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Revista signos

On-line version ISSN 0718-0934

Rev. signos vol.54 no.107 Valparaíso Dec. 2021

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-09342021000300711 

Estudios del Discurso

El análisis del discurso en Latinoamérica: Objetos, perspectivas y debates

Discourse analysis in Latin America: Objects, perspectives and debates

Elvira Narvaja de Arnoux1 

1Instituto de Lingüística, Universidad de Buenos Aires, Argentina, elviraarnoux@gmail.com

Resumen

El Análisis del Discurso (AD) en Latinoamérica se ha desarrollado desde fines de la década del sesenta del siglo pasado y tiene una fuerte presencia académica e investigativa en el continente. El objetivo del artículo es proponer una visión panorámica del campo que destaque su perfil propio. En ese sentido, abordaremos las condiciones de su surgimiento, tanto las circunstancias históricas como las referidas al lugar que las Ciencias del Lenguaje que abordan la discursividad tenían en el medio universitario y al posicionamiento de los primeros investigadores. Atenderemos, a partir de un relevamiento amplio y que privilegia las expresiones más actuales, a la articulación entre Semiologia/Semiótica y los Estudios del Discurso tal como se evidencia en publicaciones, redes, posgrados y eventos. Nos detendremos en la diversidad de materiales que se consideran y en los objetos de conocimiento que se recortan, señalando su inscripción temporal, el vínculo con problemáticas globales, regionales y nacionales y las prácticas sociales que se contemplan preferentemente. Abordaremos, luego, los referentes teóricos a los que remiten diferentes trabajos y las corrientes que se han consolidado en Latinoamérica a partir de un diálogo intenso con investigadores de otros países. Finalmente, nos referiremos a las zonas de reflexión que dan lugar a posiciones encontradas, como el alcance que hay que dar a lo interdisciplinario, las cuestiones metodológicas y lo que se asocia con ‘crítico’, término que aparece recurrentemente en las declaraciones de los analistas del discurso. Cerraremos el artículo planteando las posibilidades y limites de un Análisis del Discurso Latinoamericano.

Palabras Clave: Análisis del discurso; semiología; perspectivas discursivas latinoamericanas; interdisciplina; crítica

Abstract

Discourse analysis (DA) in Latin America developed as from the late 1960s, with strong academic and research activity in the continent. The aim of this article is to propose a panoramic view of the field, highlighting its distinctive profile. The article addresses the conditions of its advent, considering both historical circumstances and those regarding the place that Language Sciences dealing with discursiveness had in the university milieu and the positioning of early researchers. Based on a broad survey and privileging the most current expressions, the paper addresses the articulation between Semiology/Semiotics and Discourse Studies as reflected by publications, networks, graduate studies and events. It scrutinizes the range of materials considered and the objects of knowledge that arise, noting their insertion in time; link to global, regional and national issues, and the social practices preferentially considered. Then it looks at the theoretical reference points on which different papers are based and the currents that have become consolidated in Latin America through intensive dialogue with researchers from other countries. Finally, it refers to areas of reflection that give rise to opposing stances, such as the scope that should be given to interdisciplinary work, methodological matters, and what is associated to the term “critical” which arises recurrently in statements by discourse analysts. The article closes by positing the potential and limitations of a Latin American Discourse Analysis.

Key Words: Discourse analysis; semiology; Latin American discursive perspectives; interdisciplinary work; critique

Introducción

La amplitud del campo del Análisis del Discurso (AD) obliga a seleccionar determinados trayectos dentro de lo que consideramos, abarcadoramente, como el estudio de los modos de construcción del sentido y de los anclajes discursivos de la interpretación. En su instalación académica intervinieron, inicialmente, la Semiología y la Lingüística. Ellas han interactuado diferentemente desde entonces: en los comienzos, la Lingüística incidió en la teorización semiológica y en el enfoque de los objetos no verbales como ‘textos’; y, luego, fue a la inversa con el ‘descubrimiento’, en el campo lingüístico, de la multimodalidad. El AD también se ha constituido a partir del estudio de prácticas como la Lectura y la Escritura o de conjuntos de productos como los de los Medios de Comunicación o los que integran el vasto espacio de la Literatura con los diversos cambios acaecidos en sus modos de semiotización.

Hemos decidido atender a los recorridos más persistentes aunque deteniéndonos en lo que académicamente se considera el Análisis del Discurso en las carreras de Letras, Comunicación y Ciencias Sociales (dejando de lado su tratamiento en, por ejemplo, las de Ciencias Exactas y Naturales, Arquitectura, Medicina, Artes Plásticas o Danza), que se despliega a partir de reflexiones lingüísticas que interactúan desde el comienzo, como hemos señalado, con las que consideran, además de los verbales, otros sistemas de signos. La etiqueta ‘Semiótica discursiva’ da cuenta, por ejemplo, de esa articulación aunque designe una corriente particular, lo mismo que ‘Semiótica interpretativa’ o ‘Semio-lingüística’. Las revistas, a veces, engloban los campos de la semiótica y el discurso en sus presentaciones como DeSignis de la que se dice que es ‘una revista de semiótica y de estudios del discurso’. O se definen como ‘revista de semiótica’ y señalan que su ‘propósito central es promover, desarrollar y poner en circulación los debates contemporáneos en torno a los problemas de los distintos discursos verbales y no verbales…’, como lo hace Tópicos del Seminario.

Nos interrogaremos, en primer lugar, por el perfil del AD en Latinoamérica y el impacto académico del campo. Luego abordaremos materiales y objetos de estudio y nos referiremos a los referentes teóricos y las corrientes más consolidadas. Finalmente, consideraremos las posiciones y debates respecto de lo interdisciplinario, las cuestiones metodológicas y la dimensión crítica.

1. En torno a la especificidad del Análisis del Discurso en Latinoamérica

El Análisis del Discurso ha adquirido un amplio desarrollo y un perfil particular en Latinoamérica motivados por la historia del continente, el posicionamiento de los investigadores y la fuerte presencia de las ciencias del lenguaje en sus instituciones académicas y educativas. Su especificidad, más allá de las tradiciones nacionales, se asienta en la envergadura de los trabajos, en la fortaleza y la continuidad de los organismos que los nuclean, en muchas de las redes que se conforman y en las tareas compartidas. En ese sentido, Adriana Bolívar, al inaugurar el Canal de ALED, el 14 de agosto de 2020, señaló que a partir del trayecto recorrido estamos en condiciones de “hablar de un análisis del discurso latinoamericano”. De la misma manera al referirse a la Semiótica Discursiva, Barros (2012) ya planteaba que “los estudios semióticos en América del Sur no son más periféricos sino que, al contrario, forman parte de una Semiótica en mayúsculas”.

En relación con los aspectos históricos, el gesto independentista que llevó a la creación de los Estados nacionales permaneció en muchos sectores de la vida del continente como un mandato que imponía un pensamiento emancipatorio, es decir, capaz de cuestionar los saberes hegemónicos desde su confrontación con la realidad de nuestros países, lo que obligaba a reflexionar con un grado importante de autonomía. Expresión actual de aquellos es la publicación hecha por Resende (2019) de un libro en el que indaga sobre la matriz colonial y adopta un gesto militante de resistencia.

