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Boletín de filología

On-line version ISSN 0718-9303

Boletín de Filología vol.58 no.2 Santiago Dec. 2023

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-93032023000200255 

Sección monográfica

Agencia y política lingüística: una mirada desde la navegación social

Agency and language policy: a view from social navigation

Adriana Patiño Santos1 
http://orcid.org/0000-0003-1950-3954

1University of Southampton, Reino Unido

Resumen:

En este artículo discuto las diferentes contribuciones de este volumen. La noción de navegación social de Vigh (2009) me permitió dar cuenta de las maneras en la que las diferentes investigadoras e investigadores capturan la agencia, tanto discursiva como práctica, que despliegan los actores sociales estudiados en cada terreno. Aunque la el concepto de Ahearn de agencia (2001) es el más utilizado por las y los contribuyentes para analizar sus datos, algunas y algunos de ellos recurren además a otras definiciones que remiten a diferentes formas de agencia, no solo individual, sino también colectiva. Las decisiones metodológicas seguidas por la mayoría de las y los autores confirma que los procedimientos y métodos de corte cualitativo continúan siendo muy adecuados para capturar las complejidades, sobre lo que se identifica como ‘acciones y discursos agentivos’ en los diferentes contextos estudiados. Es solo al interactuar con nuestros participantes y pasar tiempo con ellas y ellos en nuestro trabajo de campo que podemos comprender los relatos que hacen de su vida y las decisiones que toman bajo las circunstancias particulares en las que (sobre)viven.

Palabras clave: Agencia; Discurso; Acción social; Navegación social; Métodos cualitativos

Abstract:

In this article, I discuss the various contributions to this volume. Vigh’s (2009) notion of social navigation allowed me to bring together the ways in which the various contributors capture the discursive and practical agency displayed by the studied social actors in each site. Even though most of the researchers draw on the concept of ‘agency’, as introduced by Ahearn (2001), in order to analyse their data, some of them invoke other definitions to capture different forms of agency: individual but also collective. The methodological decisions made by most of the contributors prove that qualitative procedures and methods continue to be those most suitable for capturing the complexities around what counts as ‘agentive actions and agentive discourses’ in the various studied contexts. It is only by interacting with the participants of our research and spending time with them during our fieldwork that we can make sense of the life stories they recount and the decisions they make under the particular circumstances in which they (try to) live.

Keywords: Agency; Discourse; Social action; Social navigation; Qualitative methods

1. INTRODUCCIÓN

Nota de autor 1

Quisiera comenzar este comentario de cierre agradeciendo a los editores de este volumen especial su invitación a reflexionar sobre agencia y política lingüística. Dicha tarea ha representado un desafío interesante debido a las complejidades teóricas que la comprensión de la dualidad agencia-estructura conllevan para los estudios del lenguaje en su contexto social, y, en particular, por las diferentes aproximaciones que las y los contribuyentes han tomado, unido a las propias circunstancias complejas de los contextos estudiados y reportados en los distintos artículos.

Agencia y política lingüística remiten a la difícil relación agencia y estructura social, una relación que ha tenido varias interpretaciones en diversos campos como la sociología, la filosofía, la antropología y la psicología cultural y que, grosso modo, en últimas, busca entender, entre otros, el papel que juegan las estructuras sociales en las maneras en las que los actores sociales actúan en el mundo y las posibilidades de un cambio social desde las prácticas en las que los individuos participan. En nuestro campo, dicha relación conlleva una serie de tensiones sobre las maneras en la que los sujetos hablantes se posicionan en sus prácticas comunicativas frente a las políticas y en sus reflexiones respecto a estas, normalmente expresadas en ideologías lingüísticas. Tal como lo hace notar Block (2015 ), agencia como concepto resbaladizo (slippery concept) ha recibido atención de manera más sistemática en los estudios del lenguaje (ver por ejemplo los trabajos de Ahead, Duranti, Ortner, entre otros), mientras que estructura continúa siendo una más de las tareas pendientes de la teoría social del lenguaje. A pesar de esa deuda, es claro en todos los artículos que se incluyen en este volumen, que las políticas lingüísticas, sean estatales, familiares, educativas, etc., actúan como estructurantes de la manera en la que los hablantes se orientan y toman decisiones frente a sus usos lingüísticos, pero a la vez son estructuradas, evocadas, reproducidas o contestadas e incluso desafiadas por esos agentes, en su vida cotidiana.

