1. INTRODUCCIÓN. LOS ESTUDIOS DE ACTITUDES EN EL CASTELLANO DE MALLORCA
Numerosos estudios publicados en las últimas décadas han concluido que las actitudes o percepciones de los hablantes hacia la lengua influyen claramente en el uso que se hace de esta. Es más, según Moreno Fernández (2012), toda variedad lingüística está condicionada claramente por la manera en que es percibida por sus hablantes y por los usuarios de otras variedades o lenguas. Con frecuencia, estas actitudes o percepciones guardan relación también con la identidad de las personas y su deseo de pertenecer a un grupo social o comunidad de práctica determinada (Eckert 1988). Dentro de los estudios de actitudes se ha destacado la importancia de medir los componentes afectivos y los componentes cognitivos que están relacionados con las actitudes lingüísticas. De los factores cognitivos se ha dicho que tienen gran peso en las percepciones de los hablantes y que guardan relación con los prejuicios, los estereotipos y las expectativas sociales (prestigio). Los factores afectivos, por su parte, se basan en los juicios de valor (estima/odio) hacia las características del habla y hacia los rasgos de identidad (orgullo/solidaridad) (Gómez Molina 1998)1.
La necesidad de dar un mayor protagonismo al estudio de actitudes en las zonas meridionales y las islas del Mediterráneo ha sido muy oportunamente destacada, entre otros, por Blas Arroyo (1994, 1999, 2007) y Buzón, Gómez y Gómez (2017). Estos autores se han interesado por conocer las actitudes lingüísticas de los habitantes de estos lugares, partiendo de la idea de que las actitudes contribuyen poderosamente “a la difusión de los cambios lingüísticos, a la definición de las comunidades de habla, a la consolidación de los patrones de uso y de evaluación social y, en general, a una serie amplia de fenómenos estrechamente relacionados con la variación lingüística en la sociedad” (Blas Arroyo 1994: 143). A partir de la noción de “acto de identidad” (act of identity), acuñado por Le Page (1980), Blas Arroyo afirma que los hablantes crean o adoptan reglas lingüísticas para parecerse o formar parte de aquellos grupos con los que se identifican (Blas Arroyo 1999: 50). Conocer cómo se constituyen los grupos sociales y cuáles son sus identidades es, por tanto, fundamental para avanzar en los estudios lingüísticos (Méndez Guerrero 2014). Charaudeau (2012) explica que la identidad de un grupo está formada por sus “imaginarios sociales”, esto es, por todo lo que comparten los miembros del grupo: sus creencias, sus opiniones, sus valores y sus gustos. Todos estos aspectos constituyen un nexo social, que aglutina a los individuos que se reconocen como parte de la comunidad y que guían su conducta en la vida en sociedad. De hecho, “en este proceso de construcción identitaria, el lenguaje ocupa una posición central, pues es gracias a él y a través de él que se construyen y circulan las visiones del mundo que caracterizan a los grupos sociales” (Charaudeau 2012: 23). La aportación de Buzón, Gómez y Gómez (2017) nos han permitido contar con información detallada sobre las actitudes lingüísticas de los hablantes de algunas zonas meridionales españolas (Valencia y su zona metropolitana) hacia las variedades usadas en la interacción cotidiana: castellano estándar, valenciano estándar, castellano popular y valenciano apitxat, que posteriormente podrá ser comparada con la que se obtenga en otras comunidades, como la balear, en las que conviven el castellano y el catalán2.
Los estudios de actitudes que se han realizado hasta el momento en la comunidad de hablantes mallorquina se han limitado a medir la proporción de castellano y catalán que utilizan los hablantes y a preguntarse en qué ámbitos o situaciones se considera más pertinente utilizar una u otra lengua. En este sentido, destacan los estudios de Melià i Garí (1997, 2002), Pieras-Guasp (2002), Blas Arroyo (2007) y Casesnoves y Más (2017). Algunos de estos trabajos concluyen que la presencia del catalán ha disminuido en algunos dominios donde tradicionalmente ha sido más intenso (como en la interacción con amigos, los hijos, la pareja, en el trabajo, en público, etc.) en favor de un bilingüismo más generalizado o incluso, en algunos casos, en detrimento del uso mayoritario del español (Melià i Garí 2002). Como explica Blas Arroyo (2007), al igual que ocurre en otras zonas catalanohablantes, la tendencia a utilizar el español en los ambientes comentados es mayor entre los castellanohablantes, que generalmente son más reacios a recurrir al catalán cuando se dirigen a interlocutores catalanes. No obstante, los datos recogidos también permiten considerar que existe una diferencia considerable entre los usos de los hablantes nacidos en Mallorca, que presentan una mayor inclinación a usar su lengua materna, y los inmigrantes, más propensos a utilizar el español (Blas Arroyo 2007). Y también se observa una creciente población en la isla, cuya lengua materna no es el catalán, que está empezando a recurrir a esta lengua en relaciones no familiares (Melià i Garí 2002).
