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Reviewed by:
  • Agua
  • Isabel de la Cruz
Caballero, Asunción. Agua. Madrid: Nueva Estrella, 2021. 130 pp. ISBN: 978-840-17857-35-6.

A veces, casi milagrosamente, nos encontramos con una obra poética que nos acoge y, casi, sin apenas explicárnoslo, tenemos, por fin, una placentera sensación, entre arrogante y pretenciosa, de tener acceso a la verdadera voz lírica del autor (autora en este caso), de haber comprendido al fin ese mundo poético al que nos hemos acercado, la mayoría de las veces, por un misterioso azar que a la larga resulta que tuvo poco de azaroso.

Dijo Flaubert que todo el talento de escribir no radicaba mas que en la elección de las palabras, y nosotros nos preguntamos si el acto de escribir poesía no será, en última instancia, un acertado acto de amor hacia esas mismas palabras, un acto volitivo transformado en amor, en fertilidad, en dádiva, un acto de revelación entre autor y lector, y que nos muestra a cada cual, en palabras de la propia Asunción Caballero, cómo llegar al mar que nos resume.

Agua es el título del poemario con el que Caballero ha venido a deleitarnos, a golpe de sorpresas… con una poesía sencilla, natural, llana, que no simplona ni manida, libre de efectismos y excesos verbales, que nos evoca la idea perceptible ya en Rubén Darío, y posteriormente en Pedro Salinas, de que los elementos naturales constituyen un misterio cuya esencia clave solo está al alcance del alma del poeta. Heredera de los grandes temas literarios de la edad antigua hasta la modernidad, Caballero despliega su versar en un medio líquido: "Allí /donde las lágrimas manan y mueren" ("Las piedras" 61).

Podríamos decir que su propia poesía actualiza viejos tópicos para sorprender al lector y ofrecer intuiciones de otro conocimiento menos cósmico: "Renuncio a sus palabras huecas, / a su desaforada prisa / para llegar a todo" ("Ocaso" 25).

Sus versos se adaptan tanto a temas cognitivos como puramente líricos. Navega diestramente sobre el agua en sus múltiples formas -océanos, mares, ríos, chorros, lluvia, nube, lágrimas-, relativas todas ellas a la tradición alegórica del Ser. Agua como cauce y [End Page 201] como motor, como maná y fuente de autoafirmación: "Nada es lo que sucede. / Es solo lluvia / y canta" ("El olor de las palabras" 97).

La poesía fluye en Agua con su propia sabiduría y con su propia nostalgia, sin olvidar la lucha por lo que debe ser. Nada acaba o es destruido sin que su ciclo comience. No hay autocomplacencia en la tormenta. Solo verdades. Parece que nos gritase desde su yo más íntimo "nunca te adaptes a lo que no te hace feliz, no te calces un zapato a la fuerza pensando que es tu talla, tienes que ser capaz de caminar, de correr, de volar" …Si la felicidad es el fin último de la vida, su agua no debe doler, no debe apretar, ni oprimir, ni quitar el aire, sino permitirnos ser libres, gráciles y dueños de nuestros propios caminos: "¿Se llevará el agua tanto congojo? / ¿o nos dejará una tormenta perfecta / desbordando los cimientos?" ("La tormenta" 83).

A medida que nos adentramos en Agua vamos sintiendo una complicidad mayor con una poeta que no se muestra en ningún caso dócil, manejable, ni inclinada a adaptarse a un latir que no se acompase con el suyo. Una poeta que no se somete ni a parámetros ni a jerarquías, ni de fondo ni de estilo. Sin amaneramientos: "Una mujer / una simple mujer en zapatillas" ("Polvo y cenizas" 101).

Sí como dijo Don Ramón de Campoamor el arte supremo sería escribir como piensa el mundo, en su último poemario, Asunción Caballero da al líquido elemento la capacidad catártica de reconstruir su esencia: "la lágrima que guardo / para saciar tu sed" ("Mi espera" 89).

El hallazgo de un agua reivindicativamente social es, y refuerza, el caudal emocional, radicaliza las prioridades de la existencia. Es energía transformadora, causa y...

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