La conectividad del paisaje es el grado en que el paisaje facilita o impide el movimiento entre parches de recursos, el intercambio genético y otros flujos ecológicos que son críticos para la viabilidad y supervivencia de las especies (Taylor et al., 1993; Crooks & Sanjayan, 2006). Por lo tanto, la conectividad del paisaje es necesaria para sostener y mantener la estabilidad de los pro cesos ecológicos que se encuentran espacialmente relacionados entre sí, como la dispersión, el flujo genético entre poblaciones aisladas, la migración y a largo plazo la evolución de las especies (Taylor et al., 1993; Correa-Ayram et al., 2014), haciendo que sea esencial incluir la conectividad para la planificación de la conservación y el análisis del cambio del paisaje (Nikolakaki, 2004; Saura & Pascual-Hortal, 2007a).
Los bosques montanos de la ecorregión del norte de los Andes son catalogados como uno de los sitios con mayor biodiversidad del mundo, desafortunadamente también se encuentran cata logados como unas de las zonas más amenazadas (Gómez Mora et al., 2005). La distribución de algunas poblaciones de plantas y animales han sufrido cambios drásticos debido a los cambios generados por el ser humano en los ecosistemas de todo el planeta, estos impactos han generado efectos importantes en la historia biológica del planeta, ocasionando grandes problemas ecoló gicos (Palma-Ordaz y Delgadillo-Rodríguez, 2014). La causa subyacente de prácticamente todas las disminuciones recientes y en curso de las especies de mamíferos es el crecimiento de las po blaciones humanas y los impactos asociados (Cardillo et al., 2004), siendo el cambio del uso del suelo para implementación de cultivos agrícolas el principal factor que influye en la sobrevivencia de las especies (Tilman et al., 2017).
Tres de las especies de mesodepredadores registradas en la zona de estudio son el cusumbo (Nasuella olivacea), el zorro (Cerdocyon thous) y la oncilla (Leopardus tigrinus) (Jiménez-Ramírez, 2019). El cusumbo y la oncilla son dos especies características de zonas de entre 1700 y 4100 m, siendo más frecuentes sobre los 2000 m (Balaguera-Reina et al., 2009; Payán & González-Maya, 2011). Estas dos especies presentan un gran vacío de información en aspectos ecológicos, desconociendo el estado de sus poblaciones, estando el cusumbo clasificado en la categoría de Casi Amenazado (NT) debido a que esta especie necesita de hábitats boscosos y gran parte de su rango de distribución se encuentra dentro de las áreas más pobladas y deforestadas de Colombia y Ecuador (González-Maya et al., 2016), por su parte, la oncilla se encuentra clasificada en la cate goría de Vulnerable (VU) debido a que se estima que sus poblaciones han disminuido en un 31,7% en tres generaciones, además, es probable que las poblaciones presentes en centro américa sean otra especie diferente, al igual que ocurrió con las poblaciones presentes en el sur de Brasil (Pa yan & Oliveira, 2016), en cuando al zorro, es la especie de canido más común de las cinco presen tes en el país (Suárez-Castro & Ramírez-Chaves, 2015), registrándose en todo el territorio nacional a excepción de la región amazónica, entre los 0 y 3400 m (Solari et al., 2013; Suárez-Castro & Ramírez-Chaves, 2015). Con el fin de discutir la conservación de estas tres especies, el objetivo del presente estudio es evaluar sus posibles zonas de distribución y la conectividad en el sector norte de la Sabana de Bogotá, Cundinamarca.
Área de estudio
El estudio se desarrolló en la zona norte de la Sabana de Bogotá, la cual abarca un total de 30 municipios. Encontrándose coberturas vegetales importantes para conservar la biodiversidad como lo son los bosques altoandinos y páramo. La zona de estudio alberga gran parte de la Re serva Forestal Protectora Productora Cuenca Alta del Río Bogotá, la cual es una reserva de Ley segunda, creada por la Junta Directiva del Instituto Nacional de Recursos Naturales y del Ambien te (INDERENA) con una extensión de 245 147 ha (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 1997; CAR et al., 2013). Sin embargo, en el momento de realizar dicha delimitación, existían en su interior áreas clasificadas como suelo urbano y zonas de expansión urbana, motivos por los cuales en el 2014 se realindera la reserva quedando con una extensión de 94161 ha (Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 1997). De los 28 fragmentos finales que conforma la reserva, en nuestro estudio por su ubicación incluimos 17 fragmentos (Figura N°1).