Respecto a la identidad lingüística mallorquina, los estudios de actitudes han destacado que apenas se muestran signos del espíritu característico y nacionalista de otras comunidades vecinas (como Cataluña) o incluso una afiliación entre la lengua y las personas mismas (Blas Arroyo 2007). En un estudio previo, Melià i Garí (1997) afirma que casi el 64% de los jóvenes de la isla prefieren el adjetivo “mallorquín” para definirse, sin importar cuál sea su lengua materna, pues la mayoría de los informantes no considera indispensable hablar la lengua autóctona de la isla para ser mallorquín. Sin embargo, aunque “hablar catalán” no se considere el principal signo de identidad para la mayoría de mallorquines, el proceso de normalización lingüística que se ha llevado a cabo en las Islas Baleares en las últimas décadas ha provocado que haya aumentado la valoración del catalán como lengua de comunicación. Este hecho se observa incluso en los hispanohablantes que perciben como “necesario” saber catalán para encontrar un trabajo en Mallorca y que apuestan por el uso del catalán y el español en la educación (Melià i Garí 1997). Este último dato contrasta, no obstante, con lo observado por Pieras-Guasp (2002), quien determina que la mayoría de los jóvenes todavía ven el español como la lengua más importante de comunicación, movilidad social y poder.
El reciente trabajo de Casesnoves y Más (2017), por su parte, se ha interesado por determinar si existe una relación entre los factores ideológicos y la elección de la lengua en las ciudades de Barcelona, Valencia y Palma. Los resultados de la investigación concluyen que en las poblaciones de Palma y Barcelona el uso del catalán no se vincula con factores ideológicos. En cambio, en la ciudad de Valencia el uso del catalán se correlaciona con una posición ideológica: la izquierda3. Por último, el estudio de actitudes realizado por Pieras-Guasp, que difiere en los presentados por Melià i Garí en la inclusión de técnicas indirectas (como la escucha de grabaciones de mallorquines bilingües hablando castellano y catalán) además de las técnicas directas clásicas de preguntas a través de cuestionario, presenta resultados algo menos optimistas respecto a la vitalidad en la isla de ambas lenguas oficiales. Y es que, aunque los resultados de su investigación sugieren que los participantes (jóvenes en edad escolar) reaccionaron muy positivamente a las declaraciones sobre el futuro y la vitalidad del catalán, pues acordaron que debe mantenerse, que es una lengua apropiada para la vida moderna, que vale la pena aprenderlo y que no será reemplazado por español. Y también estuvieron de acuerdo en que les gustaría que sus hijos pudieran hablar catalán y que ellos mismos lo hablaran en el futuro; estas valoraciones de “mejoría de la situación del catalán” se han producido a partir de la visión tradicional de la lengua, vigente durante gran parte del siglo XX, de lengua minoritaria y local. Es más, según explica el autor, las valoraciones que recibieron las grabaciones de las voces hispanohablantes, en general, fueron más positivas que las que recibieron las voces catalanohablantes. Concretamente, los estudiantes encuestados pensaron que las personas que utilizaban el español en las grabaciones eran más inteligentes, más cultas, más ricas y más trabajadoras (percepciones cognitivas). Y, por otra parte, se consideró que las voces catalanas pertenecían a individuos más rurales, menos inteligentes, de clase baja, menos cultos y más pobres. Solo los estudiantes de habla catalana dieron una mejor evaluación (parcial) a los hablantes de su propia lengua al considerarlos más amables, más honestos, más graciosos y más tolerantes que sus contrapartes españolas (percepciones afectivas). Y no hubo evidencia estadística de que los estudiantes con el castellano como lengua predominante sintieran el mismo tipo de atracción hacia las voces españolas (Pieras-Guasp 2002).