Los artículos que se incluyen en este volumen invitan a muchas lecturas. En mi caso, decidí enfocarme en las maneras en las que cada investigador/a captura a los sujetos hablantes ejerciendo su agencia al interpretar las políticas lingüísticas de su entorno y actuando, según sus circunstancias. En últimas, una lectura sobre la agencia en relación a la estructura social – en forma de políticas lingüísticas–. Ello me llevó a recurrir a la metáfora de la navegación social (Vigh 2009) (sección 2) para poder centrarme en diferentes formas de agencia que emergen a partir de los distintos cursos de acción que los sujetos hablantes retratados en estos artículos toman, bajo condiciones particulares. Los siete artículos que conforman este volumen discuten aspectos similares, pero encontré que algunos se centran en sujetos que actúan aparentemente de manera individual más no solitaria como explicaré en el apartado 3–, mientras que otros, capturan a sus actores sociales actuando en grupo. Esta distinción entre los individual y lo colectivo, que expongo en las secciones 4 y 5 respectivamente, me permitió cubrir importantes, aunque debo reconocer que no exhaustivamente, aspectos sobre agencia y política lingüística.

2. AGENCIA, POLITICA LINGUISTICA Y NAVEGACIÓN SOCIAL

A la pregunta que Ahearn retoma de Ellen Messer-Davidow (1995 : 23), de “¿Por qué hablar de agencia en este momento?”, para los estudiosos de la política lingüística, no hay mejor momento. Tal como lo explican Tollefson y Pérez-Milans (2018 ), el giro epistemológico que conllevó entender el lenguaje como práctica social y las identidades como fluidas y situadas social e históricamente nos ha permitido tornar la mirada analítica positivista de las políticas lingüísticas –entendidas como estructuras determinantes que moldean la elección lingüística y los usos de los hablantes–, a centrar la atención en las maneras en las que los actores sociales llevan a cabo esas políticas. Se reconoce que los hablantes actúan basados en su comprensión de las políticas en sus prácticas cotidianas y por ende se hace necesario dar cuenta de los procesos de construcción de sentido en relación a los procesos institucionales, pero también sociohistóricos y culturales bajo los cuales estos ocurren. Es, en definitiva, el momento de estudiar los sujetos hablantes y su “experiencia vivida” (Busch 2017):

Lo que se necesita es el esfuerzo por revelar los vínculos específicos que conectan las trayectorias de los actores socialmente posicionados con los contextos sociales actuales, incluidas las relaciones entre el uso de formas particulares, las nociones de competencia cultural y las formas institucionales de organización discursiva (Martin-Jones & Heller, 1996), arrojando así luz “sobre las formas en que el orden social se reproduce a sí mismo a través de mecanismos cotidianos de micronivel (Desmond, 2007, p. 269) 2 (Tollefson & Pérez-Milans 2018: 8).

Precisamente este interés por cómo el “sujeto hablante” se posiciona a lo largo de sus trayectorias sociales nos lleva a querer entender sus acciones y la lógica de estas acciones. Ello incluye tener en cuenta las circunstancias bajo la cuales los actores sociales ejercen su condición de agentes, dando sentido a las políticas lingüísticas y negociando su forma de participación en ellas.