Las dificultades de la construcción democrática, que se expresó en golpes de Estado, violencia política y dictaduras militares, llevaron a una intensa interrogación por la situación de los países periféricos, la acción de los centros de poder, la subalternización marcada y progresiva de los sectores populares y la situación de los grupos socialmente minorizados. Pero, en todos los casos, la idea de un destino común y el ideal de una democracia verdadera e, incluso, radical sostuvo en mayor o menor medida la indagación analítica aunque se localizaran los objetos de estudio en los respectivos países.

Respecto del posicionamiento socialmente crítico de los investigadores, este se manifestó ya netamente en el paso de la década del sesenta al setenta y una parte de esta, variable según las historias nacionales. Es el momento en el que se comienza desde las universidades a considerar los aportes de la Semiología, de los estudios de las diversas expresiones de la cultura popular y de los primeros esbozos del Análisis del Discurso. En México, por ejemplo, ya en 1976, en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colegio de México se dictó un curso doctoral en el que se analizaba críticamente la teoría de Greimas (Broden, 2021). En 1978 se realizó un coloquio con los representantes más destacados del AD francés y Noé Jitrik, exilado argentino, dictó un seminario sobre el AD y en el primer número de DisCurso, órgano creado por él en 1983, afirmaba “ningún acto verbal es inocente, pues siempre se presenta estructurado por instancias sociales concretas” (Emilsson, 2008: 21). En Brasil, un antecedente importante es la primera visita de Greimas en 1973, que implicaba la existencia de un grupo académico interesado por esta perspectiva, nucleado en el Centro de Estudios Semióticos. Por otra parte, la institucionalización del AD en su corriente de Análisis del Discurso Materialista, con fuerte influencia del pensamiento de Michel Pêcheux, en el que ideología, sujeto e historia son esenciales en la reflexión sobre la discursividad, se institucionalizó en Campinas a partir de 1979, aunque ya había investigaciones previas (Puccinelli Orlandi, 2019). En Argentina, en el paso de la década del sesenta al setenta, como efecto de la desacralización de los discursos de la ‘cultura alta’, tuvieron un gran impulso los trabajos relacionados con la comunicación de masas desde la perspectiva semiológica. Se abordaron, así, géneros como los publicitarios, la historieta, la fotonovela, el dibujo humorístico, el cine. Una figura importante en ese sentido fue Eliseo Verón que estuvo al frente del proyecto de creación de la Asociación Argentina de Semiótica, lo que se efectivizó en 1970. Cuando el semiólogo Luis Prieto dirigió en 1973 la cátedra de Lingüística y Semiótica en la Universidad de Buenos Aires, que buscaba introducir a los estudiantes en las corrientes más innovadoras de los estudios sobre el lenguaje, uno de los módulos se refería al Análisis del Discurso. Como efecto de estos movimientos debemos citar la aparición de la revista Lenguajes en 1974, dirigida por Verón, Traversa, Steimberg e Indart y la publicación en 1976 de El signo ideológico y la filosofía del lenguaje de Valentín Voloshinov. En Chile, el intenso proceso de movilización política que se dio desde fines de la década del setenta hasta 1973 impulsó estudios en los que la ideología ocupaba un lugar central en la crítica social y cultural al colonialismo, sobre todo a partir del análisis de materiales de la cultura de masas. Para leer el Pato Donald de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, publicado en 1971, tuvo una notable difusión e influyó en los Estudios Culturales posteriores.

El corte dictatorial en ciertos países, interrumpió aquellos desarrollos, que se recuperaron con las aperturas democráticas. En ese sentido, es significativa la creación en 1984 y su implementación al año siguiente de la cátedra de Semiología y Análisis del Discurso en el primer año de la mayoría de las carreras humanísticas y de ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires (Argentina), que se proponía desarrollar en los estudiantes la capacidad de leer críticamente los discursos sociales. De esta manera se retomaba el período anterior, al que nos hemos referido, con una marcada preocupación por recuperar la memoria histórica, lo que implicaba, para los investigadores y docentes, ubicarse como sujetos comprometidos con su tiempo, críticos respecto del pasado reciente y convencidos de la importancia de actualizar los programas, siguiendo los avances más destacados en las diferentes áreas, para poner otra vez a la universidad de pie.

Si pensamos en la fuerte impronta institucional de las Ciencias del Lenguaje, el tercero de los puntos a los que nos referimos al comienzo. debemos volver la mirada a un período anterior y valorar la importancia en nuestras universidades de, primeramente, la Filología y la Estilística y, luego, del Estructuralismo. En esos marcos se formaron los primeros investigadores que iban a abrazar el Análisis del Discurso. Llegaban a este nuevo espacio con fuertes aprendizajes acerca del estudio de los textos, preferentemente literarios, conociendo las huellas del sujeto y del contexto, los lazos intertextuales (a partir del análisis de las ‘fuentes’), los significados que convocaban los distintos niveles del lenguaje, no solo el léxico, y abiertos al análisis de estructuras complejas. Los vínculos de las universidades con el sistema educativo llevaron a que estas corrientes se abrieran camino en otros niveles de enseñanza, que a partir de la segunda mitad de la década del ochenta comienzan a incluir categorías y modos de operar con los textos que provenían del desarrollo del área del AD en la universidad. La preocupación pedagógica fue uno de los motores del temprano interés (comienzos de la década del noventa) por los procesos de lectura y escritura no solo en los estudios superiores sino también en los otros niveles educativos.

2. Impacto académico del AD

Al considerar la perspectiva crítica nos hemos referido a cuatro países que se caracterizaron por lo temprano de los posicionamientos en ese sentido en el medio universitario debido a las particulares condiciones históricas: Brasil, Argentina, México y Chile, a comienzos de los setenta y luego de los ochenta. Debemos agregar, respecto de la incidencia del AD con base lingüística o semiótica, a Colombia, que en el marco de la Maestría en Lingüística y Español, creada en 1970 en Cali, se organizó en 1980 un grupo de Estudios del Discurso, integrado por docentes que habían estudiado en Francia e Inglaterra y ya en 1985 María Cristina Martínez presenta los resultados de su investigación sobre el Análisis del Discurso de los manuales escolares de las Ciencias Naturales y Sociales. En Perú, por su parte, en 1980 Desiderio Blanco y Raúl Bueno publican una metodología de análisis semiótico, centrado particularmente en el discurso literario; y, en Venezuela, a mediados de la década del ochenta se conforma un grupo de Semiótica Discursiva. La influencia de las corrientes francesas fue decisiva (Carbó, notas en Emilsson, 2008; Barros, 2012; Carbó, 2012; Puccinelli Orlandi, 2019; Arnoux, 2019a). Sin embargo, no dejaron de estar presentes los desarrollos surgidos de la Sociolingüística variacionista y la Pragmática (Menéndez, 2020) así como de la Lingüística Aplicada a la enseñanza de lenguas (Harvey, 2012). También en la misma época investigadores de otros países abordaban discursos políticos y sindicales aunque no se consolidara un espacio institucional, por ejemplo en República Dominicana como señala Marina Aybar Gómez (Canal ALED).

