Introducción
El proceso que llevaron adelante los trabajadores de las plantas de Fiat Concord y Materfer de Córdoba durante 1970 y 1971 fue en su momento, y así quedó cristalizado en la historiografía, la experiencia paradigmática de lo que hasta hoy se conoce como el sindicalismo clasista en la Argentina. Durante poco más de un año y medio, estos desarrollaron una breve, pero pionera e intensa experiencia basada en la democracia sindical, la acción directa y la radicalización política, que los distinguió del resto de las corrientes del movimiento obrero argentino. Las nuevas direcciones del SITRAC (Sindicato de Trabajadores de Concord) y el SITRAM (Sindicato de Trabajadores de Materfer) transitaron una acelerada politización y fueron las primeras que en los '70 se autodefinieron bajo el título de “clasistas”, retomando los postulados de la lucha de clases y un concepto proveniente de la tradición de las izquierdas, pero en desuso durante las décadas precedentes. A partir de allí, el clasismo quedó configurado como una estrategia sindical específica y SITRAC-SITRAM se situó como el punto de referencia de una corriente que tuvo varias expresiones y llegó a adquirir una importante notoriedad en la argentina setentista.
Una vasta bibliografía de tipo académico, testimonial, político y periodístico ha abordado este proceso1. Entre las investigaciones académicas, los escritos que sentaron la base para su interpretación fueron los de James Brennan y Mónica Gordillo, quienes reconstruyeron los principales hitos de la experiencia centrándose especialmente en los factores estructurales, históricos y culturales que le dieron asiento. Si bien estos hicieron referencia al rol de las izquierdas en la politización obrera en Fiat, no se encargaron de profundizar en este punto, interpretando a la experiencia esencialmente como un proceso que se inició con un carácter espontáneo, genuino y de base, más tarde desnaturalizado por una intervención externa y tutelar de las izquierdas. Trabajos más recientes, como los de Carlos Mignón y María Laura Ortiz, han vuelto sobre el tema ensayando nuevas perspectivas y señalando la importancia de los militantes de la izquierda en cuanto a la formación política y la radicalización ideológica de los nuevos dirigentes de Fiat. Sin embargo, aún permanece bajo un manto de sombra cuáles fueron exactamente las fuerzas políticas que tuvieron intervención en SITRAC-SITRAM, qué influencia concreta alcanzaron y cuáles fueron las orientaciones políticas y sindicales que plantearon.
Nuestra hipótesis es que la intervención de las izquierdas fue un factor consustancial de las prácticas y las definiciones de los nuevos sindicatos de Fiat prácticamente desde su inicio. Gran parte de los miembros de las nuevas Comisiones Directivas y cuerpos de delegados se ligaron de una u otra manera a estas organizaciones, las cuales les aportaron una serie de recursos teóricos, políticos y prácticos para encarar su nuevo rol sindical y contribuyeron a darle una dirección específica al proceso de politización que estaban atravesando los trabajadores de Fiat y su nuevo núcleo dirigente2. El sindicalismo clasista fue tomado e impulsado como estrategia sindical por una gran variedad de organizaciones de lo que se conoce como la nueva izquierda revolucionaria de los '70, tanto provenientes del tronco marxista como algunas de la izquierda peronista. Pero, a partir de esta común identificación con el clasismo, cada fuerza desarrolló una impronta particular, que se enlazaba con sus respectivas orientaciones políticas y estratégicas. En consecuencia, dentro del sindicalismo clasista convivieron distintas variantes, y comprender cuál o cuáles de estas fuerzas tuvieron intervención en SITRAC-SITRAM y qué rol cumplieron es un elemento que puede contribuir a echar luz sobre los rasgos específicos que tuvo este proceso y al mismo tiempo a complejizarlo, observando las distintas orientaciones que convivieron en su seno y las polémicas y cambios que lo atravesaron. A su vez, puede aportar también a la comprensión de las experiencias posteriores del clasismo, asentadas sobre las lecciones dejadas por Fiat.
Recientemente fueron publicados los materiales que en 1971 y 1972 habían comenzado a redactar los miembros del grupo cordobés Pasado y Presente (PyP) con vistas a la elaboración de un Dossier acerca de SITRAC-SITRAM, que finalmente nunca vio la luz3. Articulado en torno a la figura de José María Aricó, PyP se había conformado a partir de una ruptura del Partido Comunista (PC) a inicios de los '60 y ofició como un importante grupo político-intelectual ubicado dentro del espectro marxista4. Políticamente, en los términos del propio Aricó, en un principio estuvo ligado a la izquierda leninista y castrista, mientras que en su segunda etapa setentista se vinculó a la izquierda peronista, particularmente a Montoneros. A pesar de situarse a medio camino entre una fuente y una investigación, podemos afirmar que el trabajo de PyP fue el que más lejos llegó en cuanto al problema de la intervención de las izquierdas en Fiat. La pertenencia de sus miembros a este espacio político, su arraigo en la provincia mediterránea y la contemporaneidad con los hechos probablemente facilitaron su tarea. De este modo, a pesar de los problemas ocasionadas por el difícil acceso a muchos materiales partidarios y por las normas de clandestinidad militante de los actores, lograron identificar con una gran precisión a las principales fuerzas políticas que se esforzaron por influir en el proceso de Fiat. Veamos su juicio:
En un principio parece que los chinos (se refieren a Vanguardia Comunista) tuvieron mucha influencia, pero la perdieron por plantear una política aislacionista y muy dogmática. La agrupación “1° de Mayo” (ligada al Partido Comunista Revolucionario) aparece como la más flexible, con mayor capacidad autocrítica y sin duda con mayor influencia. Los grupos trotskistas aparecieron como muy alejados. En cuanto a los grupos de acción directa, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) es el único importante que cada vez logra mayor adhesión de la gente (…)Otro grupo con el que trabajan bien es con el Peronismo de Base.5
Este análisis coincide casi exactamente con el diagnóstico que fundamentaremos en este artículo sumándole una serie de agregados y precisiones. La propia perspectiva teórica y política de Pasado y Presente los desalentó de profundizar mucho más acerca de las características y alcances de esta intervención de las izquierdas, por lo que sobre este terreno es que intentaremos avanzar en este trabajo. Nuestro objetivo en este artículo es dar un primer paso imprescindible en este camino: puntualizar cuáles fueron exactamente las fuerzas políticas que participaron del proceso, qué fuerza propia obtuvieron a nivel de las direcciones de Fiat y cuáles fueron algunos de los aspectos fundamentales de sus orientaciones político-sindicales que influyeron en las definiciones de SITRAC-SITRAM. Por razones de extensión, y debido a que la base documental y testimonial es mucho más amplia que para el caso de Materfer, nos concentraremos en el caso del SITRAC.
Para esta reconstrucción y análisis nos basamos en el relevamiento de una gran variedad de materiales: el Archivo del SITRAC; documentos, volantes, revistas y periódicos de las distintas fuerzas políticas de la izquierda marxista y peronista6; testimonios de dirigentes del SITRAC recogidos por nuestra cuenta o por colegas, publicados o conservados en archivos de historia oral; testimonios de militantes y dirigentes de las izquierdas; y diarios y revistas de Córdoba y nacionales. A su vez, nos valimos de la amplia bibliografía acerca del proceso de SITRAC-SITRAM y acerca de las distintas fuerzas políticas de las izquierdas.
