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Atender a una inminencia: intimidad, escritura y vida

Attend to an imminence: intimacy, writing and life

GIORDANO, Alberto. . El giro autobiográfico , Rosario: Beatriz Viterbo, 2020, 244 p.

Todavía hay lectores, incluso entre los críticos académicos, a los que nos seduce la idea romántica de la literatura como configuración del misterio, como aproximación a lo que en el mundo se revela, sin darse del todo, más acá del sentido. Alberto Giordano. El giro autobiográficoGIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020. .

Podemos llamar contemporáneo al lector que señala la existencia de esas sombras en las que se anuncia el retorno de una tensión originaria: para poder afirmarse como deseo, deseo de un vínculo inmediato entre escritura y vida, la literatura necesitará destruir una vez más sus cimientos institucionales, destruirse ella misma como institución otra vez. Alberto Giordano. El giro autobiográficoGIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020. .

En el ensayo “La muralla y los librosBORGES, Jorge Luis. “La muralla y los libros” en Otras inquisiciones, Buenos Aires: Sudamericana, 2011.”, Jorge Luis Borges anota hacia el final de su experimentación formal con la escritura una frase que devino de esa misma experimentación: “esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético” (2011BORGES, Jorge Luis. “La muralla y los libros” en Otras inquisiciones, Buenos Aires: Sudamericana, 2011., p. 12). Apunto esta cita porque Alberto Giordano en clases, charlas, ensayos la celebra y trata con esas inminencias en el modo del cuidado, rodeándolas, acompañándolas, construyéndolas en su lectura, cuando se encuentra deslumbrado por su singularidad. La reunión de ensayos El giro autobiográfico (2020GIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020.) que Beatriz Viterbo compila es un paseo por esas inminencias.

En una errancia movida por el deseo de leer libros que ponen a prueba y en juego el desconocido e íntimo sí mismo, El giro autobiográfico en la literatura argentina actual (2008), Vida y obra. Otra vuelta al giro autobiográfico (2011) e Insistencias -que agrupa cuatro ensayos publicados en diferentes revistas- las tres partes que conforman el libro, realizan en su escritura la experiencia de lectura como afectividad impresionada por el acontecimiento del encuentro entre el crítico y las obras, en el espacio inestable y siempre en potencia del ensayo.

Quienes1 1 Raúl Escari, Pablo Pérez, Rosario Bléfari, Sergio Pángaro, Patricia Suarez, Daniel Link, Alan Pauls, María Moreno, Elvio Gandolfo, Gabriela Liffschitz, Diego Meret, Hebe Uhart, Inés Acevedo, Sofi Richero, Beatriz Sarlo, Claudia del Río, Daniel Guebel. rozan aquella inminencia a la que se refería Borges combinada con una ética de la escritura como exposición de un sí mismo que se les escapa y como transformación y cuidado de sí atraviesan los textos de Giordano que encuentra junto a ellos momentos, pasajes o ausencias de esas experiencias, de ese “anudamiento de ética y estética que supone la experiencia de lo íntimo” (2020GIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020., p. 104).

Esta tertulia, esta conversación de ensayos, entonces, contempla lo que Giordano dice: “Cada vez que publico un libro lo sigo escribiendo en otros ensayos que delatan mi apresuramiento y mi monotonía” (p. 13). El libro es una constelación -donde resuenan La contraseña de los solitarios. Diarios de escritores (2012GIORDANO, Alberto. La contraseña de los solitarios. Diarios de escritores: Beatriz Viterbo, 2012.), Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas (2006GIORDANO, Alberto. Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas: Beatriz Viterbo, 2006.)- que en esa forma despliega la propia intensificación que Giordano ensaya cada vez que escribe y reescribe. Intensificación de la escritura y de la vida.

A pesar de su aclaración de que nunca fue su propósito reducir el presente literario a una fórmula -“el giro autobiográfico en la literatura actual”- sino que dicha “fórmula” fue un señuelo para atraer la atención del periodismo cultural sobre su trabajo (p. 11), esa estrategia de llamar la atención logra poner en primer plano un atender de otra índole. Se trata tanto de frecuentar la lección de Felisberto Hernández “narrar como quien escucha la enunciación de los recuerdos con atención flotante, sin temor a pasar por estúpido, más bien cortejando la estupidez” (p.106-7) como de invitar a compartir una disposición, una curiosidad por un movimiento de tonos por el que Giordano se encuentra íntimamente interpelado: “el paso de la vida a través de las palabras” (p. 33)2 2 El subrayado es de Giordano. . Si el psicoanálisis y las filosofías del acontecimiento actúan como impulso en sus lecturas es su potencia escrituraria la que lo conduce tanto a la composición de cuatro libros que son en ese movimiento atento (los tres Diarios de Facebook: El tiempo de la convalecencia (2017), El tiempo de la improvisación (2019), Tiempo de más (2020), y Algo sobre mi padre (2020) como a aventurarse en lecturas críticas que no ceden a los lugares de las certidumbres sino que apuestan a lo ambiguo, lo indeterminado que habitan en esa zona misteriosa (cuyo misterio hay que atender, con atención y cuidado), de “existencia sin ser” que es la literatura (p. 101).