Debemos destacar la existencia de fuertes redes como las construidas tempranamente: la Federación Latinoamericana de Semiótica (FELS, 1987); la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso, ALED (1995), surgida del I Coloquio Latinoamericano de Analistas del Discurso en Caracas; y la Cátedra Unesco en Lectura y Escritura desde una Perspectiva Interactiva y Discursiva para el Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación en América Latina (1995), creada en la Universidad del Valle, en Cali, Colombia (Martínez, Arnoux & Bolívar, 2020). La primera, más centrada en los discursos multimodales y mediáticos; las otras dos privilegiaron en un primer momento lo verbal y, luego, en algunos casos, se inclinaron por la integración en el análisis de otros sistemas semióticos recuperando la tradición semiológica. Esta se reactivaba por los planteos que desde mediados de los noventa se dieron en el ámbito de la Lingüística Sistémico Funcional, sobre todo en aquellos discursos en los que lo visual se imponía, y que más tarde, al introducir lo gestual y valorar el cuerpo, retomaron las reflexiones de los Estudios Culturales.

A partir de las organizaciones a las que nos hemos referido antes se crearon otras redes, numerosas, en torno a prácticas, problemáticas sociales, perspectivas teóricas u objetos semióticos específicos, integradas por investigadores de los distintos países, como la Red Latinoamericana de Análisis del Discurso de la Pobreza Extrema, iniciada en 2005, o la Red de Estudios sobre Multimodalidad. Algunas, incluso, han sido desarrolladas desde Europa por investigadores latinoamericanos, como la de Estudios sobre el Discurso de la Cortesía en Español (EDICE), dirigida por Diana Bravo en Estocolmo, desde la perspectiva de una Pragmática Sociocultural, que aborda también las variadas formas de descortesía, incluso las agresiones personales e insultos en discursividades variadas, entre otras, políticas y mediáticas (Bravo, 2019). Redes ligadas a proyectos de investigación plurinacionales, que cristalizaron a menudo en publicaciones colectivas, han sido impulsadas por europeos, como la de Teun van Dijk sobre Racismo y Discurso en América Latina, o financiadas por la Unión Europea. Questioning Traumatic Heritage: Spaces of Memory in Europe, Argentina and Colombia (Speme). Son también numerosas las redes más locales, que se reconocen como investigadores en AD, sobre todo en Brasil, por ejemplo el Grupo de Estudios Discursivos de la Universidad de Goiás, el Núcleo de Análisis del Discurso de la Universidad de Minas Gerais, el Grupo de Estudios Semióticos de la Universidad de San Pablo, o el Grupo de Estudios en Semiótica y Discurso de la Universidad Fluminense.

Se han creado revistas específicas que difunden los trabajos de investigadores en el área como la pionera DisCurso. la Revista de Teoría y Análisis, RALED (Revista de ALED, 2001), Cadernos Discursivos, Bakhtiniana. Revista de Estudos do Discurso, Tópicos del Seminario, Estudos Semióticos, Galáxia, Cadernos de Semiótica Aplicada (CASA), DeSignis, Heterotopías. No podemos dejar de considerar Discurso & Sociedad, creada por Teun van Dijk y que incluye en su Comité editor a numerosos investigadores latinoamericanos. Hay, por supuesto, revistas que le otorgan al AD un lugar privilegiado como, entre muchas otras, Signo y Seña, Signos, Traslaciones, Rétor, Estudios de Lingüística Aplicada, Cadernos de Linguagem e Sociedade, Línguas e Instrumentos linguísticos. Si bien imponen en la escritura los formatos dominantes en la redacción de los artículos científicos, algunas, como RALED, admiten las variaciones del ensayo, en lo que se evidencia la tradición de las Humanidades y la influencia de escrituras como las de la crítica literaria. Como no podemos dejar de señalar, el AD está presente en numerosas páginas Web organizadas por universidades y grupos de investigación y más recientemente en canales de Youtube, como el de ALED. Asimismo, las nuevas tecnologías han facilitado el desarrollo de proyectos de formación y difusión como los ‘24 Objetos Virtuales de Aprendizaje (OVAS) para el fortalecimiento de la Lectura Crítica en los estudiantes universitarios’ de la Universidad del Valle.

Han surgido postgrados específicos en diferentes universidades como, por ejemplo, la Maestría en Análisis del Discurso en la Universidad de Buenos Aires en 1997, la Maestría y el Doctorado en Estudios del Discurso, en el 2000 en la Universidad Central de Venezuela, uno de cuyos antecedentes es la Maestría en Semiótica de la Universidad de Los Andes (1985), la Maestría en Sociosemiótica (1991) y el Doctorado en Semiótica (2003) de la Universidad Nacional de Córdoba, o la Maestría en Semiótica Discursiva (2003) de la Universidad Nacional de Misiones. Algunos postgrados han dado un amplio impulso al AD como, entre otras, la Maestría en Lingüística de la Universidad Tecnológica de Pereira. Incluso, se ha impuesto en diversas licenciaturas como señala María Eugenia Flores para el caso de la Universidad de León en México, en la que los estudios sobre el discurso tienen una fuerte impronta interdisciplinaria (ALED, Canal). Su implantación universitaria ha generado multiplicidad de tesis y trabajos finales. En un relevamiento realizado por Resende y Magalhães (2020) solo en cuatro universidades brasileñas entre 2008 y 2017 se han defendido 164.

El dinamismo del área se ha expresado en los congresos internacionales como, por ejemplo, los de FELS (14), ALED (14) o de la Cátedra Unesco (9), acompañado de múltiples encuentros regionales y nacionales encarados por universidades y por redes centradas en alguna problemática, además de importantes sesiones sobre Análisis del Discurso en los congresos de lingüistas, como los de la Asociación de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL).

3. Materiales y objetos de estudio

Los estudios empíricos han tenido un amplio despliegue en Latinoamérica y han permitido interrogar teorías, hacer aportes en diversos campos, no solo en los estudios del discurso, y afinar categorías teóricas y analíticas. Se han abordado diversas discursividades en función de problemáticas tanto sociales y políticas como pedagógicas y mediáticas. En algunos casos las publicaciones recortan en el espacio nacional las problemáticas que tratan (Olave & Arnoux, 2016).

Algunos tipos de discurso se han mantenido a lo largo del desarrollo del campo, como el discurso político, el periodístico, el académico, el cinematográfico o la publicidad; otros han sido indagados con mayor intensidad en diferentes momentos, como el religioso (tanto los textos sagrados como los propios de las ceremonias celebradas por distintos cultos, o el peso de algunas iglesias en la conformación de subjetividades cívicas conservadoras, o los rasgos de la discursividad de algunos hombres de iglesia); o el jurídico (sentencias, informes policiales o de peritos, alegatos y defensas; también, interacciones entre testigos y abogados litigantes, Carranza, 2010); o la historieta (Steimberg, 2020). E, incluso, otros han tenido desarrollos parciales tempranos y se han reforzado por la consolidación de esa zona de reflexión dentro del AD, como los estudios sobre la argumentación política y académica o los discursos propios de la cultura popular.

Algunas temáticas han sido respuestas locales a preocupaciones que se han manifestado globalmente, como el racismo, el clasismo o el género y las discriminaciones y violencias que sufren los sectores minorizados y los migrantes, además de las noticias falsas, las nuevas tecnologías con sus modos de comunicación y de control, la discursividad de las derechas autoritarias y las referidas a los problemas medioambientales, la incidencia de la pandemia en las discursividades políticas, los discursos en torno al lenguaje inclusivo, o los modos discursivos de la posverdad.