El cruce de los distintos materiales nos permite establecer una primera delimitación, que adelantamos para fundamentar los alcances de nuestra exposición. En un primer grupo ubicamos a las organizaciones que no solo intervinieron desde afuera de la fábrica, sino que lograron incorporar o trabar relaciones con algunos miembros de la dirigencia de Concord. Sin presentarlos necesariamente en orden de importancia, estas fueron: el Partido Obrero Trotskista (POT), las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL)7, Vanguardia Comunista (VC), el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), el Peronismo de Base-Fuerzas Armadas Peronistas (PB-FAP) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR). Como se puede apreciar, salvo por las dos primeras, coincide con el citado juicio de Pasado y Presente. Como es lógico, la vinculación directa con algún miembro de la dirección sindical posibilitó a estas organizaciones influir en mayor grado sobre las acciones y definiciones sindicales. En un segundo grupo ubicamos a otras fuerzas que también acompañaron el proceso, participaron en sus iniciativas e intentaron influir en sus orientaciones, pero que no parecen haber logrado una fuerza interna. Entre ellas, cabe mencionar a El Obrero, Política Obrera (PO), el Partido Revolucionario de los Trabajadores-La Verdad (PRT-LV) y Espartaco, junto con otros grupos menores. En un tercer grupo correspondería incluir al Partido Comunista, que había tenido militancia previamente en Concord, pero, como señalaremos, su distanciamiento con los nuevos sindicatos clasistas será muy marcado, a pesar de lo cual también participó en muchas de sus iniciativas y ofreció sus orientaciones.
En este trabajo nos abocaremos al análisis del primer grupo de fuerzas, aunque también utilizamos los materiales de las demás para trazar el panorama de las izquierdas en Fiat. La gran cantidad de organizaciones de que se trata nos obliga a ofrecer solo algunos lineamientos generales de la intervención de cada una, opción que tomamos deliberadamente en pos de ofrecer un primer panorama global que siente las bases para futuras indagaciones que profundicen en cada fuerza.
Por otra parte, hubo también una serie de personalidades que, ubicadas en el espectro de las izquierdas, pero sin encuadramiento partidario, jugaron un rol destacado como parte misma de la experiencia. Nos referimos en particular a los doctores Alfredo Curutchet y Martín Federico, abogados de SITRAC-SITRAM, a Susana Fiorito, secretaria del SITRAC, y a Pedro Milesi, sobre los cuales ofreceremos también algunos elementos acerca de sus ubicaciones políticas y sus actuaciones.
Finalmente, cabe señalar que, en los años posteriores a la disolución de SITRAC-SITRAM, muchas de estas fuerzas políticas, así como muchos protagonistas, realizaron balances críticos y autocríticos de la experiencia de Fiat, y no pocas organizaciones hicieron importantes cambios en sus propias orientaciones sindicales. Esta cuestión, de por sí fundamental para el estudio de las experiencias posteriores del clasismo, escapa a este trabajo, en el cual nos circunscribiremos centralmente a lo que cada actor sostuvo, impulsó y realizó durante el transcurso del proceso de SITRAC-SITRAM.
El nuevo SITRAC
La experiencia de SITRAC-SITRAM se desarrolló entre marzo de 1970 y octubre de 1971. Desde 1966, la Argentina se hallaba bajo la dictadura de la autodenominada “Revolución Argentina”, que se había propuesto ponerle fin a la crisis de hegemonía abierta desde el derrocamiento del gobierno de Juan Domingo Perón once años atrás. Sin embargo, en el marco de un período de ascenso revolucionario a nivel mundial, la política del gobierno de Juan Carlos Onganía terminó por incentivar una radicalización política general, que en el movimiento obrero se expresó en el crecimiento de distintas expresiones antiburocráticas y combativas. El 29 de mayo de 1969, la rebelión obrera, estudiantil y popular conocida como el “Cordobazo” hirió de muerte al proyecto dictatorial, abriendo un período atravesado por una intensa pugna entre distintas fuerzas sociales y proyectos políticos.
Desde mediados de los años '60, a partir de la dura derrota de la gran lucha de Fiat de 19658, los trabajadores de las plantas de Concord y Materfer que el monopolio italiano Fiat poseía en Córdoba tenían sindicatos de fábrica “amarillos”, completamente subordinados a la empresa y vaciados de participación obrera. En Concord, donde trabajaban más de 2.500 obreros, el SITRAC que conducía Jorge Lozano solo tenía una pequeña minoría de afiliados. Sobre esta base, la patronal había logrado ir avanzando sobre las condiciones salariales y de trabajo según su propia conveniencia y prácticamente sin resistencias.
El punto de quiebre en esta situación se produjo el 23 de marzo de 1970. El rechazo contenido en las bases de Concord estalló finalmente durante una masiva asamblea motivada por la discusión de un nuevo convenio colectivo de trabajo. Los trabajadores resolvieron la expulsión de la Comisión Directiva del SITRAC y se conformó una Comisión Provisoria para llevar adelante las gestiones de la destitución y la convocatoria a nuevas elecciones sindicales. Durante los siguientes dos meses, al compás de estas tratativas y de las múltiples trabas encontradas en el camino por parte de la Fiat y el Gobierno, se fue configurando un nuevo grupo dirigente que articuló a algunos de los miembros de la Comisión Provisoria, como Carlos Masera, Santos Torres y Rafael Clavero, a un grupo de delegados antilozanistas, Domingo Bizzi, Alfio Taverna y Carlos Monjes, y a otros trabajadores que se fueron destacando por su politización y combatividad, como Gregorio Flores, José Páez y Mario Jiménez.
El 14 de mayo, cansados de dilaciones, y asesorados por su nuevo abogado, Alfredo Curutchet, los obreros de Concord ocuparon la planta y lograron la destitución de la Comisión Directiva. La toma fue un momento clave que redefinió la situación: si hasta entonces los trabajadores se oponían esencialmente a Lozano, con esta medida pasaban a chocar directamente contra la patronal y contra el Estado9. Dos meses después se concretarían las elecciones que consagraron a la nueva dirección, encabezada por Carlos Masera y Domingo Bizzi. Tras ello, se procedió también a la elección del nuevo cuerpo de delegados, que, con 95 integrantes, cumpliría un rol de dirección codo a codo con los miembros de la Comisión Directiva.
A principios de junio se inició un proceso paralelo en la planta de Materfer. Los obreros tomaron la fábrica y en asamblea destituyeron a las autoridades sindicales encabezadas por Hugo Casanova y designaron una Comisión Provisoria. En agosto, también allí se realizaron elecciones, quedando el nuevo SITRAM encabezado por Florencio Díaz y Tomás Ignacio Villalba, junto a otros delegados y dirigentes destacados como Eduardo Castelo, Raúl Suffi, Dante Suárez, José Pagnanini y Víctor Frontera. Nacía así la dupla “SITRAC-SITRAM”.
La nueva experiencia rápidamente se distinguió en el escenario sindical. Desde el inicio estuvo marcada por una intensa democracia sindical, con constantes asambleas y reuniones de delegados, y una estrecha ligazón de los dirigentes con las bases. Junto con esto, los nuevos sindicatos llevaron a la práctica medidas de lucha sumamente radicalizadas, como tomas fabriles con rehenes, movilizaciones callejeras enfrentando la represión y ocupaciones de barrios10. Sobre esta base, los trabajadores de Fiat fueron estableciendo también una nueva relación de fuerzas en las plantas, desafiando el control empresarial sobre el proceso productivo y enarbolando reivindicaciones salariales y de condiciones de trabajo como el fin del premio a la producción, la insalubridad, los ritmos de trabajo y las calificaciones.