Materiales y métodos
Clasificación de hábitat
Clasificamos hábitat como las coberturas naturales en donde han sido reportadas al cusumbo, zorro y la oncilla (Nowell & Jackson, 1996; Balaguera-Reina et al., 2009; Jiménez-Ramírez, 2019) estas coberturas fueron: bosques, arbustales, cultivos forestales y herbazales. Las coberturas que clasificamos como no hábitat fueron: pastos y potreros, cultivos transitorios y zonas urbanas. La clasificación se realizó por medio de cartografía de la zona a escala 1:25 000 suministrada por la entidad ONF-Andina, modificada empleando el Software de Sistema de Información Geográfico QGIS 3.6.3.
Distribución potencial
Los modelos de distribución realizados para estas especies incluyen al departamento de Cundinamarca con una alta probabilidad de distribución de éstas especies (Balaguera-Reina et al., 2009; Helgen et al., 2009; Payán & González-Maya, 2011), no obstante, dada la alta transformación que sufre la región, asumimos que la distribución potencial de estas especies está directamente relacionada con las zonas en donde puedan encontrar refugio, alimentación y reproducción, así la delimitación a nivel local para las tres especies tuvo en cuenta el área de acción reportada en la literatura para cada especie, siendo para el cusumbo de 11,3 ha (Rodríguez-Bolaños et al., 2003), 280 ha para el zorro (Maffei & Taber, 2003), para la oncilla, al ser una especie que no se ha eva luado su área de acción, se empleó el área de acción reportada para Leopardus guttulus de 1000 ha (Kasper et al., 2016). Además de plantear la distribución potencial actual para las tres especies de mesodepredadores, planteamos la distribución de estas especies en un escenario futuro, en donde los últimos fragmentos de hábitat disponibles dadas las dinámicas que presenta la zona estarían presentes dentro de la Reserva Forestal Protectora Productora Cuenca Alta del Río Bogo tá. Por último, se identificaron registros de las tres especies en la zona de estudio, estos sitios de presencia de las especies se tomaron como la ocupación real.
Evaluación de conectividad
Para evaluar la conectividad se emplearon los fragmentos de distribución potencial de las tres especies, la evaluación de la conectividad se realizó calculando el Índice Integral de Conectividad (IIC) propuesto por Pascual-Hortal y Saura (2006).
El Índice Integral de Conectividad (IIC) presenta valores de entre 0 y 1, a medida que el valor se acerca a 1 significa que existe una mayor conectividad, en donde n corresponde al número total de nodos (en este caso los nodos corresponden a fragmentos de hábitat), ai y aj son atributos de los nodos i y j, nlij es el número de enlaces en la ruta más corta entre fragmentos i y j y AL es el máximo atributo del paisaje, siendo en este caos tomado con el área total del paisaje, comprendiendo zonas de hábitat y no hábitat (Pascual-Hortal & Saura, 2006; Saura & Pascual-Hortal, 2007a). El número de componentes se definió como el conjunto de fragmentos conectados a una distancia umbral definida, en este caso como el radio del área de acción de cada especie, y fue aumentando hasta llegar a un máximo de cinco veces la distancia inicial, además, se calculó la distancia mínima necesaria para que las especies perciba los fragmentos como un solo com ponente. Por último, se evaluó la importancia de conectividad acumulada (dIIC) de cada nodo (fragmento) en la zona de estudio.
Resultados
Para la zona de estudio se encontraron 17 localidades con registros del cusumbo, cinco locali dades con registros del zorro y siete localidades con registros de la oncilla, los sitios en donde se encontraron los registros de las especies fueron considerados como nodos activos.
La zona de estudio presenta un área total de 455271,38 ha, de las cuales 109267,56 ha corres ponden a hábitat, distribuidas en 354 fragmentos, presentando un tamaño promedio de 308,66 ha, el fragmento más pequeño presenta un área de 2,29 ha y el fragmento más grande un área de 28605,85 ha, la mayoría de los fragmentos se encuentran entre un área de 10 y 50 ha (Figura N°2a). Si continúan las dinámicas de pérdida de las coberturas naturales por actividades antrópicas como la agricultura, ganadería entre otros, el escenario en el futuro sería muy diferente al que encontramos actualmente. En el escenario futuro que planteamos, la zona de estudio presentaría un área total de hábitat de 26721,04 ha, distribuidas en 108 fragmentos, presentando un área pro medio de 247,42 ha, siendo el fragmento más pequeño de 0,14 ha y el más grande de 4198,83 ha, la mayoría de los fragmentos se encuentran entre los 10 y 50 ha (Figura N°2b).