Otros temas han tenido un particular desarrollo en América Latina, como los discursos respecto de o desde la pobreza y la indigencia (los discursos de los ‘sin techo’, por ejemplo), motivados por las grandes desigualdades que se viven, o sobre el discurso populista con los rasgos particulares que ha asumido tradicionalmente en el continente, o las memorias discursivas y los discursos de las víctimas que soportaron los variados ejercicios de la violencia, o los discursos que evidencian hibridaciones propias del mestizaje o la interculturalidad.

Otros se relacionan más específicamente con situaciones nacionales como los discursos acerca de la violencia armada, los desplazamientos forzados y la políticas de seguridad, que han adquirido un peso particular en Colombia; o la situación de la comunidad negra, en Brasil; o el discurso ‘narco’ en México; o sobre la literatura oral andina con los juegos propios de una sociedad multilingüe, en Perú; o los discursos de resistencia de sujetos y comunidades indígenas frente a una sociedad que los minoriza, en Chile.

Algunos ejes son prácticas discursivas como la reformulación y, en relación con ella, además de las transposiciones semióticas (Traversa, 2020), las operaciones de escritores expertos respecto del texto propio, las correcciones de textos de estudiantes y la reescritura por parte de estos, las adaptaciones a un nuevo público y el ejercicio de la traducción. Estos temas son abordados por la Crítica Genética (Lois, 2001). Si bien sus trabajos primeros se centraban en los manuscritos de los escritores, lo que permitió armar en el caso latinoamericano un inestimable ‘archivo’ de ediciones críticas, integró luego pre-textos de campos variados.

El análisis del discurso científico (médico, psicoanalítico, jurídico, histórico,…), su presencia académica, los modos profesionales y las variadas formas de su divulgación, o los arbitrajes de revistas científicas, se impuso tempranamente gracias a los que se interesaban por los modos de afirmación social de las disciplinas y por las posibilidades del trabajo interdisciplinario. Respecto de los saberes acerca de la lengua, se han analizado tanto los discursos de lingüistas como los discursos propios de los instrumentos lingüísticos -entre otros, gramáticas, retóricas, diccionarios- a los que se agregan manuales de regulación de la discursividad -de conversación, de correspondencia, de composición, manuales de estilo periodísticos- en relación con las condiciones de producción de dichos textos. Asimismo, se han abordado intervenciones de intelectuales, periodistas y escritores sobre las lenguas, en las que se aúnan descripción y prescripción y que pueden presentarse en forma de ensayos o de notas periodísticas. Estos discursos ‘profanos’, que exponen representaciones y valoraciones metalingüísticas, incluyendo en la categoría los proferidos por sujetos comunes que se expresan en conversaciones o en foros de discusión, integran el campo de lo que algunos designan como ‘lingüística popular’ (Baronas & Pagliatini Cox, 2019).

El estudio del discurso académico, en particular, tendió a apoyar a los estudiantes tanto de grado como de posgrado en su carrera y a evaluar la importancia de la escritura en la producción de conocimiento, lo que se manifiesta en numerosos trabajos sobre la elaboración de tesis y la redacción de artículos científicos. El AD fue la base de la elaboración de diagnósticos puntuales sobre las dificultades en la lectura y la escritura de textos complejos propios de los estudios superiores, destinados a elaborar estrategias de intervención pedagógica. También se ha indagado en los discursos profesionales en diferentes áreas, atendiendo a los modos de conceptualizar y a los despliegues genéricos (Parodi & Burdiles, 2015).

La perspectiva pedagógica de muchos investigadores impulsó un amplio desarrollo del AD en relación con procesos y prácticas en el sistema educativo: las interacciones verbales en el aula, el reconocimiento de géneros y registros, la mirada crítica sobre las normativas escolares o las evaluaciones del desempeño de los estudiantes, la clasificación de los modos de referir enunciados, los modos de argumentar y de narrar, la adquisición del lenguaje en los niños desde una perspectiva discursiva, los procesos de lectocomprensión en lenguas extranjeras. Asimismo, se desarrolló el amplio campo del estudio de los textos escolares, las operaciones que solicitaban, las representaciones de los destinatarios, el juego multimodal que los constituye y los aspectos ideológicos en el tratamiento de los temas o de sectores sociales minorizados como afrodescendientes o indígenas. Los aspectos didácticos apoyados en los saberes discursivos, pedagógicos y de variadas disciplinas de las ciencias sociales y humanidades sirvieron en las propuestas de formación de lectores críticos y escritores capaces de dominar y transgredir los dispositivos de producción de textos, lo que implicó cuestionamientos y apoyos a la gestión educativa de los respectivos países (Cárdenas Páez, 2016; Ramírez, Vallejo & Cisneros, 2018).

Desde una perspectiva amplia de literacidad que considera prácticas socioculturales y semióticas diversas del uso del lenguaje, se han estudiado y han incidido en la formación docente los ‘umbrales’ en el proceso de alfabetización (como lo desarrolla el equipo de la Universidad de Misiones). Asimismo se han focalizado las posibilidades de reconocimiento de aquellas en el ingreso a la educación formal de grupos minorizados o sometidos a diferentes formas de discriminación como los identificados con los grupos LGBTQ. También se ha reflexionado en el enriquecimiento pedagógico del aula derivado de esa integración y el tratamiento de temas que los involucran desde una perspectiva decolonial (Mendonça, 2020). Las prácticas de lectura y escritura de la población en situación de calle han sido también objeto de indagaciones. En la medida en que las formas de resistencia de los grupos subalternizados son también expresión de su lucha por la vida, a la que se ven enfrentados cotidianamente, se ha elaborado el concepto altamente productivo de ‘letramento de reexistência’ (Souza, 2011). Por otra parte, la consideración del carácter performativo de la discursividad ha llevado a propuestas didácticas de visibilización (en el marco de un ‘letramento’ racial crítico) de aquello que se repite y remite a discursos ya existentes. Se intenta, a partir de transgresiones y nuevos discursos, transformar la realidad social (Melo & Rocha, 2015).

El desarrollo de la Teoría Literaria con una fuerte presencia de los formalistas rusos, primero, y luego, de la Semiótica Discursiva y de la Semiótica Interpretativa, llevó a que el discurso literario fuera un objeto de indagación muy transitado en la medida en que permitía explorar las potencialidades del lenguaje, indagar en su ‘función poética’ y poner a prueba, gracias a su complejidad, los hallazgos teóricos. Estos fueron interrogados, atendiendo a la dimensión social y estética de los textos, desde el análisis de producciones latinoamericanas (Quezada Macchiavello, 2020). Asimismo, se han considerado, desde distintas perspectivas, la canción popular, los relatos en las tradiciones orales, las narrativas transmedia, el cancionero folklórico, el rap desarrollado en los grupos hip-hop o los cantos de cancha, entre otros.