Los nuevos sindicatos, a su vez, se plantearon una ubicación autónoma respecto de los nucleamientos sindicales existentes en el movimiento obrero de Córdoba: el peronismo ortodoxo, el peronismo legalista y los gremios independientes11. Los dirigentes de Fiat iniciaron una escalada de enfrentamientos con la CGT nacional encabezada por José Rucci, y especialmente con la dirección de la CGT local, a la que calificaban como una “burocracia sindical traidora”12, llegando a tomar su sede durante una manifestación el 12 de noviembre de 1970 y llamando en varias ocasiones a realizar medidas de lucha por separado de las convocadas por la central. El choque se produjo no solo con los sectores del sindicalismo peronista, sino también, aunque en ocasiones más matizado, con los gremios independientes que orientaba Tosco, al que en general se calificaba como reformista y demasiado alineado con el PC13. A inicios de 1971, SITRAC-SITRAM se autodefinieron explícitamente como sindicatos clasistas14 y comenzaron a profundizar sus vínculos directamente con las bases de otros gremios, entre ellos el SMATA, Perkins y Empleados Públicos. El intento por extender el sindicalismo clasista no se restringió a Córdoba, y SITRAC-SITRAM auspiciaron en agosto de 1971 un “Congreso Nacional de sindicatos combativos, agrupaciones clasistas y obreros revolucionarios” al cual llegaron delegaciones de todo el país15.
Al calor de la situación general y de las luchas emprendidas, la politización de SITRAC-SITRAM fue en pleno ascenso. En los escritos y discursos de sus dirigentes empezaron a repetirse los planteos “antidictatoriales, antipatronales y antiburocráticos”, así como las consignas por la liberación nacional y social -o “social y nacional”, según el escrito-, el socialismo y el lema “Ni golpe ni elección, revolución”16. En agosto de 1970, el referente del SITRAC Gregorio Flores se definió públicamente por el socialismo, motivando un intenso debate sobre la política, el capitalismo y el socialismo en el cuerpo de delegados de Concord17. En mayo de 1971, SITRAC-SITRAM presentó en el Plenario Nacional de Gremios Combativos un proyecto de programa que se planteaba como las “bases programáticas del movimiento obrero clasista” y realizaba una serie de caracterizaciones acerca del sindicalismo, la Argentina y el tipo de revolución postulada18. La politización de los dirigentes corrió pareja con la apertura hacia el movimiento estudiantil y las organizaciones de la nueva izquierda: el 3 de julio de 1970 se votó que todas las “agrupaciones hermanas” pudieran hablar en los actos y asambleas en puerta de fábrica, se fueron conformando Comisiones de Solidaridad en las que participaban las distintas fuerzas y el vínculo prácticamente se institucionalizó mediante la costumbre de convocar reuniones abiertas para escuchar todas las posiciones antes de cada decisión importante. A su vez, el SITRAC se solidarizó con los estudiantes de la Facultad de Ingeniería reprimidos en mayo de 1970 y se comprometió con la lucha por la libertad de los presos políticos, tanto los propios como los de las distintas organizaciones revolucionarias, y en varias ocasiones reivindicó las acciones de las organizaciones armadas19.
La proyección nacional que estaban logrando SITRAC-SITRAM, su prédica contra el Gran Acuerdo Nacional (GAN) que impulsaba la nueva cabeza de la “Revolución Argentina”, Alejandro A. Lanusse, su desafío al control empresarial del proceso productivo, su articulación con las organizaciones de la nueva izquierda y su choque frontal contra las corrientes hegemónicas del sindicalismo, llevaron a que finalmente la dictadura decidiera aplastar la experiencia. El 26 de octubre de 1971 se inició la escalada: el Ministerio de Trabajo canceló las inscripciones y personerías gremiales de ambos sindicatos, al tiempo que la gendarmería ocupaba las plantas, la policía provincial tomaba las sedes sindicales y la empresa procedía a despedir a 259 trabajadores, entre ellos la totalidad de las Comisiones Directivas y Cuerpos de Delegados y a numerosos activistas. A muchos de estos además se les dictó orden de captura, deteniéndolos u obligándolos a pasar a la clandestinidad. Los intentos de resistencia fueron vanos frente al descomunal operativo, que tomó a los dirigentes de Fiat en gran medida desprevenidos y sin una preparación suficiente. Durante los meses siguientes el “SITRAC-SITRAM en la resistencia” pasó a centrarse, sin éxito, en la lucha por la reincorporación de los despedidos y por la recuperación de la personería de los sindicatos. Será recién con el triunfó la Lista Marrón encabezada por René Salamanca en el SMATA cordobés en abril de 1972, cuando se abriría una nueva perspectiva: la lucha por la integración de Concord y Materfer al sindicato mecánico.
La intervención de las izquierdas en el proceso
La intempestiva aparición de los nuevos SITRAC y SITRAM, sus métodos asamblearios y de acción directa y su distanciamiento respecto de las corrientes tradicionales del sindicalismo cordobés, atrajeron inmediatamente a las distintas organizaciones de la nueva izquierda presentes en Córdoba. Rápidamente, estas enviaron a sus militantes obreros, estudiantiles, intelectuales y partidarios a establecer contacto con los nuevos dirigentes y delegados de Fiat, que los acogieron con una receptividad poco usual en el ámbito sindical.
En los testimonios de los protagonistas aparece claramente la vinculación entre la relación con los militantes de las izquierdas y los avances en sus definiciones ideológicas y sindicales:
Al día siguiente de haber triunfado con la toma, llegaron varios intelectuales de izquierda para saber qué pasaba. Los obreros estábamos en pañales y ellos tenían capacidad de asesoramiento, por lo que empezó a haber un contacto permanente con ellos. Alguien de los que se acercó mencionó el clasismo. Yo tenía un dilema, venía del peronismo y había militado cuando trabajaba en IAME, pero con la traición de la burocracia sindical buscaba una alternativa que no sabía cuál era, porque no la había. Cuando escuché la palabra clasismo me pareció que se ajustaba a lo que pensaba. Era defender una clase, me daba cuenta de que la sociedad se dividía en clases. Un día un periodista me preguntó en la televisión si éramos trotskistas o marxistas, y yo respondí “No, nosotros somos clasistas”, sin tener otra claridad.20
Se acercaron muchos estudiantes, que hicieron su aporte intelectual, a veces interesados políticamente, pero no interesaba, lo que interesaba era la cuestión ideológica que iba ganando en los compañeros. Y un poco, fundamentalmente Curutchet, pero un poco también el aporte de los estudiantes, fuimos entendiendo cómo estaba conformada la sociedad, entender que la sociedad era una permanente lucha de clases, y empezamos a entender que no puede ser una propiedad privada los medios de producción porque la riqueza la generan quienes trabajan, y una serie de cosas que nos animábamos o nos interesábamos por leer. Entonces fue generando en los compañeros, y yo y muchos compañeros, esa nueva incursión ideológica al socialismo. Es por ello que adoptamos la posición clasista, porque entendíamos que la lucha de clases existía, entonces no podía ser de otra manera que, al asumir la defensa de la clase trabajadora, la posición sea clasista, como es clasista los que dirigen hoy la sociedad.21
Todos los testimonios coinciden en que el abogado Alfredo “Cuqui” Curutchet, su joven asesor legal, tuvo un papel destacado en todo el proceso. Su llegada fue prácticamente casual, pero a partir de
Entrevista a Carlos Masera, en Revista Los '70, N° 8, Buenos Aires, 1997.
