INTRODUCCIÓN
Una de las fronteras hacia donde avanza el conocimiento humano, inmersa en lo complejo y carente de teorías generales, es en un fenómeno singular llamado mente (García Valdecasas, 1980). Durante los siglos XVII y XVIII se plantea la unión entre mente y sistema nervioso (DuqueParra, 2002). En este contexto, la neuroanatomía y la neurofisiología, hasta la primera mitad del siglo XX, fueron las ramas de las ciencias básicas que más aportaron al conocimiento fundamental de este sistema. El desarrollo técnico, bioquímico, informático e imaginológico, entre otros, favorecieron una unión morfofisiológica que permitió, a partir de los años 60, dar solidez a los conocimientos en esta área (Duque-Parra, 2001).
Estos avances, sumados a la importancia que fue adquiriendo la neuroanatomía, la convirtieron en una de las ramas más complejas de abordar por parte de los estudiantes. Quienes deben familiarizarse con un lenguaje complejo y extenso, necesario para lograr una comunicación global (Aziz et al., 2002). Así, la comprensión del término neuro desde su origen podría favorecer el aprendizaje de esta materia. Neuro proviene del indoeuropeo nerwo, que deriva de neu-ro (de neu -variante de sneu-), que significa liga. Tardíamente, la familiaridad del concepto es clara, “nervio”, procedente del latín vulgar nerviu y nervus, del griego νε?ρον, nervio, tendón (HernándezAlcántara, 2011).
La importancia de comprender el lexema neur(o) y los términos que derivan de él, radica en la multiplicidad de conceptos que lo tiene incorporado como prefijo, sufijo o interfijo. Por ende, determinar las unidades mínimas de cada palabra, definidas como raíz o lexema, permitirá descifrar el sentido semántico de una palabra y los morfemas que derivan de ella. Desde un punto de vista lexicogenésico, las palabras se construyen adicionando alternativas de composición pudiendo ser de tres tipos: prefijos, sufijos e interfijos. Los prefijos son los que se anteponen a la base lexical, los sufijos se posponen al lexema y los interfijos los que se intercalan entre la raíz y los sufijos (Marcos, 1998).
Por otra parte, Terminologia Anatomica (TA) es la encargada de unificar todos los términos anatómicos empleados para nombrar, identificar, describir y ubicar espacialmente a los órganos corporales, así como las relaciones entre ellos. (Aziz et al.; Díaz Rojo, 2001). En 1989, la Federación Internacional de Asociaciones de Anatomía (IFAA), estableció que TA sea redactada en latín y usada como base de la comunidad científica internacional. Los términos anatómicos allí incluidos poseen sus orígenes en la antigua Grecia y Roma (Sakai, 2007), con lo que cuentan con una fuerte influencia del latín clásico y el griego (Wulff, 2004). Considerando la información expuesta, el objetivo de esta investigación fue analizar el lexema neur(o) y los términos anatómicos asociados con el propósito comprender su significado y mejorar su aprendizaje.
MATERIAL Y MÉTODO
Se identificaron los términos anatómicos que contienen en su composición el lexema neur(o) en TA (2011) publicada por el Programa Federativo Internacional en Terminología Anatómica (FIPAT), ubicados en la columna en latín. Cada uno de estos términos fue analizado desde un punto de vista etimológico y semántico según las directrices propuestas por el Diccionario Médico-Biológico, Histórico y Etimológico de la Universidad de Salamanca (2014). Finalmente, con todos los datos recolectados, se construyó una Tabla.
RESULTADOS
La revisión de la segunda edición de la TA de 2011 en latín e inglés, arrojó que el lexema neur(o) se repite en 26 términos anatómicos (Tabla I). Estos se encuentran en los capítulos sistema esquelético (A02.0.00.000 Ossa; Systema skeletale), sistema muscular (A04.0.00.000 Musculi, Systema musculare), glándulas endocrinas (A11.0.00.000 Glandulae endocrinae) y sistema nervioso (A14.0.00.000 Systema nervosum).