Las autoras y autores de este volumen recurren a diferentes definiciones de agencia en las que destacan, aunque no siempre de manera explícita, sino que podemos entrever en sus análisis, su carácter situado, intersubjetivo, relacional y negociado. La definición de agencia propuesta por Ahearn (2001 , 2010) como “la capacidad de actuar mediada socioculturalmente” 3 resulta ser la preferida por la mayoría de las/los contribuyentes a este volumen. Esta definición, aunque originada dentro de la antropología lingüística, ha sido muy influyente en la lingüística aplicada y es en conversación con ella, que se han ido elaborando sendas definiciones más recientes (ver, por ejemplo, Parish y Hall 2021, Enfield 2017). En todas ellas, se reconoce la dimensión agentiva que los hablantes ejercen a través de sus usos lingüísticos y metalingüísticos. Ahead, en particular reconoce tres formas de agencia lingüística interrelacionadas que surgen de la comprensión del lenguaje como forma de acción social: la agencia codificada gramaticalmente (encoded) y moldeada por la estructura lingüística (p. ej. ergatividad vs. acusatividad); la agencia inmersa dentro de los amplios procesos sociohistóricos dentro de los cuales, destaca los trabajos de Irvine y Gal (2000 ), influenciadas por la teoría sociológica de la acción social, sobre los procesos semióticos de diferenciación lingüística y los trabajos sobre ideologías lingüísticas, que han permitido comprender la agencia de los hablantes dentro de las estructuras de poder socio-históricamente construidas y legitimadas. La tercera forma de agencia es la que emerge del discurso, tanto en el interaccional de los encuentros cotidianos, como los discursos sociales, tal como los define Foucault, que circulan en la sociedad y que actúan como forma de poder. Una forma de agencia meta-discursiva, en la que los hablantes razonan sobre sus usos lingüísticos opera en estas formas discursivas. Como veremos más abajo, las y los autores de este volumen combinan estas ideas para dar cuenta de la agencia que sus participantes despliegan al gestionar las políticas lingüísticas que circulan en sus entornos.

Para dar cuenta del mayor número de aspectos sobre la relación agencia- política lingüística que se presentan en este número especial, decidí recurrir a la metáfora de la ‘navegación social’, muy usada en la antropología. En una interesante discusión sobre el potencial que ofrece esta noción para la investigación social, Vigh (2009 ) la define como:

movimiento dentro del movimiento; es el acto de moverse en un ambiente que es vacilante e inestable, y cuando se usa para iluminar la vida social dirige nuestra atención al hecho de que nos movemos en ambientes sociales de actores y actantes, individuos e instituciones, que nos comprometen y nos mueven como avanzamos 4 (2009: 418).

Esta metáfora nos permite lidiar con la dualidad estructura-agencia, de alguna manera, al capturar, por un lado, el movimiento (movement) o transformación de las estructuras sociales a través del tiempo. Unas estructuras que de por sí ya son móviles, inciertas e inestables. Y por otro, la movilidad (mobility) de los agentes, es decir, las maneras en las que los sujetos se mueven o actúan dentro de esas formaciones sociales inciertas. En efecto, los sujetos resuelven, toman decisiones e intentan ocupar mejores posiciones. Al estudiar la navegación, según el autor, vemos la intersección entre movimiento y movilidad (=interactivity en Jensen 1998). Atender a la agencia como forma de navegación social de las políticas lingüísticas ayuda a resaltar, entre otros aspectos, que la agencia del sujeto hablante no se puede dar por sentada, sino que se tiene que investigar; que la agencia es un hecho situado y que por lo tanto se tiene que contextualizar para entender por qué los sujetos hablantes actúan/hablan de la manera en la que lo hacen, y que las políticas, sujetas a intereses (sociales, políticos y económicos), intentan crear y moldear a los sujetos hablantes, pero que son los sujetos hablantes, en sus interacciones diarias, quienes las interpretan, negocian y gestionan, bajo ciertas circunstancias personales y materiales, llegando con el tiempo a modificarlas. En definitiva, la comprensión de cómo se navegan las políticas lingüísticas, es dar cuenta de cómo los actores sociales se ‘mueven’ dentro de situaciones sociales fluidas.

