Abstract

Abstract:

Federico García Lorca was executed by the Francoist rebels in August 1936, at the beginning of the Spanish Civil War, along with three other men, Dióscoro Galindo, Francisco Galadí and Joaquín Arcollas, and with more than a thousand other victims, in a place near the city of Granada. His body was never recovered, nor those of the other victims. The purpose of this paper is to follow the official decisions taken about how to commemorate these victims, especially when implicating an intervention onto a physical space, e.g. building a park (1986) and a theatre of sorts (2002). These interventions are related to the different approaches to historical memory. Between 1976 and 2015, the emphasis has shifted from the collective, public, and political point of view to the individual and private perspective, thus promoting the exhumation of single corpses instead of keeping a space of symbolic value. After the enforcement of the Law for Historical Memory (2007), the attempt of exhumating the bodies of Galindo and Galadí at the request of their relatives (Lorca’s heirs not wishing their relative to be removed) didn’t succeed (2009). From then on, the opinions are divided between supporters of continuing with the search and supporters of preserving the place as a graveyard. But it is still to be consolidated as a lieu de mémoire, fusing historical memory and daily life.

Resumen:

Federico García Lorca fue ejecutado por los rebeldes franquistas en agosto de 1936, a comienzos de la Guerra Civil, con Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, junto a más de mil personas, cerca de Granada. Ni sus restos ni los de las otras víctimas han sido recuperados. El propósito de este trabajo es seguir las decisiones oficiales relativas a la conmemoración de esas víctimas, especialmente las que han implicado una intervención en el espacio físico, como la construcción de un parque (1986) y una suerte de teatro (2002). Estas intervenciones se relacionan con los diferentes acercamientos a la memoria histórica. Entre 1976 y 2015, el énfasis se ha desplazado desde el punto de vista colectivo, público y político al individual y privado, en consecuencias se ha promovido la exhumación de restos individuales en vez de mantener espacios con valor simbólico. Tras la entrada en vigor de la Ley de Memoria Histórica (2007), el intento de exhumar los cuerpos de Galindo y Galadí a petición de sus parientes (los herederos de Lorca expresaron su deseo de que el suyo no fuera exhumado) resultó negativo (2009). Desde entonces las opiniones se dividen entre partidarios de continuar la búsqueda y los de preservar el lugar como cementerio. Pero todavía debe ser consolidado como lieu de mémoire, fundiendo memoria histórica y vida cotidiana.

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