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Cuadernos de historia (Santiago)

On-line version ISSN 0719-1243

Cuadernos de Historia  no.46 Santiago June 2017

http://dx.doi.org/10.4067/S0719-12432017000100015 

RESEÑAS

 

Enrico Tuccinardi y Salvatore Mazzariello
Architettura di una chimera. Rivoluzione e complotti in una lettera dell’anarchico Malatesta reinterpretata alla luce di inediti documenti d’archivio

Mantua (Italia), Universitas Studiorum, 2014, ISBN 978-88-97683-72-8, 184 pp.

 

Vasta es la obra crítica consagrada a la figura del anarquista italiano Errico Malatesta y a su rol en el movimiento libertario peninsular e internacional, y con razón. Malatesta es un personaje clave para comprender el anarquismo italiano desde sus mismos orígenes hasta la lucha contra el fascismo, aunque su influencia está lejos de limitarse a su solo país de origen y a sus años en vida. Si bien fue sobre todo activista y propagandista, su legado intelectual y teórico, esparcido en centenares de periódicos y folletos ácratas a lo ancho de todo el mundo, ha sido y sigue siendo un punto de referencia fundamental para entender el pensamiento y la acción anarquistas, especialmente del así llamado anarquismo social o socialismo anárquico. En este contexto, el libro de Tuccinardi y Mazzariello constituye un evento importante en el curso del análisis de la herencia malatestiana. A partir de un minucioso ejercicio de microhistoria apoyado, entre otras, en inéditas fuentes policiales de origen francés, la obra reconstruye las circunstancias que dieron origen a una carta del anarquista campano1, la que, releída bajo una óptica "decodificadora", lo resitúa en el contexto de una lucha antimonárquica subversiva y conspirativa, desmitificando al personaje y otorgándole una mayor complejidad, tensión y dinamismo a su acción política.

Architettura di una chimera inicia presentando la carta de Malatesta, fechada en Londres el 18 de mayo de 1901 y dirigida a un compañero desconocido, identificado luego por los autores como Felice Vezzani, pintor ácrata entonces residente en París. La carta, citada sin mayor trascendencia en muchos trabajos sobre el anarquismo italiano y sobre el mismo Malatesta, aunque no muy extensa, es riquísima en aspectos más bien crípticos, lo que ha llevado a sus estudiosos a pasar por alto hechos y personajes referidos tangencialmente en la misiva y, en consecuencia, a no reconocer los contenidos precisos del mensaje. Esta correspondencia fue escrita diez meses después del homicidio del rey de Italia a manos del anarquista Gaetano Bresci, quien actuó para vengar la feroz represión de las protestas populares que se sucedieron en varias ciudades de la península en el curso de 1898. Víctima de esa misma represión, en enero de ese año Malatesta había sido detenido en Ancona, donde dirigía el periódico L’Agitazione, y después de siete meses de cárcel fue relegado a la isla de Ústica y luego a Lampedusa. De esta última escapó en abril de 1899, pasando por Tunisia, Malta y Londres, antes de dirigirse a Estados Unidos. En esta conyuntura, y tras asimilar la amarga experiencia del movimiento popular, el activista operó un giro en su estrategia revolucionaria, postergando la anhelada insurrección propiamente libertaria en favor de un movimiento subversivo que convocara a un más amplio espectro de actores políticos y cuyo factor común fuera la lucha contra la monarquía de los Savoia y su orden represivo. Antes de atravesar el Atlántico, Malatesta dió a la imprenta el folleto Contro la Monarchia (Appello a tutti gli umomini de progresso), primer testimonio de su cambio estratégico, y luego, en su gira de propaganda por Estados Unidos, insistió en la idea de una insurrección antisabauda en alianza con otros partidos revolucionarios.

De aquí las dos hipótesis que guían el trabajo de Tuccinardi y Mazzariello: la primera, que Malatesta, en consonancia con su cambio estratégico, habría estado de acuerdo con el regicidio, al concebirlo como el punto de arranque de una eventual insurrección; y la segunda, que el atentado no habría sido un acto aislado, sino el resultado de un "amplio sistema de intereses convergentes" que involucró a anarquistas, socialistas, radicalsocialistas parlamentarios y ámbitos borbónicos ligados a María Sofía, exreina de Nápoles2.