Así, en los trabajos recogidos en este volumen, los sujetos hablantes son capturados, de manera cualitativa, navegando las políticas lingüísticas de manera individual y/o colectiva. Todos enfrentados a una serie de tensiones producto de las condiciones sociohistóricas y materiales multiescalares bajo las cuales actúan. Lo importante es que estos actores dan cuenta de sus acciones mostrando una comprensión de los límites de sus acciones y sacando partido de la mejor manera a sus posibilidades de acción. Como veremos, las y los autores han recogido esas formas de navegar las políticas lingüísticas de sus entornos sociales siguiendo diversas sendas metodológicas. La mayoría ha seguido caminos etnográficos (Espinoza y Ojeda, Zavala y Andrade, Bürki, Intke y Nandi y Vásquez), en donde podemos apreciar varios tipos de agencia que se construyen en las prácticas sociales reportadas. Por un lado, una agencia que se aprecia tanto en los cursos de acción que siguen los actores sociales, como sus reflexiones acerca de su agentividad y que se aprecia en los relatos producidos en el trabajo de campo. Otras/otros autoras/autores han recurrido al análisis de los discursos (Bonnin y Uncal) y de narrativas elicitadas directamente (García-Agüero).

3. AGENCIA ‘INDIVIDUAL’

En los diferentes trabajos hemos podido apreciar que estudiar la agencia como algo individual, no significa que esta sea un acto solitario del sujeto, aislado de la esfera social, sino más bien, como se ha mencionado anteriormente, un hecho relacional, situado, teleológico y, por ende, negociado. En algunos artículos, esta agencia ‘individual’ se recogió de manera (meta)discursiva, en los testimonios y narrativas recogidas por las y los investigadores durante el trabajo de campo y en otros, se combinaron entrevistas con técnicas de observación etnográfica e incluso participativa, con un foco especial en la agencia producida en la interacción. La dimensión intersubjetiva de la agencia individual se aprecia en las narrativas de experiencia personal de adultos incluidas en este volumen. Así, las “madres solteras” de Ciudad de México entrevistadas individualmente por García Agüero, se construyen en sus relatos de experiencia personal como personas que contestan los discursos que circulan sobre ellas como “vulnerables” y “desempleadas”. Contestar en la narrativa es precisamente un acto intersubjetivo, dialógico y reflexivo en donde los sujetos son capaces de evocar las atribuciones que se les otorgan en los discursos sociales y responder, cuestionar, e incluso descalificar dichas atribuciones (Patiño-Santos 2016, 2018). Es la forma que tienen, en este caso, las narradoras para evidenciar que son capaces de navegar los desafíos impuestos socialmente y criar a sus hijos solas, a pesar de las adversidades que reportan. Asimismo, las “buenas madres”, migrantes hispanoparlantes en Helsinki que estudia Intke-Hernández, desafían en sus narrativas, las imágenes que se construyen en los discursos sociales sobre las mujeres migrantes, pero también los de sus propias familias políticas que las retratan como “vulnerables, pasivas y con dificultades para integrarse”. Central para apreciar el trabajo agencial de las madres, es la documentación etnográfica que nos presenta la autora, en la que se hacen evidentes las acciones en las que estas madres se embarcan para socializar a sus hijos de manera bilingüe (hablarles en español, organizar actividades sociales en donde los niños puedan practicar la lengua, etc.). Asimismo, en las historias producidas por los “actores pro-gallego” que estudian Nandi y Vásquez, tales sujetos se retratan a sí mismos como agentes promotores del gallego en su vida diaria. Estos hablantes se construyen discursivamente como personas concienciadas, activistas, que movilizan el gallego en sus interacciones cotidianas, haciendo relevante su interpelación a sus interlocutores castellano-hablantes para que respondan o continúen la conversación en gallego. Estas narraciones de experiencia personal se convierten en actos de ciudadanía lingüística (Stroud 2001) que, según los autores, sumados y a largo plazo pueden llevar a transformaciones del entorno inmediato. Un aspecto muy interesante de este trabajo es el hecho de que quienes promueven el gallego no son necesariamente hablantes de gallego como primera lengua, sino que algunos son jóvenes neofalantes que al experimentar ellos mismos la situación del gallego como lengua minorizada, deciden alinearse con el proyecto nacional que busca revitalizar y normalizar la lengua en todas las esferas sociales.