La raíz neur(o), tiene dos orígenes semánticos. Por un lado, proviene del griego νευρον, como también del latín neruu(m). En ambos casos, puede significar nervio o tendón. En este último, su traducción se hace pertinente en el concepto “aponeurosis” (A04.0.00.47 Aponeurosis), término griego conformado por αTTó ‘a partir de’ + neur-νευρον + ‘tendón’ + -o¯-sis ‘proceso’, el cual hace referencia a la membrana de tejido conjuntivo que envuelve los músculos (Cortés) o como tendones que se extienden en forma de amplias láminas fibrosas (Pró, 2012). En dos casos asociados a glándulas endocrinas, neurohipófisis (A11.1.00.006 Neurohypophysis; Lobus posterior) y lóbulo nervioso (A11.1.00.008 Lobus nervosus), en donde el prefijo neur(o) hace referencia al origen de las estructuras.
DISCUSIÓN
Si bien, la interiorización de los términos anatómicos, en principio, puede provocar cierta resistencia debido a que el lenguaje de esta disciplina es bastante amplio. Al comprender los términos desde sus orígenes, estos adquieren sentido y mayor comprensión (Moore et al., 2010).
Uno de los principales resultados de esta investigación fue la diferencia entre la definición otorgada por TA y el origen lexicológico, para los términos aponeurosis y neurofibrarum (Tabla I), quienes poseen una utilización anatómica muy distintas, pero comparten un mismo origen etimológico. Al respecto, es importante desarrollar aspectos históricos que podrían tener injerencia sobre estos dos términos.
Alcmeón de Crotona (500-450 a.C.), basándose en una disección del sistema nervioso, ya pudo distinguir los nervios sensoriales de los motores (Duque-Parra et al., 2014). En paralelo, Empédocles (495-444 a.C.), determinó que los ligamentos o neura eran cordeles o cuerdas (fibras torcidas) que “ataban” el cerebro con el resto de los órganos corporales (Campohermoso et al., 2016). Años más tarde, Herófilo (335-280 a.C.) confundió, por su semejanza, ligamentos y nervios, aunque también reconoció que estos últimos desempeñaban un papel primordial en los procesos sensoriales (Hernández Alcántara, 2011). Por último, Galeno con sus excelentes conocimientos sobre neuroanatomía, aclaró la diferencia entre nervio, ligamento y tendón. Al respecto decía: "nervio, ligamento y tendón, frecuentemente se confunden entre sí. El nervio, por una parte, es lo que emerge del cerebro o la médula espinal, y, por otra parte, el ligamento nace del hueso y el tendón es de donde se origina un músculo” (Campohermoso et al., 2016).
En la actualidad, nervio se define como “cordón de haces de fibras nerviosas, integrante fundamental del sistema nervioso periférico, que conduce impulsos nerviosos hacia o desde el sistema nervioso central o en ambos sentidos” (Cortés, 2014). De manera simplificada, podemos decir que este tejido tiene forma de cordón, es conductor de impulsos y está compuesto de fibras. Por tanto, esta condición de “cordón de haces de fibras” podría haber generado una confusión entre nervio y tendón en un pasado.
Aclarado el origen del término neur(o) y retomando el análisis etimológico de la palabra aponeurosis se puede apreciar cierta inconsistencia entre su origen y su utilización. Para esto es necesario contrastar tres puntos; i) Apó(αTTó): 'a partir de' + neur(νευρον): ‘nervio’, ‘tendón’ + -o¯-sis(o¯-sis): ‘proceso’, ii) En la terminología anatómica es utilizado para referirse a una membrana de tejido conjuntivo que envuelve los músculos y iii) Galeno (II d.C.), referido al punto en el que el músculo se hace tendinoso (Diccionario de términos médicos, 2011). En este contexto, el sufijo o¯-sis (o¯-sis): ‘proceso’ generaría confusión, entendiendo a la aponeurosis como un conjunto de membranas fibrosas que envuelven a los músculos característica distinta a un proceso óseo (Testut & Latarjet, 1983).