Entrevista a Domingo Bizzi, en Área de Historia Oral del Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, 6-11-2009.
entonces tuvo una activa participación en las luchas y definiciones de los nuevos sindicatos de Fiat. Lo que se conoce menos es acerca de sus antecedentes y su ubicación política. Según el relato de su hermana, su padre era un comerciante acomodado, de ideas socialistas, votante de los radicales y muy crítico del peronismo22. Alfredo había hecho el Liceo Militar en la capital provincial y estudiado derecho en la Universidad de Córdoba, donde hizo sus primeras incursiones en la política estudiantil. Roberto Ferrero, quien cursó la carrera de derecho junto al “Cuqui”, afirma que en los '60 “no había manifestación estudiantil o popular, ocupación de Facultad o enfrentamiento con el Escuadrón de Caballería de la policía provincial donde él no estuviera presente”, y agrega:
Políticamente, militaba en la “Unión Reformista Universitaria” (URU) de la Facultad de Derecho, agrupación que dirigía Abraham Kozak (“el ruso” o “el loco”). Teníamos una posición socialista cubanista, independiente, aunque había algunos que pertenecían orgánicamente a algún partido de izquierda.23
Tras recibirse en 1965, Curutchet se dedicó a la defensa de presos políticos, gremiales y estudiantiles y se fue especializando en el derecho laboral, asesorando a agrupaciones sindicales de base, a sindicatos como Luz y Fuerza y Pasteleros y a la seccional cordobesa de la CGT de los Argentinos, siendo detenido en varias oportunidades24. Domingo Bizzi destaca con claridad la importancia de la figura de Curutchet en los inicios del nuevo SITRAC: “Su asesoramiento y el de otros intelectuales que se acercaron a nosotros, no se restringía a lo legal. Ellos nos fueron apuntando cómo el sindicato tenía que ser el primer escalón para la toma de conciencia de los trabajadores ”25. Y el propio abogado describía su rol en los siguientes términos:
se juega como un compañero más en la lucha en igualdad de condiciones, en un marco de democracia de bases participamos todos por igual en la elaboración de la línea gremial, política, en el asesoramiento técnico inclusive, porque yo, por ejemplo, no actúo jurídicamente de manera exclusivamente profesional y al margen de los criterios que se mueven en la dirección y la base del gremio, sino que está subordinado a lo político.26
Específicamente en 1970, no está claro si Curutchet estaba vinculado con alguna organización política en concreto, pero sí que ya tenía una clara formación marxista y se ubicaba dentro del espacio de la nueva izquierda revolucionaria, muy crítico del PC y del trotskismo. Varios testimonios le atribuyen cierta afinidad inicial con el PCR27, pero ya en 1971 comienza a aparecer más clara una relación directa con el PRT-ERP28.
Junto con Curutchet se incorporaría posteriormente, también como abogado, el Dr. Martín Federico. Hijo de quien fuera intendente municipal de la ciudad de Córdoba durante los primeros gobiernos de Perón, Federico militaba en el peronismo revolucionario desde la década del '60 y por esos años era parte de las Unidades Básicas Revolucionarias de Córdoba junto a Aldo Bosarelli, vinculadas al Frente Revolucionario Peronista (FRP) que dirigía el salteño Armando Jaime29. El FRP combinaba la identidad peronista y una base teórico-programático con muchos elementos del marxismo, y reivindicaba el sindicalismo clasista30. Fue la fuerza política que en 1973 conduciría la experiencia de la llamada “CGT clasista de Salta”31.
El único partido de la izquierda marxista que parece haber tenido una presencia militante en Concord previa a 1970 es el Partido Obrero (Trotskista)32. Alfio Taverna había entrado a Fiat en 1963, siendo elegido como delegado de Tratamientos Térmicos, una de las secciones más insalubres33. A partir de eso se sumó al PO (T) y comenzó a enfrentar a Lozano, exigiendo, junto con otros delegados y trabajadores, la realización de asambleas generales. Cuando finalmente se produjo la asamblea que destituyó a la CD del SITRAC, Taverna estaba internado por problemas de salud y no pudo participar, pero luego se sumó al proceso, quedando como vocal en la nueva Comisión Directiva sindical.
Si bien el PO (T) participó de la experiencia del nuevo SITRAC y en el periódico partidario se comenzó caracterizando a las nuevas direcciones de Fiat como la expresión de “una corriente muy combativa y avanzada políticamente de la clase obrera cordobesa”34, no parece que la estrategia sindical del partido haya tenido una influencia significativa sobre sus definiciones. El PO (T) hacía eje en la necesidad de unificar a los sindicatos de Fiat y el SMATA en un Sindicato Único de la Industria Metalúrgica, realizaba una fuerte reivindicación de las corrientes sindicales que encabezaban Tosco y Atilio López, y pugnaba por que la CGT local tomara como base de su acción los programas de La Falda y Huerta Grande, en el camino de un “Partido Obrero basado en los sindicatos” y un “Gobierno Popular basado en los sindicatos”, todas cuestiones que no encontramos entre las orientaciones adoptadas por SITRAC-SITRAM. De este modo, el PO (T) pronto se transformó en un duro crítico de lo que caracterizaba como posiciones “sectarias” y “aislacionistas” respecto al resto del movimiento obrero cordobés y la pretensión de utilizar al sindicato “como si fuera un instrumento de acción política” sobrepasando sus funciones específicas35.
Carlos Masera venía de una familia peronista y él mismo siempre se había filiado en dicha identidad política. Antes de ingresar a Fiat había pasado por la Fábrica Militar de Aviones (FMA) y por la Kaiser, donde había actuado brevemente como subdelegado y trabado unos primeros contactos con militantes del PC y del PO (T), que le aportaron sus primeros conocimientos del marxismo36. Su entrada a la Fiat se produjo en 1964, y tras la dura derrota de la lucha de 1965 se alejó del sindicato, ahora en manos de Lozano. Aun así, sus inquietudes políticas no cesaron, y las compartía con su amigo “el petiso” Páez, con quien trabajaban juntos en un pequeño taller hogareño. Su salto a la palestra se produjo en la asamblea de marzo, en donde fue quien propuso la conformación de la Comisión Provisoria, quedando como uno de sus integrantes y luego como Secretario General del SITRAC.
En el curso de este proceso Masera tomó contacto con muchas organizaciones, pero con quienes estableció una relación fue con las Fuerzas Armadas de Liberación37, una peculiar organización político- militar (OPM) que actuó brevemente, entre 1970 y 1972. En general provenientes de distintos grupos marxistas o filo-peronistas, sus miembros se propusieron dedicarse estrictamente a la construcción del aparato militar urbano que consideraban necesitaba la revolución, realizando acciones de acumulación material y de propaganda armada. En Córdoba habían conformado dos células a fines de 1969, con militantes provenientes de Buenos Aires e incorporaciones locales, bajo la dirección de “Chiche”, quien había militado en el PC y en el PCR. Según Masera, su atracción por las FAL se debió a que eran una fuerza de izquierda y revolucionaria, pero que “no agredía al peronismo” sino que “trataba de persuadir”. Efectivamente, el culto a la acción militar por encima de las definiciones políticas e ideológicas permitía a las FAL albergar las más variadas posiciones políticas, pero también fijaba sus limitaciones para orientar un proceso como el de Fiat.