El desarrollo de la Historia como disciplina no ha sido ajena a la preocupación por los aspectos lingüísticos no solo para el tratamiento de los documentos y la comprensión de las identidades y ‘mentalidades’ de una determinada época (en lo que el estudio del léxico se vio como necesario) sino también para la reflexión sobre su propia práctica, de allí que se haya indagado en el discurso de la Historia dentro de los debates historiográficos. Los analistas del discurso se han interesado bastante tempranamente por el discurso histórico ya que el contraste de textos sobre un mismo acontecimiento permitía, como en las crónicas periodísticas, el estudio de los aspectos ideológicos que incidían en la discursividad. En relación con la conformación de los Estados nacionales y con momentos importantes en el devenir de nuestras sociedades se focalizaron los textos didácticos que circulaban por el sistema educativo. En este sentido, se abordó cómo se construían objetos discursivos como ‘pueblo’ o ‘nación’ o las constantes y variaciones en los relatos ejemplares que circulaban en la escuela. Los estudios sobre la memoria social y los modos discursivos de construirla ocuparon un lugar importante en relación con la historia latinoamericana reciente tanto en lo referido a las dictaduras como a los modos de ejercicio de la violencia armada y las formas de violación de los derechos humanos. Los textos escolares de Historia constituyen un objeto importante de análisis así como las interacciones en el aula en las cuales los profesores articulan, en una dinámica particularmente interesante, que apela a lo verbal y a lo visual, el hacer memoria con el presente (Oteiza, 2006, 2018). El estudio de los discursos autobiográficos, inicialmente en el campo literario, incidió también en el análisis de variadas ‘historias de vida’, su presencia en discursos de los políticos y también de entrevistados o de cineastas y artistas de diferentes procedencias sociales y sometidos a variadas experiencias traumáticas (Arfuch, 2018).

El discurso periodístico ha provisto habitualmente de materiales significativos para el análisis de la ideología no solo por su incidencia en la vida pública sino porque la prensa constituye un espacio en el que conviven diferentes géneros con sus propios formatos y jerarquías. El estudio de la argumentación ha encontrado materiales que la despliegan, como los editoriales o las notas firmadas, o que evidencian la dimensión argumentativa de los relatos, como en el caso de las crónicas, o que muestran con particular nitidez la construcción de objetos discursivos tanto, por ejemplo, en los policiales como en los clasificados. El estudio histórico del aparato prensa ha permitido determinar representaciones de época sobre los grupos minorizados, como en el estudio de los breves anuncios de la venta de esclavos o de la huida de algunos de ellos, o en la referencia a los indígenas en los relatos periodísticos de las ‘campañas al desierto’. Asimismo, la historización de la prensa contestataria ha facilitado el relevamiento de las formas de resistencia y de los discursos contrahegemónicos (di Stefano, 2013). Por otra parte, en la prensa de gran tirada y en el análisis contrastivo de noticias se han podido ver las diferencias ideológicas y los lugares de disputa.

Si bien el interés por los aspectos verbales es dominante, los objetos multimodales han sido abordados desde los inicios del campo por el peso, como dijimos, de la Semiología (Sargentini, Curcino & Piovezani, 2011) y el interés por los medios de comunicación masivos y por aspectos diversos de la cultura popular. En esta atención a la combinación de variados tipos de signos han intervenido, por otro lado, los trabajos sobre las interacciones orales que exigían considerar la proxémica, la mirada, los rostros, la gestualidad en conversaciones entre distintos interlocutores con estatutos y roles diferenciados. En la actualidad, los medios digitales complejizan la problemática no solo por la habitual multimodalidad y multimedialidad de los textos y por las peculiaridades que adoptan las interacciones conversacionales en aquellos, sino también porque interrogan categorías como contexto, espacio y tiempo afectando la construcción de las identidades (Noblía, 2019) o porque transforman el espacio público o la esfera política (Escudero Chauvel, 2019). En las investigaciones aparecen, además del estudio de la dinámica de las redes sociales, nuevos temas como la hipervisibilidad de los migrantes, por ejemplo, que ocultan procesos de invisibilización de sus problemáticas, y la activación de memorias en las fotografías que los representan. También son particularmente etimulantes las indagaciones sobre el vínculo entre producciones plásticas y escriturarias o la influencia de la pandemia en los usos indumentarios por la presencia del barbijo, o las metáforas verbales y visuales en relación con la preservación del medio ambiente, o el discurso de la cybercultura. Otros temas se refieren a las representaciones del cuerpo, sus posiciones en las diferentes prácticas sociales y su peso en el activismo identitario (Aires Gomes, Vieira & Carvalhó, 2021). Se focaliza, por otra parte, la incidencia de canales, medios, soportes y de los modos de articulación de signos diversos (verbales, visuales, gestuales) en la construcción del sentido de los enunciados. Los investigadores abordan, como lo hacen aquellos que se restringen a lo verbal, los procesos de reproducción y transformación de las representaciones, con sus respectivas valoraciones, y analizan cómo actúan sobre el universo social generando a partir de los efectos de sentido gestos de dominio o de resistencia (Pardo, 2020a, 2000b).

4. Corrientes y referentes teóricos

En Latinoamérica el AD, como campo académico que reúne las disciplinas que estudian la discursividad y los modos semióticos de significar, se ha desarrollado a partir de diversas formas de apropiación de perspectivas europeas y, en algunos casos, norteamericanas pero operando, en general, sobre ellas desplazamientos significativos (Paula & Stafuza, 2010). Estos han sido motivados, como dijimos en la introducción, por la tradición de las ciencias del lenguaje en el continente, los modos de implantación universitaria y los avatares políticos dominantes pero también por los objetos y problemáticas que se fueron privilegiando. Los numerosos análisis de materiales diversos interrogaron las teorías de partida, en algunos casos se interesaron por hacer aportes en ese sentido y, en otros, privilegiaron el reconocimiento de fenómenos discursivos complejos de nuestra realidad social, que permitía explicar fenómenos anómalos para miradas políticas de otras latitudes, como determinados liderazgos políticos.

Los referentes teóricos ‘clásicos’ de los analistas del discurso son diversos. Algunos ocupan un lugar dominante, como Pêcheux en el Análisis del Discurso Materialista; Bajtín en las propuestas de Beth Brait y Pampa Arán; Halliday, en el Análisis Crítico del Discurso; Greimas, en la Semiótica Discursiva; Ducrot en la Semántica Argumentativa. En todos los casos, los acompañan otros investigadores que han desarrollado aspectos que han hecho avanzar esos marcos de reflexión y que entablan relaciones de filiación con los primeros. Pero también hay pensadores que son citados por investigadores de diferentes corrientes. Un ejemplo emblemático es Michel Foucault, cuyas reflexiones teóricas expuestas en sus amplios análisis históricos o en textos como La arqueología del saber, El orden del discurso o las clases editadas con posterioridad a su muerte, son un estímulo permanente por los abordajes originales respecto de los vínculos históricos del hombre con el lenguaje, el universo de restricciones que operan sobre la producción discursiva del sentido, los modos de control y las tecnologías puestas a su servicio así como las formas de resistencia que han acompañado el devenir de las sociedades. Desde una postura discursiva deconstructivista, interesada por los procesos de subjetivación, se articula el pensamiento de Foucault con el de Derrida y Lacan. Es el caso de María José Coracini que aborda tanto la interacción en el aula como la discursividad de personas en situación de calle o los migrantes (Coracini, Prieur & Djordjeviċ, 2017).

Un referente teórico que no podemos dejar de relevar es Dominique Maingueneau, cuya influencia en el ámbito hispanoamericano fue importante a partir de la temprana traducción, en 1980, de Introducción a los Métodos de Análisis del Discurso. Sus reflexiones, que algunos enmarcan en una Pragmática enunciativa, parten de análisis empíricos detenidos acerca de los campos más variados de la discursividad: literatura, filosofía, publicidad, medios de comunicación de masas, academia, religión, géneros escolares, pornografía, entre otros. A partir de ellos define o redefine categorías conceptuales o releva problemáticas que constituyen caminos significativos para la exploración de los discursos, como escenas enunciativas, discursos constituyentes, particitación, paratopía o frases sin texto (Baronas & Possenti, 2011).