De los 354 fragmentos presentes en la zona de estudio, 288 cuentan con un área mínima para que el cusumbo pueda distribuirse, dando un área total de 108749,88 ha, un tamaño promedio de fragmento de 377,60 ha, siendo el área de fragmento más pequeño de 11,57 ha y el área más grande de 28605,85 ha (Cuadro N°1 y Figura N°3). Para el zorro, 47 de los 354 fragmentos cuen tan con el área mínima para que la especie esté presente, dando como resultado un área total de 93899,64 ha, con un tamaño promedio de 1997,86 ha, siendo el fragmento más pequeño de 300 ha y el fragmento más grande de 28605,85 ha (Cuadro N°1 y Figura N°3). Por último, para la oncilla la zona presenta 22 fragmentos con área mínima para la supervivencia de la especie, dando un área total de 81014,15 ha, un área promedio de 3682,46 ha, siendo el fragmento más pequeño de 1045,20 ha y el más grande de 28605,85 ha (Cuadro N°1 y Figura N°3).
En el escenario futuro, de los 108 fragmentos presentes, 81 fragmentos presentan el área mínima para la supervivencia del cusumbo, con un área de 26 563,50 ha, un tamaño promedio de 332,04 ha, siendo el fragmento más pequeño de 12,64 ha y el fragmento más grande de 4198,83 ha (Cuadro N°1 y Figura N°4), para el zorro, 22 de los 108 fragmentos presentan área suficiente para su supervivencia, dando un área total de 23 110,11 ha, un tamaño promedio de fragmento de 1050,46 ha, siendo el fragmento más pequeño de 313,73 ha y el más grande de 4198,83 ha (Cuadro N°1 y Figura N°4), por último, para la oncilla la zona de estudio presenta un área total de 15 365,52 ha, distribuidas en 8 fragmentos con un tamaño promedio de 1920,69 ha, siendo el fragmento más pequeño de 1172,97 ha y el más grande de 4198,83 ha (Cuadro N°1 y Figura N°4).
La identificación de número de componentes para el cusumbo muestra que a una distancia de 190 m los fragmentos forman un total de 161 componentes, mientras que a una distancia de des plazamiento de 950 m se forman un total de 39 componentes, siendo necesario que el cusumbo pueda desplazarse una distancia de 6170 m por la matriz de no hábitat para que pueda percibir todos los fragmentos como un solo componente (Figura N°5a). En cuanto a la conectividad en el escenario futuro, a una distancia de 190 m los fragmentos forman un total de 48 componentes, a una distancia de desplazamiento para el cusumbo de 950 m se forman un total de 25 compo nentes, siendo necesario que ésta especie pueda desplazarse una distancia de 12690 m para que perciba todos los fragmentos como un solo componente (Figura N°5a). Para el zorro, los frag mentos a una distancia de 944 m conforman un total de 19 componentes, a partir de los 4720 m los fragmentos de hábitat son percibidos por el zorro como un solo componente (Figura N°5b). En el escenario futuro, a una distancia de 944 m los fragmentos forman 18 componentes, a una distancia de desplazamiento de 4720 m se conforman un total de cinco componentes, siendo necesario que el zorro pueda desplazarse una distancia entre fragmentos de 14161 m para que los fragmentos de hábitat se comporten como un solo componente (Figura N°5b). A una distancia umbral de 1784 m el hábitat de la oncilla está conformado por 11 componentes, a partir de los 8500 m el hábitat conforma un solo componente (Figura N°5c), en cuanto al escenario futuro, a una distancia de desplazamiento de 1784 m el hábitat está conformado por ocho componentes, a una distancia de 8500 m se conforman un total de dos componentes, siendo necesario que esta especie pueda desplazarse una distancia entre la matriz de no hábitat de 11965 m para que el paisaje sea percibido por la especie como un solo componente (Figura N°5c).
El Índice Integral de Conectividad (IIC) es bajo para las tres especies en los dos escenarios, siendo aún más bajo en el escenario futuro, evidenciando que la zona de estudio presenta una alta separación entre los fragmentos de hábitat impidiendo la conectividad entre fragmentos para las tres especies, generándose fragmentos aislados de hábitat (Cuadro N°2). Al analizar los valores de importancia de conectividad acumulada (dIIC) únicamente dos fragmentos presentan valores elevados (12,28% y 79,28%) (Figura N°6).
