reconocimiento y la visibilización que merecen.

En los últimos años abundan los estudios dedicados a la reivindicación de la obra de relevantes figuras femeninas de la generación del 27 que, por criterios ajenos a la calidad de sus versos, fueron excluidas sistemáticamente de las antologías donde se insertaban hasta los menos significativos de sus coetáneos. Como ya apuntaba Remedios Sánchez García:

se siguen necesitando estudios de poesía de mujeres porque las poetas siguen sin tener el espacio en los manuales y en los estudios que el canon, el nuevo canon de una ideología no totalitaria no patriarcal, debiera otorgarles. No por género, no por sexo, repetimos: por calidad. La cultura [End Page 27] dominante mantiene todavía su estatus estableciendo diferencias u oposiciones y, mediante el ritual de la división se llega a la exclusión, condenando un polo del enfrentamiento binario al silencio y al confinamiento social.

("Canon escolar" 51)

Nuestra aportación viene a complementar esos trabajos desde una perspectiva lingüística. En la línea de trabajos anteriores, con este artículo buscamos profundizar en el estudio del lenguaje poético desde una aproximación sistemática estrictamente lexicológica. Sirviéndonos de una metodología cuantitativa, nos hemos propuesto analizar el nivel léxico en la obra de cuatro de las principales poetas de este grupo, Concha Méndez, Ernestina de Champourcín, Josefina de la Torre y Rosa Chacel, a fin de contrastar su discurso con el de los referentes masculinos del 27, de un modo riguroso y ajustado a parámetros tangibles y objetivables.

Llegados a este punto, es ineludible preguntarnos si es posible (y hasta qué pun-to lo es) medir la riqueza del vocabulario de las obras poéticas, y en qué medida estos indicadores objetivos son evidencia de su calidad. En el caso que nos ocupa, puede resultar de gran interés ofrecer una panorámica de autoras de la misma generación, a fin de buscar diferencias observables entre ellas, y también con respecto a los poetas canónicos del 27 (todos varones) que ocupan un lugar preeminente en todas las compilaciones poéticas de la denominada Edad de Plata de las letras españolas y, por ende, sí que fueron considerados parte del canon desde el principio.

Como señala muy agudamente María Rosal Nadales, incluso los antólogos más favorables a la difusión de la poesía femenina han considerado la obra de las mujeres con cierta condescendencia (139). Son muy ilustrativas las palabras de Martínez Redondo:

Son mujeres sencillas quienes escriben su sencilla poesía en las sencillas provincias de España. Aunque a uno esto le parece estupendo por dos razones: una, porque la mujer le es algo particularmente simpático...

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