Otra figura próxima del ámbito francés cuyos trabajos han tenido amplia repercusión en Latinoamérica, es la de Patrick Charaudeau cuyo enfoque semiolingüístico aborda los discursos no solo atendiendo a los diversos sistemas de la lengua sino también a los juegos intersemióticos y a la incidencia en la interacción de aspectos psicológicos y sociales. Su preocupación por la situación de comunicación y la de enunciación lo ha llevado al análisis de contratos de habla, imaginarios socio-discursivos, construcción de identidades, implícitos y modos de persuasión. En sus análisis define las categorías con las que opera y reflexiona teóricamente. Sus estudios sobre los medios (prensa escrita, radio, televisión) y sobre la discursividad política incidieron significativamente en la producción latinoamericana (Carneiro, 1996).

A lo largo del recorrido del AD en Latinoamérica otra figura ha sido recurrente no solo por sus aportes teóricos, sus propuestas investigativas y sus síntesis de los distintos momentos de desarrollo del campo, sino también por su organización de redes de investigación, el apoyo a emprendimientos latinoamericanos y la puesta en marcha de Discurso & Sociedad. Me refiero a Teun van Dijk, quien ha adoptado en muchos de sus trabajos una orientación sociocognitiva, en la que las ideologías son consideradas marcos básicos de cognición social compartidos que organizan las representaciones sociales e inciden en las actitudes de los sujetos y en sus producciones discursivas. Un aporte central es el tratamiento del contexto en ese marco ya que se postula que los modelos de contexto (modelos mentales) articulan las estructuras discursivas con las situaciones sociales y la estructura social (van Dijk, 2012). El análisis de los aspectos cognitivos en el AD permitió la integración posterior de aportes de la Lingüística Cognitiva como, entre otros, el análisis de las metáforas conceptuales, la activación de marcos semánticos, la multimodalidad de los esquemas cognitivos, la perspectivización y el perfilamiento de eventos y actores (Bürki & García Agüero, 2019). No podemos dejar de considerar, en relación con estos temas, que un aporte temprano para el análisis de la construcción de objetos discursivos y de los procesos de referenciación ha sido la perspectiva de la Lógica Natural de Jean-Blaise Grize y la Escuela de Neuchâtel (Gutiérrez Vidrio, 2017).

El Análisis del Discurso Materialista tuvo en Brasil un desarrollo destacable, que Puccinelli Orlandi (2019) diferencia del análisis discursivo pragmático en el que engloba las otras tendencias. La perspectiva de Pêcheux, que es la dominante, articula el saber lingüístico, que interviene en los modos de abordaje de las materialidades discursivas, con el Marxismo y el Psicoanálisis, evidenciando en esto la impronta althusseriana (Zoppi Fontana, 2013). En relación con lo lingüístico, si bien el distribucionalismo harrisiano tuvo un papel primero, la Teoría de la Enunciación influyó por la importancia asignada al sujeto, aunque se lo pensara desde la perspectiva ‘materialista’ como descentrado e interpelado ideológicamente. En esta corriente, el discurso es considerado como la materialidad de la ideología (que se sostiene en la ya dicho pero olvidado) y en relación con este concepto se abordan las formaciones discursivas, el interdiscurso, los preconstruidos, es decir, aquello exterior o independiente de lo que es construido en el enunciado, las condiciones de producción y la historicidad, que liga la estructura y el acontecimiento. Los tipos de memoria han sido considerados recurrentemente y pensada la narratividad como el lugar de un posible acceso a la memoria ya que es la forma en que ella se dice en los procesos identitarios. En este marco teórico se han analizado objetos diversos como, entre otros, los provenientes de la música popular (Fanjul, 2018).

El Análisis Dialógico del Discurso, tal como lo designa Beth Brait refiriéndose a los aportes no solo de Mijail Bajtín sino de lo que se llamó el Círculo de Bajtín (Brait, 2006), se centra en las interacciones verbales propias de cada esfera de la vida social analizando la presencia del otro, los modos de remitir a él, los puntos de vista que se enfrentan en unidades que van de la palabra a la obra de un autor. Se parte tanto de que el dialogismo es constitutivo del lenguaje como de que el pensamiento de Bajtín es radicalmente crítico. Los enunciados son pensados siempre como réplicas, retomes, respuestas, rechazos, negaciones de otros, reconociendo así la alteridad a partir de la cual se construyen las identidades. En ese marco se analiza la polifonía textual -las diferentes voces que conviven en un texto- así como la heteroglosia social. En ambos casos se cuestiona lo unitario y homogéneo que se pretende ya sea en la búsqueda autoritaria de monologismo, o en la imposición de una perspectiva monoglósica respecto de las lenguas. Esta corriente ha nutrido investigaciones sobre variados objetos, desde las obras literarias a la adquisición del lenguaje en el niño y la alfabetización intercultural o desde la escritura femenina a la bivocalidad en las lenguas criollas. Pampa Arán, por ejemplo, proyecta también el dialogismo en el análisis de la plástica (Arán, 2020). En muchos casos se articula con otros aportes como, por ejemplo, los procedentes de la Semiótica Cultural de Lotman en el grupo de la Universidad Nacional de Misiones, dirigido por Ana Camblong (2017), o los propios del estudio de la discursividad social de Marc Angenot como en el equipo de María Teresa Dalmasso de la Universidad Nacional de Córdoba.

La Lingüística Sistémico Funcional tiene un peso importante en la medida en que, al estar orientada a los fenómenos discursivos, suministra categorías y modos de abordarlos útiles en un análisis que necesariamente debe contemplar la relación entre las opciones que el hablante hace y los datos que considera del contexto. En ese marco, se han desarrollado perspectivas productivas como la multimodal (algunos de cuyos referentes son Kress y van Leeuwen) que se interesa por los diversos modos semióticos que intervienen en las emisiones o la Teoría de la Valoración (que surge de los trabajos de White y Martin) que se vuelca hacia las relaciones intersubjetivas y delimita los modos discursivos de evaluar objetos, participantes y procesos, las estrategias de posicionamiento respecto de lo que se dice o la atribución de grados, entre otros el uso de intensificadores o mitigadores. Un aspecto importante en la adopción de la teoría en nuestros países ha sido la necesidad de adaptar al español o al portugués los aportes referidos al inglés (Arús Hita & Kaplan, 2021). En ese sentido cabe destacar la actividad de Elsa Ghío en relación con la adaptación al español de los aportes de Halliday (Ghío & Fernández, 2005; Ghío, Navarro & Lukin, 2017).

En relación con la LSF se ha desarrollado el Análisis Crítico del Discurso, algunos de cuyos referentes teóricos son Norman Fairclough y Ruth Wodak. El gesto militante que acompaña a esta corriente ha incidido en la selección de los objetos de análisis, que permiten denunciar autoritarismos, discriminaciones que afectan a sectores minorizados a partir de variados mecanismos sociales de exclusión, o pervivencia de situaciones coloniales (Gómez Bocanegra, Gtiérrez Cham & Córdova Abundis, 2006). Los investigadores latinoamericanos comprometidos con esta corriente y muchos que desarrollan otras perspectivas consideran que el ACD puede no solo actuar sobre diferentes disciplinas y profesiones exponiendo los modos discursivos de ejercicio del poder y de acentuación de las desigualdades sino también, a partir de la toma de consciencia de diversos sectores, en la transformación social. Dentro de este marco, abordado desde una perspectiva latinoamericana, se han desarrollado propuestas metodológicas como el Método Sincrónico-Diacrónico de Análisis Lingüístico de Textos desarrollado por María Laura Pardo y ampliado por Mariana Marchese y Matías Soich (Pardo, Marchese & Soich, 2020); y el Análisis Interaccional del Discurso elaborado por Adriana Bolívar (Duarte, 2020).