La ausencia de un órgano de difusión hace difícil reconstruir sus posiciones políticas coyunturales o sus orientaciones sindicales, que por otra parte parecen haber sido escasas38. En ese sentido, es probable que su aporte a Masera no haya ido más allá de cierta formación ideológica, y fundamentalmente de protección frente a la represión, y que en su labor sindical este se guiara en lo principal en base a sus propios criterios personales. Lo que sí realizaron las FAL fueron varias acciones armadas en relación con SITRAC-SITRAM, como el incendio de sus oficinas o la toma del domicilio de su director comercial, dejando siempre comunicados de solidaridad con los obreros. Y sumaron también a otros obreros de Fiat, como los hermanos Ramón y Daniel Ortega y Omar Ludueña. Masera terminó por desvincularse de las FAL hacia mediados de 1971, al mismo tiempo que las FAL se sumían en una profunda crisis que acabaría poco después con su desmembramiento.
Quien sí logró una influencia significativa en la dirección del SITRAC fue el maoísta Vanguardia Comunista39. VC fue de los primeros en volcar sus fuerzas hacia el proceso de Fiat, trabando contactos con los nuevos dirigentes y volcando a muchos de sus principales militantes a colaborar con el nuevo SITRAC, entre ellos Roberto Cristina, Sergio Ortiz, Silvio Resnik “el Grandote”, Eduardo Garbino Guerra y Andrés Rivera40. En el transcurso del año 1970, en su periódico “No Transar” aparecían permanentes notas acerca de los sindicatos y las luchas de Fiat, posicionándolos como la vanguardia y el ejemplo a seguir nacionalmente41.
El primer y más importante logro que obtuvieron fue la incorporación de José Páez a las filas partidarias42. El “petiso” Páez había estudiado y trabajado en la Fábrica Militar de Aviones, e ingresó a Concord en 1955, con 19 años de edad. Según su relato, sus primeras intervenciones en la fábrica fueron en las cooperativas formadas tras el golpe de 1955, cuando las organizaciones sindicales estaban proscriptas, y en ese tiempo acompañó a su tío, militante de la UOM, en algunas acciones de la resistencia peronista. A inicios de los '60 toma contacto con los militantes del PO (T) en la Fiat: “conozco dos trotskistas del posadismo, que eran delegados, dos tipos macanudos, y ahí me ligo políticamente, conozco el trotskismo y empiezo a conocer más la izquierda”. La derrota de la lucha de 1965 lo deja por los siguientes años sin una expectativa de poder cambiar la situación, hasta que sobreviene el Cordobazo. Masera relata:
Como yo había tenido relación con alguna gente de la izquierda, conversando, no militando, tenía siempre esa duda de la política y se lo comenté. Entonces hablábamos. Un día él se fue a la biblioteca de Fiat y sacó un libro que narraba la vida del Che, y eso terminó por entusiasmarnos más.43
Páez empezó a destacarse inmediatamente después de la asamblea de marzo, actuando con gran resolución en la primera toma de Concord y quedando como vocal en la nueva CD. Su personalidad combativa y la formación política e ideológica que comenzó a obtener a partir del inmediato vínculo con los intelectuales de VC, terminaron por proyectarlo como uno de los principales y más politizados dirigentes del SITRAC. No por casualidad se contó entre los siete despidos que motivaron la toma de enero de 1971, en donde también jugó un gran papel logrando con su intervención en una asamblea que la toma fuera mantenida hasta obtener el triunfo. Desde 1968, Vanguardia Comunista impulsaba la creación de “Comisiones Obreras” clandestinas en los lugares de trabajo, las cuales finalmente articuló en febrero de 1971 en la llamada Tendencia Obrera Revolucionaria y Clasista “29 de Mayo”44. En ese sentido, encabezada por Páez y conformada por unos 40 delegados y trabajadores de Concord, VC promovió la Agrupación “14 de enero”, que se proclamaba como “una agrupación clasista” unida en torno a “un programa y una línea de conducta sindical revolucionaria, para encarar en mejores condiciones la lucha reivindicativa de los obreros”45.
Tanto PyP, como los propios escritos partidarios y los de otras fuerzas hacen referencia a la significativa influencia que tuvo VC en la línea del SITRAC, al menos durante el primer año de la experiencia. Esta influencia se evidencia no solo en la adopción por el SITRAC de consignas de factura partidaria como “Ni golpe ni elección, revolución” o los puntos de contacto del Programa de SITRAC- SITRAM con la estrategia partidaria, sino esencialmente en la política de la dirección de Fiat hacia el movimiento obrero de Córdoba. Sin duda, VC tuvo una gran cuota de responsabilidad en el fuerte enfrentamiento contra la CGT local, a la que calificaba como una “cueva de gángsters y traidores” y “un sello repudiado por los obreros”46. Fue la tendencia que más firmemente rechazó los acuerdos dentro de la central obrera, impulsando acciones paralelas e independientes de lo que se resolvía en el plenario provincial de gremios47, y rechazando “terminantemente” sumarse a la Comisión de Lucha y luego a la nueva conducción encabezada por López y Tosco, a quienes identificaba como las expresiones sindicales de los agrupamientos políticos encaminados hacia la salida electoral, La Hora del Pueblo y el Encuentro Nacional de los Argentinos48.
A través de VC fue también que llegó Susana Fiorito al SITRAC. A fines de los '50 esta había sido parte del núcleo de intelectuales que, liderados por Ismael Viñas, apoyó a la UCRI de Arturo Frondizi. Más tarde, decepcionados, constituyeron el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), más conocido como MALENA, una organización de izquierda, marxista, con un marcado eje programático en la liberación nacional, en donde Fiorito ofició como miembro de su dirección durante casi toda la década del '6049. Tras la disolución del MLN y ya sin militancia partidaria, Fiorito aceptó una nueva propuesta política:
Vine a Córdoba invitada por militantes de Vanguardia Comunista para colaborar con la Comisión Directiva de SiTraC en la edición de un periódico.(…)Fui presentada a la CD del SiTraC a fin de noviembre o principios de diciembre de 1970. Me reunía diariamente con miembros de la CD (más frecuentemente con el Secretario de Prensa, Rafael Clavero; el Secretario General Carlos Masera y el Adjunto, Domingo V. Bizzi).50
Como secretaria del SITRAC, Fiorito tomó a su cargo la redacción del periódico sindical, la elaboración y distribución de comunicados de prensa, y la recopilación de todos los materiales que llegaban al local del sindicato. Según el relato de Masera, Fiorito tenía una importante influencia política sobre el Secretario de Prensa, Clavero, y muchos de los documentos del SITRAC tienen su marca: “La Fiorito escribía, se discutía en el Cuerpo de Delegados y se le hacía cambiar términos o la totalidad, lo que sea, pero ella tenía habilidad para meter su línea de cualquier forma”51. En ese período, a su vez, Fiorito mantuvo una cercanía con uno los dos grupos que se habían conformado tras la disolución del MLN cordobés, El Obrero52, y trabó una relación política muy cercana con Pedro Milesi.
Milesi era un viejo y respetado militante obrero que había llegado a Córdoba a fines de los años '40 tras una extensa trayectoria sindical y política que incluía el paso por las filas del anarquismo, el socialismo, el comunismo y el trotskismo y la participación directa en múltiples organizaciones sindicales y en hitos como el Grito de Alcorta, la Semana Trágica y el 17 de Octubre de 194553. En la década del '60, ya como marxista independiente, había trabado vínculos con distintos sectores del movimiento obrero y estudiantil cordobés, entre ellos una amistad personal con Agustín Tosco, participando en charlas, cursos de historia y asambleas. Recibió con gran entusiasmo el resurgimiento del sindicalismo clasista, por lo que pronto se vinculó con los nuevos dirigentes de SITRAC-SITRAM, que lo acogieron como una suerte de padre espiritual. Como señala Mariana Mastrángelo:
La nueva generación sesentista y el clasismo obrero de fines de la década de 1960, encontraron en él precisamente eso: un obrero que no estaba vinculado ni a la tradición comunista ni a la trotskista, que había participado de gran parte de la historia obrera argentina, y que había encarnado en numerosos escritos, un espíritu crítico.54
De este modo, la presencia de “el viejo Pedro” era frecuente en el local de los sindicatos de Fiat, y sería elegido como uno de los miembros de la mesa que presidió el primer Congreso clasista nacional convocado por SITRAC-SITRAM, al cual definió como “el Grito de Córdoba”, y donde llamó a “retomar los principios y los métodos del sindicalismo clasista y la acción directa”55.
