Esta edición completa del Eudemo de Aristóteles, con una entrega ordenada y bilingüe de los diferentes fragmentos y testimonios, es muy bienvenida. Nada se ha dejado al azar, puesto que son diversas las fuentes y las ediciones de los siglos XIX y XX de los textos originales de los fragmentos y sus fuentes secundarias. Existen asimismo algunas publicaciones en otras lenguas modernas, y obras generales sobre el tema, de las que Ugalde ha sabido hacer una razonada elección. Ya el acopio de todo ese material puede ser arduo, en especial si, como en este caso, se estableció un texto único en base a las diversas ediciones de los fragmentos, como las de V. Rose, W. D. Ross y R. Walzer. Un trabajo como ese significa además no dejar detalles, como la información sobre el origen de los fragmentos preservados y los autores antiguos de los cuales dependen. La lengua por lo general es griega, pero hay fragmentos importantes de origen latino, de modo que el traductor debe sortear ambas dificultades.
La traducción es notablemente natural, destinada sin duda al objetivo principal de traspasar un trozo del pensamiento antiguo a los lectores contemporáneos. Es manifiesto, además, que Ugalde tiene en especial consideración a sus lectores jóvenes, que atienden a sus clases universitarias y precisan de textos como este. Ellos muestran a un gran filósofo como un pensador que evoluciona y se acrecienta, por decir así, con el paso del tiempo. De ahí que la introducción no se limita a pasar revista de los contenidos de esta fragmentaria obra, sino asimismo a mostrar, en una ajustada síntesis, un balance de la escolaridad moderna acerca del Eudemo, y un razonado juicio acerca de los alcances y limitaciones de estos estudios.
Eso pudo ya ser suficientemente ilustrativo; sin embargo, la original manera de organizar los comentarios a cada fragmento, que bien pudieron de otro modo haberse fragmentado en numerosas notas, me parece notable. El hecho de que cada fragmento reciba al final del libro su tratamiento aparte, al modo de un comentario continuo, cada uno en su propio mérito, tiene además un especial valor pedagógico. Es también un esfuerzo de síntesis, puesto que cada fragmento es colocado en su contexto, sabiendo que el Eudemo de hecho era un diálogo (así se le cataloga), por tanto, su extensión fue probablemente la de un biblíon, es decir, la de un rollo papiráceo de una cierta extensión.
La publicación de un libro con las características que aquí reseño, Aristóteles Eudemo, me parece más relevante aún por el hecho de que ilustra sobre la existencia de una larga tradición de ediciones de autores de la Antigüedad en la Facultad de Filosofía y Humanidades, y en general, de la Universidad de Chile. Para referirme solo a la época clásica, y tan solo a algunos autores, G. Gómez Lasa (Platón, Gorgias), G. Godoy (Sófocles, Antígona), R. Torretti (Sófocles, Filoctetes, y el reconocidamente complejo Tucídides), H. Giannini y M. I. Flisfisch (Aristóteles Categorías), P. Oyarzún (Epicuro, Carta a Meneceo). Es una tradición que merece continuar vigente, como de hecho lo testimonia esta nueva publicación.