Un desarrollo amplio en América Latina ha tenido también la Semiótica Discursiva, que ha manifestado desde sus orígenes una fuerte inclinación por la elaboración teórica en relación con los procesos del significar, lo que la ha llevado a reformulaciones y ampliaciones de los campos abordados, desde un estudio de la narratividad próxima a Propp hasta una semiótica tensiva interesada, entre otros, por el estudio del significante (verbal, visual, gestual), tal como muestra en Zilberberg (Lopes & Martins de Souza, 2018) y que en América Latina ha incidido en las investigaciones sobre, entre otras, la canción popular (Tatit, 1997). Sus vínculos con otros campos que estudian la discursividad es común en los investigadores latinoamericanos (Dorra, Filinich, Ruiz, Ruiz Moreno & Solís Zepeda, 2012), que han prestado especial atención a la teoría literaria y a la tradición retórica, considerando particularmente los modos de persuasión (tentación, intimidación, seducción y provocación), la construcción de identidades, las emociones, los estilos, las figuras (Fiorin, 2015, 2021). En este espacio investigativo es común retomar y enriquecer aspectos de la Teoría de la Enunciación así como proyectarlos a materiales visuales o gestuales.

En muchos investigadores latinoamericanos, la Teoría de la Enunciación, surgida fundamentalmente de los trabajos de Emile Benveniste, ha tenido un peso considerable en la comprensión, sobre todo, de los procesos de construcción de la subjetividad. Aquella se ha enriquecido con los aportes que a la Pragmática han hecho filósofos del lenguaje (Austin, Searle) y los desarrollos sobre la Polifonía y la Argumentación en la Lengua (García Negroni & Tordesillas, 2001; Guimarães, 2018). Expresión de esos marcos es el uso de categorías conceptuales generalizadas como deixis, modalidad, locutor / enunciador, enunciado, acto de habla, contexto de uso, contexto extralingüístico, aspectualización, operadores argumentativos, presuposición, implícitos, mitigadores o atenuadores. El estudio de los modos de inscripción del enunciador en el enunciado, las posiciones que adopta, las relaciones intersubjetivas, la evaluación de los objetos, los modos de exponer la adhesión o el rechazo, las emociones que atraviesan la discursividad han surgido tempranamente en este marco aunque luego hayan encontrado otras formas de esquematización y difusión a partir de la Teoría de la Valoración a la que nos hemos referido antes. Un espacio de gran dinamismo es el integrado por las teorías sobre la argumentación como las producidas desde la Retórica o desde la Lógica Natural (J-B Grize). Dos referentes importantes, que debemos agregar a los ya citados, son Christian Plantin y Ruth Amossy que han hecho aportes significativos y sistematizado los conocimientos respecto de los discursos razonados, la dimensión argumentativa de diversos tipos de discurso, los lugares comunes, los estereotipos, la representación de sí, el papel de las emociones y la formas de la polémica. En relación con las temáticas señaladas pero centrándose en los aspectos semióticos de los procesos políticos, la distribución social de la palabra pública, la dimensión política de otros discursos (gramaticales, pedagógicos, jurídicos,…) y la que sostiene las intervenciones en los lenguajes y las discursividades, se ha desarrollado la Glotopolítica. En este espacio se analiza cómo los discursos construyen o reproducen posiciones hegemónicas o contrahegemonicas incidiendo, así, tanto en la legitimación de las relaciones de poder o en su cuestionamiento y transformación como en los procesos de subjetivación, generadores o sostenedores de identidades sociales (Arnoux, 2019b; Cisneros, Cediel & Olave, 2020).

5. Posiciones y zonas de debate

El desarrollo del campo se ha enriquecido por debates diversos vinculados a los posicionamientos teóricos, metodológicos e, incluso, políticos. Se centran habitualmente en los alcances de la interdisciplinariedad, las cuestiones metodológicas y qué implica un posicionamiento crítico.

Tomas de posición y declaraciones programáticas remiten en muchos investigadores al vínculo que se entabla, en el trabajo analítico y en las reflexiones teóricas, con otras disciplinas tanto con las que integran el campo de las Ciencias del Lenguaje como las pertenecientes, sobre todo, a las Ciencias Sociales y a las Humanidades. Las diferencias se refieren, en general, a qué disciplinas se convoca y el alcance que esto tiene. Si consideramos, por un lado, el AD como, fundamentalmente, una práctica interpretativa, se pueden considerar, atendiendo al campo lingüístico, disciplinas variadas que analizan la discursividad o estudios particulares sobre categorías, como la de los marcadores del discurso (Loureda, Rudka & Parodi, 2020), que suministran saberes necesarios para abordar los materiales. Esto ha llevado a algunos analistas a plantear la necesidad de que, en la etapa de formación, los estudiantes adquieran un conocimiento amplio sobre las Ciencias del Lenguaje para lograr una sensibilidad frente a la materialidad significante que les permita encontrar entradas originales. Si, por otro lado, nos ubicamos en el marco de una corriente teórica, como la Lingüística Sistémico Funcional o la Teoría de la Argumentación en la Lengua, el método elaborado no va a requerir necesariamente convocatorias amplias, aunque la discusión con otras perspectivas, motivadas en algunos casos por las resistencias o los interrogantes que los mismos materiales presentan, enriquezca siempre el análisis. En muchos casos, los analistas arman un marco o explicitan su perspectiva a partir de la articulación de aspectos teóricos generados en diversas corrientes, que les resultan pertinentes para el problema que se proponen investigar. En algunas situaciones, integran reflexiones de otros campos como el Psicoanálisis, el Materialismo Histórico, la Filosofía Postestructuralista, el Feminismo, los Estudios Decoloniales, la Teoría de los Campos Sociales, los Estudios de Género o los aportes de las Ciencias Cognitivas o de la Lógica Natural. De allí que algunas expresiones como el ACD se definan como perspectivas multidisciplinares.

Por otra parte, en la medida en que los discursos son producidos desde determinadas prácticas sociales, muchos piensan que es necesario recurrir a los saberes que en relación con ellas se han desarrollado y que resulten pertinentes en función del caso estudiado. De allí que se considere que lo interdisciplinario, enfocado como relación entre las ciencias del lenguaje y las de otros ámbitos científicos, sea central para llevar a cabo el análisis del corpus y orientar la interpretación. Pero, también, para evaluar si los análisis realizados iluminan aspectos no considerados antes por otras perspectivas. En algunos casos, la disciplina con la que se interactúa va a ser incluida en la designación del enfoque que se adopta, como en Irene Vasilachis de Gialdino (2016) que se refiere a su propuesta como Análisis Sociológico-Lingüístico del Discurso. También se puede acentuar la necesidad de una práctica analítica que vaya más allá de las disciplinas y, en ese caso, se habla del carácter transdisciplinario como constitutivo del AD (Haidar, 2005).