Discusión
El grado en que el paisaje facilita o impide el movimiento entre fragmentos es un tema clave para la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de la integridad de los ecosistemas (Taylor et al., 1993; Saura & Pascual-Hortal, 2007a). La baja conectividad encontrada explica que en el escenario inicial se generen una gran cantidad de componentes. Cuando la distancia entre fragmentos es mayor a la distancia en la que las especies pueden atravesar un paisaje transfor mado se reducen procesos ecológicos como la complementación y suplementación del paisaje, impidiendo que las especies puedan complementar o suplir los recursos necesarios con los pre sentes en otros fragmentos para su supervivencia (Dunning et al., 1992).
Al aumentar cinco veces la distancia de desplazamiento, la oncilla y el zorro podrían disponer de todo el hábitat al conformar un solo componente en el escenario actual, presentando de igual forma un aumento en los valores de IIC. Estas dos especie presentan cierto grado de tolerancia a la transformación, siendo la oncilla la especie del género Leopardus catalogada como la más tolerante a la transformación antrópica (Oliveira-Santos et al., 2012), de igual forma, la capacidad que presentan las especies de felinos de recorrer grandes distancias en busca de recursos ali menticios permitiría el paso de un fragmento a otro (Kasper et al., 2016), caso similar ocurre con varias especies de zorros, las cuales son tolerantes a la trasformación de sus hábitats por urba nización (Wandeler et al., 2003; Scott et al., 2014), siendo el zorro (C. thous) una especie que ha sido registrada dentro de ciudades de Colombia como Medellín-Antioquía1 y Florida Blanca-Santander2, demostrando la capacidad de adaptación que presenta esta especie a cambios en sus áreas naturales.
La conectividad de estos fragmentos es fundamental para la existencia de metapoblaciones, ya que puede permitirse el paso de individuos de un fragmento a otro, de esta forma mantener una alta diversidad genética, además de poder colonizar fragmentos de hábitat en diferentes temporadas, permitiendo una complementación y suplementación de los recursos, de igual for ma, el proceso de fuente sumidero es fundamental en estas áreas fragmentadas, permitiendo el flujo de individuos desde fragmentos fuentes a fragmentos con condiciones no tan favorables consideradas (Dunning et al., 1992). López-Arévalo (2010) evaluó la conectividad de la zorra gris (Urocyon cinereoargenteus) en la cuenca alta del río La Antigua, Veracruz, encontrando que pese a la alta fragmentación y baja conectividad del bosque mesófilo, esta especie de zorro no se ve afectado debido a la configuración que presenta el estudio y a su capacidad de desplazamiento, estos resultados pueden ser comparados con los nuestros, en donde la oncilla y el zorro presen tan una mayor conectividad gracias a sus capacidades de desplazamiento y a la tolerancia a zonas transformadas.
Por otro lado, un factor importante a tener en cuenta es la interacción que se puede presen tar en las zonas de no hábitat y los bordes de los fragmentos entre estas especies de mesodepredadores nativas y los perros (Lacerda et al., 2009; López-Arévalo, 2010; Young et al., 2011; Rodríguez-León & López-Arévalo, 2019). Algunos estudios muestran el impacto que ejercen los perros sobre especies de canidos silvestres, modificando tiempo de forrajeo, abundancias rela tivas y sus distribuciones (p.e Vanak & Gompper, 2009; Silva-Rodríguez et al., 2010; Paschoal et al., 2012; Zapata-Ríos & Branch, 2016), de igual forma Payan y Oliveira (2016) reportan que una de las amenazas que presenta la oncilla en su área de distribución es la depredación por parte de los perros, además, Oliveira et al. (2013), Marinho (2015) y Sepúlveda et al. (2015) sugieren que otro efecto negativo ejercen los perros sobre la oncilla y el zorro es el contagio de enfermedades. No obstante, un factor que puede ayudar a minimizar el contacto entre los perros y las dos especies nativas son los patrones de actividad presentados por estas dos especies nativas, ya que tanto la oncilla como el zorro son especies principalmente nocturnas (Faria-Corrêa et al., 2009; Marinho et al., 2018), lo que le confiere una mayor facilidad para atravesar la matriz transformada entre un fragmento y otro, ya que de esta forma, reducen el contacto con los perros, ya que los patrones de actividad de esta especie doméstica han sido clasificados como diurnos (Sepúlveda et al., 2015; Jiménez-Ramírez, 2019; Rodríguez-León & López-Arévalo, 2019).