El libro se estructura en siete capítulos que van develando progresivamente la trama que escondía la misiva, haciendo emerger algunos hechos puntuales, los personajes involucrados y las relaciones entre éstos. El primer capítulo presenta el texto íntegro de la carta, mientras el segundo describe en detalle las redes de espionaje y vigilancia con los que, a inicios de 1900, contaban en París la policía italiana y el embajador de la península, poniendo especial énfasis en dos anarquistas que servían de informantes a la policía italiana. El tercer capítulo trata del grupo ácrata italiano residente en la capital francesa durante esos años y, en particular, de las redes tejidas en torno a Felice Vezzani, su referente. El siguiente narra las peripecias de la llegada de la carta de Malatesta a Roma, robada por los espías cercanos a Vezzani, enviada a la Dirección de Seguridad Pública, luego fotografiada y finalmente devuelta a su dueño. Los dos capítulos siguientes se consagran a los napoletanos Oreste Ferrara y Angelo Insogna, personajes clave de la carta de Malatesta, así como a su participación en los planes de los anarquistas y a su relación con María Sofía, exreina de las Dos Sicilias y eventual financista de la empresa subversiva. El último capítulo, finalmente, reflexiona sobre los eventuales nexos entre Malatesta y María Sofía –la Signora en la carta del campano–, sobre su complicidad en los proyectos de una revuelta en Italia y su eventual colaboración con el regicidio. El libro presenta, además, varios anexos documentales de particular interés para la investigación y varias fotografías de los protagonistas. En síntesis, un riquísmo trabajo de microhistoria, abundante de detalles, de una exhaustiva reconstrucción de los acontecimientos y del lugar que ocuparon en ellos sus protagonistas, apoyado en un importante número de fuentes policiales y diplomáticas conservadas en varios archivos italianos y parisinos, además de algunas obras testimoniales de inimaginable alcance para el estudio.

Más allá de los personajes que forman parte de la trama conspirativa –apenas nombrados en la misiva de Malatesta pero lúcidamente identificados por Mazzariello y Tuccinardi–, los autores sostienen que una lectura atenta de la carta permite reconocer dos planes entrecruzados: una insurrección en Italia, por un lado, y l’affare sicuro, por el otro, más contingente e inmediato pero preparatorio para el proyecto de más largo respiro. Para apoyar su tesis, los autores contrastan las fuentes diplomáticas italianas con las fuentes policiales francesas, sosteniendo que Malatesta y el anarquista francés Charles Malato habrían visitado a María Sofía en su residencia de Neuilly, cercana a París, en febrero de 1901, aprovechando de coordinarse con los compañeros italianos de esa ciudad y de encargar a Insogna, funcionario de la exreina, viajar a Roma para contactarse allí con parlamentarios socialistas y activistas ácratas. Estos documentos permiten a los autores resucitar la hipótesis de Benedetto Croce, de 1926, sobre los contactos entre Malatesta y María Sofia para la liberación de Gaetano Bresci, entonces condenado a cadena perpetua en la isla de San Esteban, en la región del Lazio, acusación que en su momento el mismo Malatesta se encargó de desmentir. A pesar de esto, los autores insisten en que la evasión de Bresci, l’affare sicuro de la carta, fue concebida por los anarquistas como un eventual golpe a la represión monárquica, lo que habría demostrado la posibilidad de derrotar al Estado y, a su vez, unido al descontento social, habría podido desencadenar una revuelta popular.

Pero los planes no llegaron a buen fin. En su viaje a Italia, Insogna fue arrestado y puesto fuera del tablero, y con él la Signora. Por su parte, y según los autores, Malatesta seguía pensando que la partida continuaba jugándose en las mismas condiciones e hizo perder sus huellas hacia principios de mayo. Fue probablemente la "desaparición" de Malatesta y el temor del gobierno italiano a que se activara la evasión de Bresci lo que llevó a la más radical de las soluciones: el "suicidio" del anarquista que ajustició al rey, datado oficialmente el 22 de mayo de 1901, pero cuya muerte ocurrió en realidad algunos días antes3. De este modo, la táctica de Giovanni Giolitti, ministro del interior, de desbaratar el complot anulando la contribución económica de la María Sofía, fue finalmente reforzado, ante el temor de que los anarquistas llevaran a cabo el plan de todas formas, con la muerte de Bresci, dándole así el "tiro de gracia" al proyecto insurreccional contra la monarquía.