Una forma de su atención y cuidado es la discusión. La discusión como “sacudir o golpear algo hasta quebrarlo, atender a las cosas para distinguirlas. Discutir puede o no contrariar los argumentos de otro, pero es, con otro, sacudir algo” (cita de Jorge Jinkis que Giordano copia en su muro de Facebook).3 3 La pertinencia de esta cita se ajusta tanto a la problemática como al lugar donde es enunciada. Sabemos que Facebook para Giordano es una zona de escritura donde construyó tres de los libros ya señalados. Y Giordano discute. Tanto con Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo, César Aira, María Moreno, Daniel Link, Jean-Philippe Toussaint, Rodolfo Fogwill, entre otros, como con las formas de preguntar por el presente de la literatura y por la literatura y el presente mismos. Estas discusiones recorren la visión negativa de lecturas que encuentran en las escrituras del yo narcisismos aburridos, espectacularidad de la privacidad, debilitamiento de la imaginación ficcional, abuso de la primera persona de escritores satisfechos, egocentrismo, autocomplacencia; u otras, provenientes del campo sociológico, que tienden a homogeneizar, indiferenciar la singularidad de acontecimientos escriturarios y lectores, hasta la distinción entre una pregunta esencialista ¿qué es la literatura? para proponer un potente ¿qué puede la literatura?, y más que nada la literatura del presente. Un presente que atiende al “elogio nietzscheano de lo inactual” y a un “ethos de lo intempestivo”. Porque “cuando el presente encierra la experiencia de la clausura de lo contemporáneo, hay que ‘actuar inactualmente -es decir, contra la época y por lo tanto sobre la época, y es de esperar que a favor de una época venidera’” (p. 145). Porque el presente no es algo usado por Giordano como “actualidad cultural” sujeta a pautas valorativas, a imposiciones como “no volver a usar las categorías de autor, obra, estilo, antiguallas de la modernidad”, como quiere Ludmer (143); sino “un acontecimiento que nos absorbe, del que participamos incluso contra nuestra voluntad” (p. 144).

Existe, por otra parte, una “virada ética” de la crítica literaria dispuesta a atender a esa forma del misterio de lo literario en las escrituras del yo. Porque el giro autobiográfico, además, implica en su movimiento una lectura ensayística que se convierta también en “escritura de sí mismo” (p. 102). En el primer ensayo de Vida y obra, otra vuelta al giro autobiográfico, Giordano retoma este lugar para leer Un final feliz (relato sobre un análisis), de Gabriela Liffschitz: “Este anudamiento de ética y estética que supone la experiencia de lo íntimo es el lugar en el que quiero volver a situarme para especular sobre la potencia literaria de un Final feliz” (p. 104). Es decir, el ensayo participa y realiza la obra leída y lo hace si el ensayista logra suspender-se de todo a priori gnoseológico y en todo caso “escribe para saber qué le ocurrió mientras leía” (p. 159), como sucede en el “Apéndice. El giro autobiográfico em Gávea” donde recuerda, en la escritura, un viaje a Río de Janeiro habitado de experiencias que escribe de regreso un poco para reconstruir imaginariamente el viaje “(¿hace falta aclarar que mis recuerdos cariocas son de experiencias que jamás viví?)” (p. 173), y otro, u otro modo de lo mismo, para “escribir en nombre propio para experimentar lo ajeno y desconocido de la ‘propia’ enunciación” (p. 171).

Es que Giordano da el “salto de programa”, “concepto luminoso” (p.195) que formula Sarlo en Viajes. En “Entre la experiencia y el saber. Los Viajes de Beatriz Sarlo” (p.191), propone que ese concepto muestra el vínculo entre viaje y aprendizaje: “el aprendizaje auténtico […] es un viaje múltiple y aventurado a lo desconocido, una experiencia para la que nunca se cuenta con recursos suficientes, que responde menos a la voluntad de conocer que a la violencia del encuentro con algo imprevisto que da que pensar” (p. 196). Sarlo salta por momentos y en otros no participa del impulso, no lo realiza en el texto: piensa, escribe sobre él, se queda en el conocimiento de una subjetividad no suspendida. Otro salto es el salto a la literatura. En “Tal vez un movimiento. Sobre En la pausa de Diego Meret”, Giordano anota este acontecimiento. Muestra en una cita una imagen que “retiene lo esencial del salto a la literatura”. Escribe Meret: “Después empecé a llevar cuadernos, a sentir ganas de escribir, a sentarme en el banco de una plaza, o a la mesa de la cocina de mi madre, a esperar que apareciera, como quien sueña una llegada, una palabra dibujada con mano de escritor” (p. 127). En dos movimientos lee Giordano este salto: en “la afirmación de lo intransitivo, en la asimilación de palabra y dibujo, y la de lo impersonal, a través de la sinécdoque de la mano”, como también y, más vivamente, “en la definición del escritor como subjetividad titubeante, al borde de la inconsistencia” (p. 127).