A pesar de que en la CD solo tenía el cargo de vocal, como Páez, Gregorio Flores pronto se destacó como otro de los principales dirigentes del SITRAC. El “Goyo” había entrado a Fiat en 1959.
Sin militancia ni conocimientos de política o sindicalismo, había participado activamente en la huelga y los piquetes de fábrica en 1962. En 1965, con la conformación del SITRAC, fue electo delegado, pero la derrota de la huelga de ese año lo impactó fuertemente:
Empecé a tomar conciencia de que había otras cosas, me empecé a preocupar por leer y pensar mejor este asunto de la política en la fábrica. Porque era evidente que la política estaba en la fábrica y que si uno la ignoraba no entendía nada y lo engatusaban fácilmente.56
Así, decidió retirarse de la acción sindical y dedicarse hacer el bachillerato y estudiar por su propia cuenta, leyendo libros de historia y marxismo y participando en cursos y charlas de los grupos socialcristianos. Tras un período ligado a estos últimos, terminó por afirmarse en el “independentismo”.
La asamblea de marzo de 1970 lo decidió a volver a involucrarse, pero ahora ya con una formación un poco más sólida. Probablemente por esta razón es que fue uno de los que más actuó como vocero del SITRAC en las asambleas populares, en las reuniones con las fuerzas políticas o en actos estudiantiles, como el mencionado en el que se definió por el socialismo. Flores se reunía con todas las fuerzas, pero su relación prioritaria fue con el PRT: “Cuando nosotros llegamos al sindicato, en el '70, me ligué en seguida con un ex militante del Partido Comunista que se había pasado al PRT”57.
Flores fue también uno de los despedidos de enero 1971. El 3 de marzo, en un acto convocado por el movimiento obrero cordobés donde habló en nombre del SITRAC, hizo otra fuerte definición política, muy festejada en el periódico del PRT: “dirigentes de Fiat hablaron claramente de un gobierno obrero y popular que construya el socialismo como única alternativa de este régimen y señalaron la vía armada como la única para lograr dicho gobierno”58. Luego del “Viborazo”, Flores fue detenido y trasladado a las cárceles del sur, en donde permanecería hasta agosto de 1972. Cómo él mismo señala, “mi gran escuela política va a ser la cárcel de Rawson”: allí trabó relación directa con Mario R. Santucho y la plana mayor del PRT, a donde terminaría por incorporarse59. La libertad de Flores se transformó en una de las principales banderas de los sindicatos de Fiat durante los seis meses que siguieron hasta su disolución, y el “Goyo” se mantuvo en contacto permanente con sus compañeros a través de cartas y declaraciones.
El PRT-ERP60 ha sido señalado como el partido que logró mayor influencia sobre los trabajadores de Fiat, sobre todo a partir del “Viborazo”61. Esta apreciación merecería matizarse: es muy probable que haya sido la organización que logró incorporar más dirigentes y obreros de este proceso, pero no es tan claro que sus posiciones hayan sido hegemónicas en SITRAC-SITRAM. De hecho, las principales orientaciones que planteó el PRT en su periódico fueron críticas de las posturas adoptadas por los dirigentes de Fiat. A mediados de 1971, inmediatamente después de la publicación del “Programa de SITRAC - SITRAM”, el PRT publicó una importante nota titulada “El papel de los sindicatos”62. Allí festejaba la aparición de las direcciones clasistas, pero alertaba contra el peligro de “confundir las tareas del Partido y el Sindicato”. Según el PRT, el rol de los organismos sindicales consistía en defender los intereses económicos de los trabajadores y desarrollar su conciencia política, pero “ pretender que el sindicato se convierta en dirección de la lucha política del proletariado por la toma del poder” llevaba necesariamente a “una política sectaria y a una táctica sindical ultraizquierdista”. Junto con esto, el partido cuestionó en duros tér minos que los sindicatos de Fiat hubieran “buscando mantenerse totalmente al margen de toda alianza o lucha de carácter circunstancial del resto de las direcciones sindicales, en aras de no manchar su 'pureza revolucionaria'”, en una clara referencia al agrupamiento sindical encabezado por Tosco63.
Cuando se inició el proceso de Fiat en 1970, el centro de las preocupaciones del PRT estaba ubicado en el lanzamiento de la lucha armada. Tras la conformación del ERP en su V Congreso, realizado en julio de ese año, Roberto Santucho ubicó su centro de operaciones en la radicalizada Córdoba. Los mencionados antecedentes de Carlos Germán en Fiat y su temprano vínculo con Flores abrieron el camino para la intervención del PRT en el proceso de Fiat y una importante incorporación de militantes y simpatizantes, entre ellos el Adjunto del SITRAC Bizzi, el delegado Julio Oropel, Guillermo Torrandel y Juan Eliseo Ledesma, a lo hay que sumar a Eduardo Castelo Soto y Raúl Suffi de la dirección del SITRAM, y la mencionada relación con Curutchet64. Tanto Bizzi como Oropel y Flores sostienen que lo que los atrajo al PRT-ERP fue principalmente sus acciones armadas. Desde octubre de 1970, el ERP realizó una gran cantidad de acciones en Córdoba, incluyendo incautaciones y repartos de mercancía en barrios humildes, desarme de policías y copamientos, logrando una gran difusión en los medios cordobeses, y su presencia con volantes, pintadas y banderas fue particularmente visible durante las jornadas del Viborazo65.
Bizzi venía de una familia cercana al radicalismo. Había estudiado y trabajado desde los 12 años en la Fábrica Militar de Aviones, donde vivió la gran huelga de 1960 y fue despedido por hacer una colecta para un delegado despedido. Entró a la Fiat en 1965, donde lo eligieron delegado de su sección y comenzó a vincularse con otros delegados opositores a Lozano, como el mencionado Taverna. La oposición de estos a la firma del convenio fue lo que llevó a que se convocara la asamblea del 23 de marzo, que terminó abriendo el proceso de recuperación sindical y proyectando a Bizzi como parte de la nueva CD del SITRAC. Según su relato, su incorporación al PRT se produjo a inicios de 1971, en una reunión con Germán y Santucho, y estuvo marcada por la convicción de que
si uno quiere cambiar el sistema, dignificar al ser humano, indudablemente requiere de actuar con el mismo método que ellos actúan para defenderse. Ellos tienen el ejército como guardia pretoriana del sistema.66
En el mismo sentido van los relatos de Oropel y de Flores:
El Combatiente es el que principalmente yo alcanzo a conocer cuando conocí a la gente del PRT…En realidad, no era tanto, era el ERP el que se conocía. Inclusive, hace algunas operaciones. Se conocía por las operaciones que se hacían de propaganda armada.(…)Y al PRT yo lo elijo porque al principio era el que más operaciones militantes hacía y fue con el que se llegó más rápidamente a nosotros. Y porque había también gente que conocí que eran del PRT. El Negro Mauro, por ejemplo, que había sido un obrero del PC, que era del PRT.67 Mi atracción por el PRT tenía que ver con las cosas que la gente apreciaba de la guerrilla. La guerrilla hacía acciones militares que despertaban en la gente una gran simpatía: '¡Qué cojones que tienen los locos estos!’.68
El propio periódico del PRT recogía, y remarcaba, esta simpatía. Durante la toma de Concord en enero de 1971, publicó un reportaje a un dirigente del SITRAC, que, ante la pregunta acerca de su opinión sobre las organizaciones armadas, respondió: “La gente lo vive, lo ve muy bien. Cuando el Ejército Revolucionario del Pueblo tomó la guardia aquí, después todos los compañeros andaban pintando estrellas en los baños y paredes”69.