En el aspecto metodológico, las diferentes corrientes han adoptado o desarrollado procedimientos analíticos exploratorios a partir del tipo de materiales (por ejemplo, escritos, productos multimodales o aquellos surgidos de trabajos etnográficos) y de los objetos de conocimiento que privilegian (como, entre otros, representación de actores sociales u opciones léxico-políticas en determinados corpus). A menudo los investigadores interrogan diversas posibilidades y valoran los métodos que pueden dar respuestas a las preguntas que se plantean y a los recursos semióticos que van a focalizar. La dinámica analítica, en este caso, implica un ir y venir entre el problema a investigar, los efectos de lectura, escucha o mirada, las hipótesis que se van formulando, los materiales y los datos contextuales, en cuyo transcurrir se convocan saberes lingüísticos, discursivos y provenientes de las disciplinas con las que se entra en contacto según el tema abordado. Sin embargo, algunos se inscriben en una perspectiva metodológica y aplican sostenidamente los procedimientos propios de ese marco. Estas diversas posiciones llevan por momentos a discutir si el rigor analítico se basa en la adscripción a una corriente o en la capacidad de responder a un problema desmontando fundamentadamente los mecanismos generadores de los efectos de sentido reconocidos.

En el abordaje de los aspectos ideológicos de los textos, algunos investigadores consideran que la opacidad del discurso obliga a que la operación de develar lo no dicho se afirme abductivamente en fenómenos marginales, periféricos, en los que el sujeto dice por las opciones lingüistico-discursivas que hace. Para otros, no se puede dejar de considerar lo que el sujeto dice explícitamente en el despliegue discursivo. Para la mayoría es necesario atender a los dos aspectos para dar cuenta de tensiones, huecos, modalizaciones propias, adecuaciones y distancias respecto de los decires legitimados por su posición. Estos debates se relacionan también con la mirada que se tenga respecto del sujeto: ¿es un sujeto descentrado, atravesado por el interdiscurso, o un sujeto dueño de su decir que despliega estrategias, que calcula y modela tácticamente sus enunciados, o un sujeto que si bien está sobredeterminado en muchos aspectos puede ejercer cierta libertad que se expone en los juegos del intradiscurso?

En general se opta por una metodología cualitativa, algunos la combinan con una cuantitativa, cuyos datos provienen de corpus extensos como los que habilita la Lingüística de Corpus o de, por ejemplo, cuestionarios de preguntas cerradas. En muchos análisis los investigadores apelan a instrumentos informáticos, que facilitan las búsquedas y el armado de corpus y permiten abordar muestras mayores de datos verbales y de aspectos visuales e, incluso gestos y lenguas de señas. En ese sentido, la producción de softwares, que apoyan también el análisis cualitativo, se ha multiplicado en los últimos años. Frente a la masa de datos digitales, los avances en inteligencia computacional pueden auxiliar en su procesamiento y ayudar, incluso, a hacer pronósticos sobre resultados electorales (Santander, Elórtegui, González, Allende-Cid & Palma, 2017), que es la aspiración de los analistas del discurso que trabajan profesionalmente asesorando a partidos o corporaciones. Sin embargo, muchos procesos políticamente efectivos pueden no pasar por las redes sociales (Santander, por ejemplo, se refiere al caso de Pedro Castillo, triunfador en las elecciones peruanas, Canal ALED) y, aunque lo hagan, el trabajo ‘artesanal’ permite aproximaciones desde otro lugar que pueden modalizar o ajustar aquellos.

Finalmente, respecto de la dimensión crítica, en general domina la idea de que, en principio, el AD lo es ya que implica una distancia frente al objeto que estudia, necesaria para revelar lo que subyace y da sentido a las opciones discursivas. No obstante, para algunos, ‘crítico’ se refiere sobre todo al hecho de que se adopta un posicionamiento, un gesto inicial de compromiso y denuncia, incluso una postura militante que se manifiesta en la selección del tema y en la voluntad de incidir con el estudio en un cambio social. Esto ha llevado a ubicar el término dentro del sintagma denominativo, como en Análisis Crítico del Discurso o Estudios Críticos del Discurso. Para otros, en cambio, si bien no se puede evitar que aspectos ideológicos influyan en la interpretación hay que tender a cierta neutralidad en la selección y análisis de los datos que hagan posibles los descubrimientos y no solo la ilustración de lo que se piensa.

Consideraciones Finales

Un recorrido por un campo heterogéneo y rico en producciones relevantes tiene necesariamente sus limitaciones. Ellas derivan de la imposibilidad de recuperar todas sus manifestaciones ya sea por el inevitable desconocimiento o por la falta de espacio para incluirlas. Esto incide en la selección de autores y textos en la bibliografía citada, en la que se han tenido en cuenta aquellos que son a su vez visiones de conjunto o que explicitan algunas posiciones o que remiten a las propuestas de autores que nos parecen ineludibles cuando se habla del AD en Latinoamérica.

Si bien hemos recurrido a etiquetas para señalar corrientes, debemos destacar que son las maneras que tiene el mundo académico de posicionarse y distinguirse. Sin embargo, no podemos dejar de considerar, más allá de las variadas denominaciones, los múltiples vínculos que los investigadores latinoamericanos entablan a partir de los materiales y objetos que estudian así como de las reflexiones teóricas y metodológicas procedentes de su propia práctica, lo que se expone en la admitida diversidad de sus publicaciones y la generosa acogida de distintas posiciones en sus eventos.

Hemos señalado que se insiste en la existencia de una identidad latinoamericana del AD que se asienta en el programa de forjar un conocimiento basado en nuestra realidad. Esto intervendría tanto en la delimitación de los problemas como en la selección de las entradas analíticas a los materiales y en la producción de interpretaciones que deconstruyan las posiciones hegemónicas en las sociedades latinoamericanas o muestren las zonas de resistencia. En ciertos casos, se postula un gesto emancipatorio pero esto da lugar a planteamientos diversos. Para algunos se consolida en el desarrollo de miradas que cuestionan las ideologías dominantes en otras latitudes sobre algunos fenómenos latinoamericanos, como el populismo de izquierda; o en el tratamiento de temas que, si bien son internacionalmente admitidos como contestatarios, son analizados desde sus peculiaridades latinoamericanas más radicalmente, como las cuestiones de género. Para otros, es un gesto que se muestra acabadamente en propuestas teóricas innovadoras, aunque se tengan en cuenta las limitaciones propias de un mundo en el que las interrelaciones son fecundas y múltiples, y en que muchas tradiciones de pensamiento son comunes, por lo menos al ámbito occidental, donde circulan categorías altamente productivas que han demostrado su potencial analítico. El reto para los analistas del discurso latinoamericanos es, por un lado, seguir definiendo reflexivamente el perfil propio a partir del diálogo entre las diversas corrientes y del conocimiento de los trabajos que se hacen en la región. Y, por otro lado, consiste en ampliar y dinamizar las políticas de difusión de los resultados obtenidos en las investigaciones, de tal manera que sirvan a diferentes actores y ámbitos sociales. Finalmente, no debemos dejar de lado uno de los aspectos de ese perfil que se evidencia en los debates: el apasionamiento con el que se defienden las distintas posiciones. Esto muestra, una vez más, cómo la emotividad genera conocimiento y construye identidades tanto individuales como colectivas.

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Received: July 21, 2021; Accepted: September 08, 2021

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