De manera similar la agencia desplegada por los niños y jóvenes se aprecia en los trabajos de Espinoza y Ojeda y de Bürki. Ambos estudios presentan casos de agencia ‘individual’ de niños y adolescentes en ámbitos institucionales, el primero en la familia bilingüe mapuche y el segundo sobre una escuela complementaria de español latinoamericano en Berna, Suiza. En los dos casos se ilustra muy bien la dimensión multiescalar, situada y temporal que se le ha conferido a la noción de agencia. En el caso de Espinoza y Ojeda, se pueden vislumbrar las tensiones que los participantes de su investigación, tanto adultos como niños, deben navegar: los padres en relación con la política lingüística impuesta socialmente y los niños, en sus relaciones, principalmente, con los adultos. La comprensión de los padres sobre la política, basados en sus experiencias personales como hablantes de chedungun con pasados impregnados de dificultades para el acceso social en un mundo dominado por el español, los orienta imponer ciertas normas lingüísticas para anticipar un futuro diferente para sus hijos. La manera en la que los padres intentan resolver la tensión los lleva a adoptar unas políticas lingüísticas concretas cuyas prácticas son descritas por los autores como “familectos”. Estos familectos nos permiten entender las maneras en las que las dos familias estudiadas “resuelven el problema” de manera diferente. En una los adultos imponen la norma monolingüe de “solo en español” para el hablar con el hijo menor, mientras que, en la otra, las prácticas translingües, aparentemente más relajadas, buscan socializar a los hijos en las dos lenguas, aunque el chedungun se relegue a una forma “pasiva”. La agencia de los niños se negocia en las prácticas al poder iniciar conversaciones o responder, o no, en una lengua o en otra. Llama la atención ver cómo la familia más estricta penaliza interaccionalmente el hablar fuera de la norma (“en español”). Bürki nos presenta a unos actores sociales, adolescentes suizos de familias hispanohablantes navegando una actividad extraescolar cuyos actores más resistentes construyen en sus prácticas como “algo obligado”. El español es su lengua de herencia y por ello asisten a una escuela complementaria a donde van a aprender y practicar español, de manera formal. La agencia desplegada por los jóvenes dentro de la actividad propuesta por los adultos (docente e investigadora) en el aula, presenta una clara dimensión multiescalar que tiene que ver con las tensiones que los jóvenes multilingües en alemán, español y otras lenguas, enfrentan al tener que navegar una serie de políticas lingüísticas que definen los espacios en los que interactúan y que, en algún grado son discontinuas. Así, la política familiar no corresponde con la del resto de la sociedad suiza (incluida su escolarización general), sino con la de una escuela complementaria donde hacer alguna actividad adicional, fuera del tiempo de la escuela. Tal como los estudios de política lingüística familiar y de multilingüismo en el aula han mostrado, estos jóvenes son capaces de categorizar a sus interlocutores y los espacios en donde participan y usar eficazmente sus repertorios (Unamuno 2008). El análisis de las diferentes agencias que se despliegan en la interacción demuestra la importancia del sentido que dan los aprendices a las actividades en donde participan, tal como Bürki enfatiza. Algunos se alinean con las actividades, mientras una alumna, en particular, Chiara, resiste el orden de la clase. El análisis interaccional de las formas de participación de Chiara a las actividades propuestas (completar un cuestionario y luego participar en la discusión de las respuestas) permite identificar que su falta de colaboración responde a su interpretación de la actividad. Chiara experimenta una discontinuidad entre la variedad de español que ella habla y la que se le enseña en esta escuela, así como el desconocimiento de la historia de una América multilingüe prehispánica.

4. AGENCIA COLECTIVA

Dar cuenta de la agencia colectiva frente a las políticas lingüísticas es una de las contribuciones de los artículos de Bonnin y Uncal y de Zavala y Andrade a este volumen. Los dos artículos examinan complejos aspectos de la agencia.