Otra de las fuerzas que jugaron un rol central en el proceso de Fiat fue el Peronismo de Base70. Esto, que, como vimos, había sido señalado por PyP, quedó oscurecido en la interpretación de Brennan y Gordillo, quienes afirmaron que “virtualmente no había participación de activistas peronistas intransigentes como dirigentes dentro de los sindicatos clasistas de Fiat”71. El PB había tenido su origen justamente en la provincia de Córdoba tras el Cordobazo, a partir de la articulación de grupos barriales, estudiantiles y obreros, entre estos últimos uno conocido como el “grupo de Fiat”, encabezado por Florencio Díaz de Materfer72. Reivindicaba el peronismo y la figura de Perón, pero se proponía desarrollar una organización independiente con “una estrategia alternativa y revolucionaria para el peronismo a partir del trabajo antiburocrático en las bases”, integrando categorías del marxismo como la lucha de clases a sus interpretaciones acerca de la sociedad y del propio movimiento peronista, y postulando como objetivo la liberación nacional y el socialismo, lo que sostenía “solamente podrá ser alcanzado por la guerra popular revolucionaria a través de su máxima expresión que es la lucha armada”. Esto a su vez lo llevaba a priorizar las alianzas con las organizaciones armadas, tanto peronistas como no peronistas, y con la izquierda revolucionaria en general73. En un congreso realizado en julio de 1971, el PB se transformó en una organización nacional, constituyendo las Agrupaciones “26 se Julio”.
Hacia mediados de 1970, el PB cordobés estableció una estrecha relación con las Fuerzas Armadas Peronistas, y muchos de sus miembros actuaban simultáneamente en esta organización armada74. La principal acción de las FAP relacionada con SITRAC-SITRAM fue la llamada “Batalla de Fiat”, tras la disolución represiva de los sindicatos. El 3 de noviembre de 1971, en un operativo conjunto con FAR y Montoneros, se intentó el secuestro de un ejecutivo de Fiat. Descubiertos por la policía provincial, se desencadenó un tiroteo que culminó con la muerte de cuatro de los miembros de las organizaciones armadas, entre ellos el dirigente de las FAR Carlos Olmedo75.
El PB remarcaba la importancia del trabajo político en los sindicatos, pero señalaba constantemente que “el régimen ha ido creando un enjambre de anticuerpos que 'limitan su accionar a la mera acción reivindicativa', desligándola de toda política y estrategia de poder”76. De este modo, su estrategia se orientaba fundamentalmente hacia el trabajo entre las bases y la construcción de agrupaciones peronistas de base, lo que conllevaba un importante “desprecio” “por los ámbitos considerados 'superestructurales'”77. Es probablemente por este motivo que muchas veces la presencia del PB en SITRAC-SITRAM quedó invisibilizada. Como ya mencionamos, el propio Secretario General del SITRAM, Florencio Díaz, pertenecía al PB. Pero también en el SITRAC, si bien no ubicó miembros en la CD, esta fuerza tuvo un peso más que relevante: según Masera, era claramente la primera minoría en el Cuerpo de Delegados de Concord, y era por esa razón que el segundo abogado, Federico, era un hombre del peronismo revolucionario78. La siguiente cita del periódico Evita, realizada el marco de la discusión por el convenio en Fiat, ilustra la reivindicación del clasismo y las orientaciones de este grupo: el PB llamaba a los obreros a seguir luchando por las reivindicaciones,
pero siempre teniendo en cuenta que la verdadera solución de nuestros problemas se va a dar cuando derribemos al sistema de explotación vigente, y por ello es necesario mantener la dirección clasista y revolucionaria de nuestro gremio.79
Antonio Palada fue uno de los principales referentes del PB de Concord. Su madre, viuda, había sido una activa militante del peronismo, referenciada en particular con Eva Perón, y él había trabajado desde chico en una fábrica del plástico80. Su entrada a la Fiat se produjo en 1963, donde participó de la derrotada lucha de 1965, y en 1969 fue herido durante los enfrentamientos del Cordobazo. A esa altura ya tenía vínculos con los núcleos originarios del Peronismo de Base cordobés, y poco después se incorporó también a un comando de las FAP. Según su relato, fue una decisión deliberada del PB no incorporarse a la CD del nuevo SITRAC: “¿Cuál fue la estrategia nuestra? Manejar el Cuerpo de Delegados. Ahí nosotros votábamos, íbamos a la asamblea y si era necesario dábamos vuelta las asambleas cuando las cosas no iban bien”. Palada fue uno de los primeros despedidos producto de la ofensiva de la Fiat contra el nuevo SITRAC, en diciembre de 1970, lo que motivó varias medidas de lucha y una huelga de hambre en la parroquia de Ferreira en la navidad de ese año.
Por último, debemos referirnos al rol del Partido Comunista Revolucionario81, cuya influencia en el proceso de SITRAC-SITRAM ha sido muchas veces sobreestimada, como se ve incluso en la cita de Pasado y Presente. Al momento del inicio de la experiencia de Fiat, el PCR tenía ya una significativa fuerza en la provincia de Córdoba, con militantes en el movimiento estudiantil, intelectuales y profesionales, y, más importante aún, una influencia importante entre los trabajadores del SMATA cordobés, sobre todo en la matricería Perdriel82. En el plano sindical, el partido impulsaba las Agrupaciones Clasistas Primero de Mayo, que en diciembre de 1970 llevaron a cabo su primer Plenario Nacional en la propia ciudad de Córdoba83.
El PCR no logró obtener fuerza propia en la Comisión Directiva del SITRAC. Si bien estableció contactos con varios de los principales referentes, su principal incorporación fue un delegado, Raúl “el Ratón” Seré, quien junto con algunos otros trabajadores conformó la agrupación Primero de Mayo de Concord84. Un balance interno de la Regional Córdoba del PCR85 describe claramente la cuestión: señala que, al principio, concentrados en el proceso del SMATA, solo “se siguió a Fiat como algo ajeno”86. Hacia fines de 1970, cuando SITRAC-SITRAM comenzó a destacarse, se caracterizaba que “las fuerzas del Partido en Fiat eran muy pequeñas” y “no teníamos línea para abordarlo”. Cuando se produjo la definición clasista de los sindicatos a inicios de 1971, “fue recién aquí que el Partido nacionalmente cobra conciencia de Fiat”.
El principal elemento que llevó a que la influencia partidaria pareciera mayor de lo que era fueron las similitudes que tuvo el Programa de SITRAC-SITRAM con las definiciones programáticas que por entonces defendía el PCR. Este fue quien más reivindicó y difundió el Programa de Fiat, señalando que “constituye toda una política proletaria para una revolución social y nacional camino del socialismo”87, y en el mencionado balance interno se lo definió directamente como “un abierto triunfo de nuestra línea”88. Cómo fue que esto llegó a ser así merece un análisis más profundo, pero, tal como lo señaló PyP en su momento, y lo corroboran nuestras indagaciones, más que haber sido una expresión de un rol dirigente del PCR en el proceso de Fiat, “los hechos muestran, sin embargo, que no fue más que el producto circunstancial de la influencia de una organización, el PCR, sobre las direcciones sindicales”89, y en particular sobre Curutchet, que fue quien redactó el texto.