El giro autobiográficoGIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020. convoca y distingue tanto novelas, diarios, cartas, confesiones, blogs, relatos, poemas, ensayos que “desconocen la frontera entre literatura y ‘vida real’” (p. 20). Giordano, en intimidad con ellos, sigue escribiendo sus libros ya escritos, como nos fue advertido, y las sacudidas también las juega con él mismo. De hecho, “el acontecimiento en el que se realizan los deseos de quienes escriben y quienes leemos literatura” cristalizado en la fórmula “el paso de la vida a través de las palabras” (p. 33) se acrecentará en una experiencia entusiasta que lo acerca más (como buscando la primera emoción que le produjo el encuentro con el Diario de Ángel Rama) a los avatares, recomienzos, interrupciones y desconocimientos de sí de la escritura diarística. Así, vislumbra cómo auras de esa escritura se tejen en otros “géneros” como los indicados anteriormente, es el caso de “La libertad de trazar. Sobre Ikebana política de Claudia del Río” (p. 203), Actos en palabras, de Raúl Escari, en “Aquí lo anacrónico. Consideraciones del presente de la literatura argentina” (p. 143) y también de Ómnibus, en “Una antropología de lo fugaz. Sobre Ómnibus de Elvio Gandolfo” (p. 81).

Atento y en disposición con esa afectividad desconocida, íntima, El giro autobiográfico expone, realiza en su escritura, los tejidos constitutivos, en movimiento vacilante y vital, entre escritura y sí mismo, demorándose, ya no en los supuestos de representación, verdad e identidad que dominaron los análisis autobiográficos, sino en experiencias que esos entramados conllevan de búsqueda, olvido de sí y sensibilidad.

El libro en tanto objeto es otro trazo que se suma a la experiencia. La tapa deslumbrante de Daniel García captura desde el inicio nuestra mirada y fascina -apenas tuve en mis manos el ejemplar me abandoné en ese encanto-: ocurre que potencia lo inagotable de los textos de Giordano, la conversación infinita que ocurre entre sus ensayos. Lo hace disponiendo otros libros de Alberto, también con la obra de tapa de García, entre otras la de El tiempo de la improvisación pero con el color de fondo de la tapa de El giro autobiográficoGIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020.; instalando un espejo que inquieta; y obrando la invitación a acudir a una mesa para ausentarse en la atención de la experiencia crítica que propone Giordano.

Desde la edición de Beatriz Viterbo ya se imprime la marca de esa posibilidad. Libro que como una filosofía no sabe, desea saber. El lector acude a esa mesa, suspendido de sí, atento a la posibilidad de un acontecimiento inminente que esperamos para -Giordano, en una charla sobre los ensayos de Juan José Saer, capturó esta frase- “elaborar un saber estremecido”.

Referencias

  • BORGES, Jorge Luis. “La muralla y los libros” en Otras inquisiciones, Buenos Aires: Sudamericana, 2011.
  • GIORDANO, Alberto. El giro autobiográfico, Rosario: Beatriz Viterbo, 2020.
  • GIORDANO, Alberto. La contraseña de los solitarios. Diarios de escritores: Beatriz Viterbo, 2012.
  • GIORDANO, Alberto. Una posibilidad de vida. Escrituras íntimas: Beatriz Viterbo, 2006.
  • 1
    Raúl Escari, Pablo Pérez, Rosario Bléfari, Sergio Pángaro, Patricia Suarez, Daniel Link, Alan Pauls, María Moreno, Elvio Gandolfo, Gabriela Liffschitz, Diego Meret, Hebe Uhart, Inés Acevedo, Sofi Richero, Beatriz Sarlo, Claudia del Río, Daniel Guebel.
  • 2
    El subrayado es de Giordano.
  • 3
    La pertinencia de esta cita se ajusta tanto a la problemática como al lugar donde es enunciada. Sabemos que Facebook para Giordano es una zona de escritura donde construyó tres de los libros ya señalados.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    18 Oct 2021
  • Fecha del número
    May-Aug 2021

Histórico

  • Recibido
    02 Oct 2020
  • Acepto
    27 Ene 2021
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