El primero presenta un exhaustivo análisis del discurso en el que los autores traen a la discusión la definición de Enfield (2017 ) de ‘agencia distribuida’. Esta definición recoge muchos de los aspectos ya mencionados, pero hace hincapié en el hecho de que la agencia “es la relación entre una persona y un curso de acción y sus efectos” (Enfield 2017: 7). Dar cuenta de esta compleja relación lleva al autor a reconocer que la agencia se ejerce muchas veces como un acto colectivo (rara vez se hace en solitario) y que esta es el producto de la flexibilidad (flexibility) y la responsabilidad (accountability) de los agentes. En otras palabras, esta definición reconoce que tenemos algún grado de control sobre nuestras acciones, cuya naturaleza teleológica nos lleva a orientarlas a ciertos fines, intentando anticipar ciertos resultados. Asimismo, asumimos la responsabilidad de esas acciones llevando a cabo procesos de reflexividad en los que adquirimos ciertos derechos y deberes (ver Bonnin y Uncal para una explicación más detallada). En su artículo, Bonnin y Uncal demuestran, de manera convincente, que el trabajo agentivo de un equipo de traducción y doblaje –construido como sujeto colectivo– fue el artífice de la era más creativa e innovadora de la traducción y el doblaje de Los Simpson para la audiencia latinoamericana durante sus primeras 15 temporadas, al crear un “español de Springfield”. Este español de Springfield se analiza de manera detallada a través de una metodología sofisticada que combina aspectos del análisis del discurso (noción de culturema de Martínez Montagut 2017), con las nociones de acciones resolutivas (meramente transmisoras) y productivas (con mayor margen de creatividad) que propone Enfield (2017 ). Tales acciones se analizan cuantitativamente, encontrando que la creación lingüística (culturema lingüístico y retórico) resulta ser más rica durante esas primeras 15 temporadas. A la luz del análisis hecho por los autores, se demuestra que este primer equipo fue más agentivo, al ser más independiente y tomarse más licencias frente a la versión original, incluyendo juegos de palabras, expresiones, usos lingüísticos y creando una identidad para cada personaje. A partir de la temporada 16 cambia el equipo y con ello, el sujeto colectivo se vuelve menos productivo orientándose a ser más resolutivo (= menos agentivo). A lo largo del análisis se combinan los testimonios de los miembros de ese primer equipo recogidos en entrevistas públicas que dan fuerza al argumento.

Zavala y Andrade nos presentan un estudio sobre agencia y nuevos activismos lingüísticos quechuas en Perú. Este artículo discute muy bien la evolución y recientes discusiones sobre la noción de agencia en la antropología lingüística. Siguiendo a Parish y Hall (2021 ), los autores atienden a una definición de agencia como “la capacidad para la acción socialmente significativa”, enfatizando que “la agencia y la producción de significados serían co-constitutivos; no existiría una sin la otra.” (Zavala y Andrade, en este volumen, p. ). Esta idea resulta muy sugerente y conectada con la de agencia distributiva que discuten Bonnin y Uncal, inspirados en Enfield (2017 ). Desde ambas nociones, se puede entender que lo socialmente significativo tiene que ver con la manera en la que los agentes interpretan las estructuras y encuentran maneras de navegarla. Maneras, que siguiendo a Enfield (2017 ), podrían ser en unos casos recursivas y en otros productivas, haciendo un ejercicio mayor de agencia al llegar incluso a modificar ciertos aspectos de la estructura. La mayor contribución de este articulo radica precisamente en que nos acerca a dos maneras de comprender y navegar la política lingüística del Estado frente a la lengua originaria minorizada y estigmatizada por parte de dos grupos de jóvenes quechua activistas. Es decir, que hay varias formas de hacer activismo lingüístico. Los miembros de cada grupo han experimentado diferentes tipos de dificultades para acceder a los recursos que un Estado neoliberal ofrece en nombre de la diversidad étnica, cultural y lingüística. Por un lado, encontramos un grupo de jóvenes quechua urbanos que han tenido educación universitaria y han logrado tener un acceso social, a diferencia de sus padres. En ejercicio de su activismo lingüístico (Stroud 2001) y desplegando una desconfianza hacia las políticas estatales, deciden desafiar los discursos sociales predominantes sobre las personas quechua, que los retratan como “indios atrasados”, y organizarse para ofrecer clases de quechua y con ello dar a conocer el valor de su identidad lingüística y cultural. Por el otro, un grupo de jóvenes, localizado en una ciudad más pequeña, con el conocimiento necesario, decide jugar las reglas del juego que impone el Estado y solicita recursos para llevar a cabo una serie de acciones a favor del mantenimiento y expansión del quechua. El intenso trabajo etnográfico de Zavala y Andrade nos permite identificar claramente las tensiones y los desafíos que cada grupo debe enfrentar. Aunque el primer grupo debe organizarse por sí mismo, sin recursos materiales, logra llevar a cabo muchos de sus objetivos, incluyendo desafiar a la pandemia, como obstáculo para difundir los estudios de quechua. El segundo grupo, aunque amparado por políticas estatales debe sin embargo enfrentar la burocracia y la letra pequeña de lo que implica trabajar con voluntarios, en muchos casos no comprometidos con los objetivos de la organización. Este trabajo muestra importantes tensiones entre la agencia y la estructura, aunque los individuos/sociales intenten actuar fuera de ellas, no escapan de su impronta materializada en ideologías lingüísticas dominantes que actúan como obstáculos para llevar a cabo esos objetivos. Sin embargo, al actuar alineadamente con las estructuras, conlleva pagar el precio de tener que seguir las regulaciones dadas. Las del Estado se presentan entonces como obstáculos para lograr los objetivos.