Por otra parte, el resto de los resultados mostró consistencia entre el origen de la palabra y su aplicación. A modo de ejemplo, el término en latín neurocranium está formado por dos lexemas. El lexema griego neur(o) (nervio, sistema nervioso) y lexema en latín medieval cra¯neu(m) (cabeza). Desde su significado, Cortés (2014) lo define como una caja ósea donde está contenido el encéfalo. Esto concuerda con su aplicación anatómica, aquí Alves & Cândido (2009) describen esta estructura como la porción del cráneo compuesta por ocho huesos que envuelven y protegen la parte cefálica del sistema nervioso central, el encéfalo. Por tanto, existe una directa relación entre origen, significado y aplicación.
Del mismo modo, el término neurohypophysis es empleado para referirse a una zona específica de la hipófisis, glándula ubicada bajo el cerebro. La neurohipofisis corresponde a una extensión del tejido nervioso del cerebro, la cual secreta neurohormonas producidas en el hipotálamo (Silverthorn & Ober, 2010). Esta caracterización concuerda con lo expuesto por el Diccionario de términos médicos, (2011), donde se define como la porción nerviosa de la hipófisis, que deriva del suelo del tercer ventrículo. Contiene las terminaciones axónicas del tracto supraóptico hipofisiario, que liberan las hormonas vasopresina y oxitocina sintetizadas por las neuronas de gran tamaño de los núcleos supraóptico y paraventricular del hipotálamo. Del mismo modo, los términos neurona (neuron) y neuroglia (neuroglia) (Tabla I) son utilizados para referirse a células constitutivas del sistema nervioso. Muchos especialistas en el área, utilizan el término neurona para referirse a la unidad funcional del sistema nervioso, la cual tiene propiedades de excitabilidad y conductibilidad (Duque-Parra, 2001; Standring, 2016). Asimismo, el grupo de células que sostienen a esta unidad funcional, se denomina neuroglia (Snell, 2010; Moore et al.).
Los términos neurofibra, neurofibrae, neurofibrarum han sido traducidos por TA al español, en el caso del primero, como fibra nerviosa y el segundo como su plural, fibras nerviosas. Situación especial es la de neurofibrarum que es el genitivo de neurofibra por lo que su definición sería, de las fibras nerviosas. Esta definición se asemeja a lo descrito por Ross & Pawlina, (2016), quienes utilizan el término “fibra nerviosa” para referirse al axón con todas sus cubiertas, es decir, cada filamento que entra en la composición de un axón. Los términos endoneurium, perineurium y epineurium son empleados para describir el tejido conectivo que cubre a los nervios periféricos, endoneuro, perineuro y epineuro. El uso de los prefijos endo (dentro), peri (alrededor de) y epi (sobre), permiten atribuir una ubicación de estos tejidos en el nervio. El epineuro corresponde a la capa más externa del nervio, el perineuro corresponde a una capa de tejido conectivo especializado que se localiza alrededor de cada fascículo nervioso y el endoneuro corresponde a una capa de tejido conectivo laxo localizado alrededor de cada fibra nerviosa (Ross & Pawlina; Moore et al.)
CONCLUSIÓN
Los principales hallazgos de esta investigación fueron que el sufijo ο-sis generó confusión en el significado del término aponeurosis. Los términos anatómicos en TA poseen un origen grecolatino que hace muy interesante el aprendizaje, pues lo plantea desde el sentido primigenio del concepto, con lo cual, se enriquece el conocimiento de la palabra, proporcionando adherencia en el proceso de acercamiento y aprehensión del lenguaje, que en este caso es el término anatómico.
En este estudio, se demostró que el conocimiento de un solo lexema permite inferir la definición y aplicación de 26 términos anatómicos, por lo que se ratifica la importancia de la comprensión básica de las etimologías latinas y griegas en la enseñanza y aprendizaje de la anatomía. El tratamiento de un lexema y su recurrencia, refuerzan y demuestran la necesidad de que la formación en salud, deben incorporar contenidos curriculares de formación lexicogenesia grecolatina, para facilitar la aproximación a las disciplinas que la componen, fortaleciendo y unificando el lenguaje científico de la comunidad nacional e internacional.