En cuanto al cusumbo, encontramos que una gran parte de los fragmentos de hábitat se en cuentran totalmente aislados, incluso al aumentar la distancia de desplazamiento cinco veces. Esta pérdida de conectividad es un tema crítico, para la persistencia de las poblaciones y es de vital importancia para generar estrategias de conservación (Dunning et al., 1992; Dunham & Rieman, 1999). Lino et al. (2019) reportan que especies de mamíferos que se encuentran en situa ciones de alta fragmentación del hábitat, su diversidad alélica se ve fuertemente reducida, siendo particularmente susceptible las especies que son dependientes de los bosques, como es el caso del cusumbo (Jiménez-Ramírez, 2019). Trabajos realizados por Arroyo-Rodriguez et al. (2005) con el mono aullador (Alouatta palliata mexicana) en los Tuxtlas, México y López-Arévalo (2010) con el puerco espín (Sphiggurus mexicanus) evidencian que por su baja capacidad de desplazamiento entre fragmentos, los procesos de fragmentación aumenta el aislamiento de las poblaciones, caso similar a lo que ocurre con el cusumbo en nuestra área de estudio, reduciendo su posibilidad de supervivencia ante la acelerada pérdida de coberturas naturales. A esta poca conectividad y el gran aislamiento que puede estar sufriendo el cusumbo se le adiciona la presencia de perros, los cuales ejercen un impacto negativo en las poblaciones de esta especie (Zapata-Ríos & Branch, 2016; Jiménez-Ramírez, 2019).
Las especies que se encuentran bajo estos escenarios de alta fragmentación se ven obliga dos a moverse entre los fragmentos pequeños para poder cubrir sus requerimientos de hábitat (Zetterberg et al., 2010), por ende, el cusumbo tiene que arriesgarse a pasar por la matriz de no hábitat para llegar a otro fragmento, sin embargo, al ser una especie diurna (Rodríguez-Bolaños et al., 2003), el adentrase en esta matriz significa un gran peligro por la presencia de perros y otros factores antrópicos, ante esta amenaza, la actividad nocturna puede ser una estrategia para disminuir el peligro (Gaynor et al., 2018), siendo una especie catalogada como nocturna en la zona de estudio (Jiménez-Ramírez, 2019), de esta forma poder trasladarse de un fragmento a otro disminuyendo la probabilidad de muerte por depredación. De igual forma, en la zona de estudio se observa una reducción en el tamaño de grupo, siendo registrados únicamente individuos so litarios (Jiménez-Ramírez, 2019) siendo esta una especie altamente social, llegando a registrarse grupos de hasta 60 individuos en zonas conservadas (López-Arévalo et al., 1993; Sánchez & Alvear, 2003), pese a que la reducción en el tamaño del grupo en una especie social es un impacto negativo importante, la disminución del tamaño de grupo puede favorecer un poco el traslado de un fragmento a otro, ya que estando solitarios son menos visibles para los depredadores.
Otro factor importante que considerar en la conectividad de estas tres especies de mesodepredadores es la presencia de carreteras, desafortunadamente estas especies son reportadas por Delgado-V (2007; 2014) que sufre colisiones con vehículos en la vía el Escobero, ubicada en el municipio de Envigado, Antioquia, de igual forma, en la zona de estudio se registró a un cusumbo muerto en la vía y otro cruzando la vía a horas de la noche, evidenciando el riesgo que presentan estas especies en el momento de atravesar de un fragmento a otro, Fu et al. (2010) re portan que el impacto que generan las vías en la conectividad del paisaje en bosques de sureste de China, encontrado que las vías impactan negativamente la probabilidad de conectividad en un 32.78%.
Si los procesos de transformación de las zonas urbanas continúan de la misma forma que van ocurriendo hasta el momento, el escenario futuro de las coberturas de hábitat se verá afectadas de una forma drástica, disminuyendo las zonas de distribución de las tres especies a unos cuantos fragmentos, y presentando valores de IIC cercanos a 0, es decir que la conectividad para estas es pecies es casi inexistente. La reducción en el tamaño de los fragmentos da lugar a una progresiva pérdida de las especies, siendo una pérdida que se genera bajo un determinado orden (Patterson & Atmar, 1986; Jackson & Gaston, 2008), siendo las especies que presentan mayor área las prime ras en desaparecer cuando el fragmento pierda ese tamaño umbral (Cardillo et al., 2004; Santos & Tellería, 2006). Por lo tanto, en darse este escenario, las especies estarían aisladas y condenadas a desaparecer en el tiempo, caso similar es lo que ocurre con el lince ibérico, ya que las pobla ciones remanentes de linces son pequeñas, se encuentran en aislamiento y presentan una baja variabilidad genética, convirtiéndolos en una especie que puede sufrir un descenso poblacional drástico con gran facilidad (Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, 2008). Siendo fundamental implementar medidas en pro de conservar áreas prioritarias para la conservación de estas especies y que permitan generar conectividad entre estos fragmentos.