Finalmente, el balance general de la experiencia realizado por el Comité Central del PCR fue de los más críticos de los elaborados por los grupos de la izquierda que reivindicaban el clasismo90. Según este, en SITRAC-SITRAM había terminado por predominar la “concepción comandista del militarismo pequeño burgués”, lo que conllevaba una política de división de esferas: “el proletariado queda restringido a la lucha reivindicativa, mientras los grupos asumen la lucha estratégica por el poder”, lo que fue la causa que llevó finalmente al aislamiento y la derrota de la experiencia.
En este artículo ofrecemos un panorama general acerca de la intervención de las izquierdas en el proceso de SITRAC-SITRAM. Señalamos cuáles fueron en concreto las organizaciones que participaron de la experiencia logrando una fuerza propia al nivel de las direcciones de Fiat y algunas de sus orientaciones para la acción política y sindical. Si bien el proceso de los trabajadores de Fiat está lejos de reducirse al papel de las izquierdas, consideramos que este tampoco puede comprenderse integralmente prescindiendo de un análisis pormenorizado de este factor.
Los trabajadores de Fiat, y en particular su nuevo núcleo dirigente, realizaron un acelerado proceso de politización, que se asentó fundamentalmente en la situación de radicalización general que se vivía en la Argentina y en la provincia en el escenario post-Cordobazo, y en la propia dinámica de confrontaciones en que se encontraron embarcados a partir del intento de establecer una dirección sindical representativa de las bases. Sobre este terreno, fue la intervención de las izquierdas lo que terminó de aportarle una dirección específica a esta politización creciente. Como señalan los testimonios, el propio concepto de clasismo fue tomado del acervo de la izquierda porque consideraban que se ajustaba a lo que estaban viviendo, y fue al calor del contacto con los militantes de la nueva izquierda que los nuevos dirigentes fueron renovando sus concepciones ideológicas, políticas y gremiales. De este modo, en nuestra perspectiva una comprensión integral del sindicalismo clasista de los '70 exige necesariamente abordar la interrelación dialéctica entre sus prácticas distintivas y sus fundamentaciones, así como entre la experiencia obrera en dicha coyuntura histórica y sus vínculos con la nueva izquierda revolucionaria.
Durante su transcurso, el proceso de SITRAC-SITRAM estuvo sujeto la influencia de múltiples organizaciones, que coexistieron y mantuvieron una permanente disputa, realizando aportes parciales y cambiantes. Desde nuestro punto de vista, no se puede hablar de una fuerza que haya sido hegemónica, más allá de señalar que en una primera etapa Vanguardia Comunista parece haber sido la que marcó lo principal de las orientaciones hacia la CGT y el movimiento obrero local, y que en un segundo momento el PRT-ERP logró ganar a una sorprendente cantidad de dirigentes y activistas. Es de destacar también el peso y la atracción que lograron las organizaciones armadas entre los dirigentes de Fiat, tanto las de cuño marxista (ERP y FAL), como las del peronismo (FAP), todas las cuales se encontraban en los momentos iniciales de su apuesta por la acción político-militar y de la configuración de sus estrategias sindicales. El rol del Peronismo de Base, una de las fuerzas de la izquierda peronista que se identificó plenamente con el sindicalismo clasista, aparece como un punto fundamental que exige un estudio más profundo, el cual aportaría para comprender mejor el nivel de radicalización política de un sector de las bases obreras, aún dentro de su identidad peronista.
A pesar de la heterogeneidad de fuerzas, lo que en general parece haber predominado en las direcciones de Fiat fue el intento de poner por delante los puntos generales de acuerdo, priorizando la identidad y los intereses de clase por encima de las distintas ubicaciones políticas. Un delegado del SITRAC señalaba en su momento: “No hay la rivalidad demostrada dentro del estudiantado por tendencias. En los estudiantes, habla una tendencia y chicanea a la otra, en los obreros no. Inclusive se coincide en muchos puntos, vamos, como yo diría, todos para el mismo lado. Se trabaja todos mucho más juntos”91. Y en el mismo sentido se expresaba Curutchet. hablando del propósito que los había animado con la formulación del “Programa de SITRAC-SITRAM”:
Desde hace largo tiempo SiTraC y SiTraM tenían planteado enunciar un programa que permitiera detectar aquello que nos unía detrás de nuestra línea clasista. Que nos permitía, por encima del alineamiento que se estaba dando por parte de los principales activistas detrás de tendencias que, en cierto modo, están ligadas a partidos políticos revolucionarios existentes, que nos permitiera más allá de diferencias ideológicas, encontrar pautas comunes que nos unieran en la lucha, ya que todos estamos genéricamente ligados por el común propósito de construir el socialismo.
La ubicación de las distintas fuerzas políticas que actuaron en SITRAC-SITRAM bajo el común paraguas que ofrecía el concepto de clasismo contribuyó a este propósito, aunque en ocasiones llevó a practicar posiciones cambiantes o contradictorias, y a intentar “promediar” las distintas estrategias y orientaciones sin terminar de conformar a ninguno. En este sentido, cabe destacar que las izquierdas influyeron en el proceso de Fiat tanto como este influyó en las izquierdas. Muchas de las fuerzas de la nueva izquierda estaban dando los primeros pasos en la sistematización de sus estrategias sindicales, por lo que la experiencia de SITRAC-SITRAM ofició como una suerte de laboratorio de la que cada una intentó extraer enseñanzas al tiempo que se esforzaba por ofrecer alguna clase de orientación.
Cada una de las definiciones importantes de los nuevos sindicatos fueron motivo de debates entre las distintas fuerzas y sus militantes en Fiat, cuya reconstrucción entendemos contribuiría a ver la experiencia con una mayor complejidad. Entre estos, tuvieron especial relevancia las polémicas acerca de la política a darse hacia la CGT y el movimiento obrero cordobés, la relación entre sindicalismo y política revolucionaria, el Programa de SITRAC-SITRAM, el Congreso nacional clasista de agosto de 1971 y sobre la represión y disolución de los sindicatos. Del mismo modo, los balances generales que cada organización -y aquí incluimos también a las que no tuvieron fuerza propia en Fiat- elaboró sobre el proceso tras la disolución de los sindicatos fueron sumamente contradictorios, lo que es central para comprender cómo orientaron sus intervenciones en sus posteriores intervenciones sindicales.
Finalmente, un análisis integral de la experiencia de los trabajadores de Fiat requiere saldar la cuenta pendiente que deja el desbalance entre lo que conocemos sobre el proceso del SITRAC y sobre la otra mitad del binomio: el SITRAM. La menor accesibilidad en cuanto a fuentes documentales no debería ser un obstáculo para dicha tarea.
Como señalamos al inicio, entendemos este artículo como un puntapié inicial que permita avanzar en futuras indagaciones que ahonden sobre las respectivas intervenciones de cada fuerza en la experiencia de SITRAC-SITRAM, y en general en el movimiento obrero del período. Dicho estudio aportaría a enriquecer el estudio acerca de las distintas estrategias y las corrientes sindicales en pugna en los años '70, una de las expresiones de las fuerzas sociales que estaban confrontando en el conjunto de la sociedad argentina.