5. REFLEXIONES FINALES

La metáfora de la navegación social (Vigh 2009) me ha permitido, por un lado, resaltar que la agencia necesita entenderse en relación a las estructuras sociales –políticas lingüísticas– en las que los diferentes sujetos actúan. Estas políticas, en sí mismas contingentes, sujetas a intereses sociales, políticos, económicos son interpretadas y llevadas a cabo por los sujetos bajo unas condiciones particulares. Por otro lado, recoger las distintas formas y dimensiones de la agencia que se estudian en las diferentes contribuciones de este volumen. Navegar socialmente implica moverse dentro de estructuras, de por sí, móviles e inestables, lo que obliga a los actores a tener que buscar salidas y crear formas de conseguir mejores posiciones sociales o actuar contra lo que perciben como “(abuso de) poder”. Desde esta metáfora podemos destacar el carácter situado, relacional, multiescalar y temporal de la agencia, lo cual conlleva importantes consecuencias metodológicas para quienes queremos dar cuenta de esa agentividad. La agencia no se puede dar por hecho, ni definir de antemano, como lo menciona Ahern (2001 y 2010). Se debe estudiar dentro del contexto de los sujetos hablantes que llevan a cabo las políticas lingüísticas en sus interacciones cotidianas. Los estudios cualitativos de corte etnográfico y discursivo-narrativo demuestran una vez más ser los adecuados. Las elecciones, los usos lingüísticos y las razones que los sujetos hablantes dan sobre sus usos (metadiscursos sobre la agencia), se deben entender atendiendo a las circunstancias que estos sujetos experimentan. Circunstancias que toman una forma particular para cada individuo o colectivo en virtud de sus historias pasadas, pero también de sus orientaciones hacia el futuro, de cómo imaginan, esperan o desean que las nuevas generaciones se comuniquen.

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1Para correspondencia, dirigirse a: Adriana Patiño Santos (a.patino@soton.ac.uk). University of Southhampton, University Road Southampton SO17 1BJ United Kingdom, ORCID ID: 0000-0003-1950-3954

2Original: “What is needed is the effort to reveal the specific links connecting trajectories of socially positioned actors with current social contexts, including the relationships between the use of particular forms, notions of cultural competence, and institutional forms of discursive organization (Martin-Jones & Heller, 1996), thereby shedding light “on the ways that the social order reproduces itself through everyday microlevel mechanisms (Desmond, 2007, p. 269)” (Tollefson & Pérez-Milans 2018:8).

3Original: “the socioculturally mediated capacity to act”.

4Original: “motion within motion; it is the act of moving in an environment that is wavering and unsettled, and when used to illuminate social life it directs our attention to the fact that we move in social environments of actors and actants, individuals and institutions, that engage and move us as we move along” (2009: 418).

Received: June 30, 2023; Accepted: August 07, 2023

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