Aun cuando una parte de la historiografía italiana que ha tratado el regicidio de Umberto I sostiene que Bresci habría actuado de propio convencimiento y por iniciativa individual, otros trabajos han insistido, por el contrario, en que se trató de una acción planificada y organizada por un grupo de anarquistas individualistas exiliados en Paterson, donde vivía Bresci. En esta línea se sitúan también Tuccinardi e Mazzariello, sugiriendo incluso que el mismo Malatesta estaba al tanto del proyecto. Luego de su visita a Estados Unidos, el anarquista campano volvió a Europa tres meses antes del atentado, según el libro, con la esperanza de participar activamente en la insurrección que habría derivado del hecho. Los autores no vacilan al sugerir que la misma María Sofía habría jugado un rol en la muerte del rey de Italia, con apoyo logístico y material. En palabras de los autores:

El regicidio de Umberto I, por lo tanto, representaba aquel tipo de acto capaz de unir dos mundos distantes a mil millas, contacto efímero en las causas pero cruelmente concreto en las consecuencias.

Por un lado apagaba en María Sofía aquel deseo de venganza, fomentado por el odio visceral hacia los Savoia, todavía ardiente a cuarenta años del destronamiento. Por el otro, para Malatesta, debía aparecer como el golpe ideal para desencadenar la revolución en Italia, fin último de su acción social4.

En síntesis, Architettura di una chimera halla su fortaleza en la metódica y rigurosa lectura crítica de la carta de Malatesta, develando con ella la intrincada trama que subyace a la misiva. Un lúcido análisis que fundamenta historiográficamente y en forma sólida, gracias a un exhaustivo trabajo de fuentes, su osada hipótesis. Aun cuando la mayor parte de los documentos citados ya habían sido utilizados por varios historiadores, su crítica y su contraste con otras evidencias permite a los autores rebatir las tesis de estudiosos como Pier Carlo Masini y Giampietro Berti, considerados entre los mayores estudiosos de la historia del anarquismo italiano. Es cierto que Tuccinardi y Mazzariello tienden a dar bastante credibilidad a las correspondencias policiales, cuestión sobre la que los historiadores del movimiento libertario muestran claras y razonables reservas; sin embargo, su interesante trabajo de crítica de las fuentes otorga mayor fiabilidad a las informaciones de la policía, confiriéndole al libro sustento documental suficiente para, al menos, hipotetizar cierta relación entre Malatesta, María Sofía y Bresci. El punto débil del trabajo es que, a pesar de lo dicho, de algunos documentos se hacen inferencias más bien audaces que seguramente necesitan ser contrastadas y verificadas por nuevas fuentes, cuestión que impide a algunas de sus afirmaciones superar el límite de la posibilidad. En pocas palabras, el aporte de Architettura di una chimera es el de levantar una hipótesis magistralmente fundamentada que, en el estado actual de los estudios sobre el anarquismo italiano y sobre Errico Malatesta, consiente en renovar y, de algún modo, superar la visión "tradicional" sobre el anarquista campano y su activismo en el movimiento libertario.

 

Jorge Canales Urriola
Universidad de Bolonia

 

Notas

1 Errico Malatesta nació en diciembre de 1853 en Santa Maria Capua Vetere, pueblo de la provincia de Nápoles, en la región italiana de Campania.

2 María Sofía de Baviera, esposa de Francisco II de la dinastía Borbón, gobernó junto a su marido el reino de las Dos Sicilias desde mayo de 1859 hasta febrero de 1861, cuando las tropas de Víctor Manuel II de Savoia anexaron su territorio al naciente reino de Italia. María Sofía era, además, hermana de Isabel de Baviera, emperatriz de Austria, asesinada en 1898 por el anarquista italiano Luigi Luccheni.

3 Las evidencias de los autores muestran que el inspector de policía Alessandro Doria, encargado de investigar la muerte de Bresci, habría llegado por lo menos cuatro días antes del supuesto suicidio, siendo que su llegada oficial a la isla de San Esteban fue el 23 de mayo, es decir, el día siguiente al hipotético fallecimiento del anarquista. Por otro lado, el informe de la autopsia mostraba un insólito grado de descomposición del cadáver para apenas dos días desde el presunto suicidio.

4 Tuccinardi, E. y S. Mazzariello, Architettura di una chimera. Rivoluzione e complotti in una lettera dell’anarchico Malatesta reinterpretata alla luce di inediti documenti d’archivio, Mantua, Universitas Studiorum, 2014, p. 154. Trad. del recensor.

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