La cuantificación de la importancia individual de cada área de hábitat en términos de variación porcentual en el grado total de conectividad, permite un análisis adicional de apoyo a la toma de decisiones (Pascual-Hortal & Saura, 2008), la zona de estudio solo presenta dos fragmentos con altos valores de importancia de conectividad acumulada (dIIC) (Figura N°6), estos dos fragmentos son de gran relevancia para la conservación de las tres especies, ya que son los que presentan mayor conectividad, además, uno de estos dos fragmentos es el que presenta mayor área en la zona de estudio. De igual forma, este fragmento se encuentra en una ubicación de gran importan cia, ya que la distancia entre este fragmento y la Parque Nacional Natural Chingaza es pequeña (Figura N°6), siendo ésta una de las reservas más importantes de la región Andina, albergando a una gran diversidad de fauna, incluidas las especies de mesodepredadores registradas en nuestra zona de estudio (Vargas Ríos & Pedraza, 2004; Jiménez-Ramírez, 2019).
Una estrategia que puede ser de gran utilidad por las características presentes en la zona de estudio es la creación de reservas archipiélago en la cual se incluyan estos dos fragmentos junto con zonas que se encuentran delimitadas dentro de la Reserva Forestal Productora Protectora Cuenca Alta del Río Bogotá, el objetivo de este tipo de reservas es cubrir lo más posible de la diversidad regional mediante complementariedad entre distintas áreas, permitiendo aumentar la conectividad, evitando el deterioro de la biodiversidad en conjuntos de paisajes que integran mosaicos regionales con distintos grados de transformación humana (Halffter, 2005).
Además de la reserva archipiélago, aumentar la conectividad estructural de la zona de estudio por medio de corredores sería una acción fundamental para aumentar la conectividad de las es pecies entre los fragmentos. Una buena estrategia para aumentar la conectividad estructural es la creación de cercas vivas. Pese a que el origen de las cercas vivas tuvo lugar a la necesidad de resguardar al ganado en las zonas rurales, o a excluirlos de campos adyacentes (Martínez-Camilo et al., 2007), en términos de conservación las cercas vivas son consideradas como corredores dentro de los paisajes transformados, por lo tanto, su funcionalidad es característica de un corre dor, generando un espacio adecuado para el movimiento o desplazamiento de organismos entre diferentes fragmentos de bosque (Chacón-León & Harvey, 2007; Martínez-Camilo et al., 2007; De la Ossa-Lacayo, 2013), reduciendo los impactos que pueden sufrir las especies en matrices trans formadas (García Quiroga & Abad Soria, 2014).
Conclusiones
Debido a la alta transformación presente en la zona de estudio, el cusumbo, zorro y la oncilla presentan un área de distribución potencial de 108749,88 ha, 93899,64 ha y 81014,15 ha respecti vamente, presentándose de igual forma una baja conectividad del paisaje para las tres especies a las menores distancias umbral de desplazamiento planteadas, sin embargo, al aumentar en cinco veces la distancia de desplazamiento, la oncilla y el zorro pueden percibir los fragmentos como un solo componente, caso contrario ocurre con el cusumbo, ya que dado su poca capacidad de desplazamiento, el paisaje está conformado por gran cantidad de componentes.
Al generar el posible escenario futuro de la zona de estudio, se presenta una reducción con siderable en las distribuciones potenciales de las especies, dando como resultado un área de 26563,50 ha, 23110,11 ha y 15365,52 ha para el cusumbo, zorro y oncilla respectivamente, presen tados una ausencia de conectividad entre los fragmentos de hábitat resultantes.
La generación de áreas de conservación que incluyan los fragmentos que presentan mayor conectividad junto con áreas dentro de la Reserva Forestal Protectora Productora Cuenca Alta del Río Bogotá es una alternativa importante para la preservación de las especies de mesodepredadores, siendo las reservas archipiélago una estrategia que resultaría benéfica para las tres especies de mesodepredadores estudiadas y otras especies de mamíferos presentes en el área de estudio, junto con la creación de cercas vivas que aumenten la conectividad entre los fragmentos presen tes en la zona de estudio y de igual forma con el Parque Nacional Natural Chingaza.