Como se ha visto, la información sobre las actitudes lingüísticas en Mallorca todavía es limitada y no responde a otras informaciones interesantes como, por ejemplo, qué opinión les merece a los mallorquines su variedad (castellana o catalana) frente a otras variedades de la misma lengua o qué conocimiento tienen del resto de variedades de su/s lengua/s. El trabajo, integrado en el proyecto PRECAVES XXI (Cestero y Paredes 2018), que aquí se presenta, tiene la intención de dar respuesta a alguna de estas cuestiones y, como se detalla en las primeras páginas de este monográfico, presentará los resultados de las siguientes preguntas de investigación: a) ¿consideran los hablantes mallorquines que hay una variedad de español mejor o más prestigiosa?; b) ¿qué percepción tienen los informantes de su propia variedad?; y c) ¿identifican los mallorquines el resto de variedades normativas del español y qué valoración les dan?
2. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
La metodología seguida en la investigación ha sido la diseñada por Cestero y Paredes (2015a) para el Proyecto para el estudio de creencias y actitudes hacia variedades del español en el siglo XXI (PRECAVES XXI). Esta metodología está basada en la técnica de pares falsos o máscaras, la cual ha proporcionado información directa e indirecta sobre las actitudes y percepciones de los hablantes mallorquines hacia las variedades del español. Las variedades contempladas en el análisis, como se explica en el artículo de Cestero y Paredes (2018), incluido en este monográfico, corresponden a las ocho variedades cultas propuestas por Moreno Fernández (2009): castellana, andaluza, canaria, mexicana, caribeña, andina, chilena y rioplatense.
El objetivo final del estudio es dilucidar las creencias y actitudes de los jóvenes universitarios mallorquines respecto a su propia variedad y las restantes. Por esa razón, la muestra está constituida por 80 estudiantes de filología con y sin conocimientos sobre las variedades del español, que tienen edades comprendidas entre los 18 y los 34 años y que han nacido y vivido toda su vida en la ciudad de Palma. Los datos detallados sobre los informantes pueden consultarse en la siguiente tabla:
De la tabla se desprende que predominan las mujeres en la muestra. Esto se debe al perfil eminentemente femenino del alumnado que cursa estudios de filología en las universidades españolas. Los 80 informantes han respondido un cuestionario en el que han escuchado 16 grabaciones (8 de discurso oral y 8 de lectura de un texto) de hombres o mujeres con estudios superiores. Cada una de las voces correspondía a las distintas variedades del español. Las preguntas, directas e indirectas y abiertas y cerradas, estaban constituidas a partir de escalas de diferencial semántico, tal y como se explica en Cestero y Paredes (2015a, 2015b y 2018). Las respuestas aportadas guardan relación con las siguientes cuestiones: 1-. el prestigio de las distintas variedades, 2-. la valoración de la variedad propia y 3-. la identificación y valoración de las demás variedades.
3. RESULTADOS. LAS ACTITUDES LINGÜÍSTICAS DE LOS MALLORQUINES
3.1. Actitudes hacia las distintas variedades del español
En este apartado nos vamos a referir a las percepciones de los sujetos encuestados respecto a la existencia o no existencia de una o más variedades del español mejores o más prestigiosas. Como refleja el gráfico 1, la mayoría de los informantes no considera que las variedades de las distintas zonas hispanohablantes sean igual de prestigiosas.
Aproximadamente el 63% de la muestra (50 de los 80 encuestados) ha considerado que hay al menos una variedad del español mejor o más prestigiosa que las demás. Frente a este 62,5%, se observa un 32,5% que opina que no hay una variedad mejor (26 de los 80 encuestados) y un 5% (4 de los 80 encuestados) que no contesta. Así pues, la creencia más extendida en respuesta a “¿dónde considera que se habla mejor el español?” es un lugar (ciudad o región) y, en el caso concreto de los hablantes mallorquines, la respuesta preferente es “en Madrid”. Otras de las respuestas obtenidas indican también zonas más generales como “la zona central” o “el norte de la península” a las que consideran el modelo idiomático:
“Zona centro de la península Ibérica” (encuesta 1229)
“En el norte de España” (encuesta 1768)
“En las comunidades céntricas de la Península” (encuesta 2099)
“Zona norte este” (encuesta 1665)
“Septentrional” (encuesta 1696)
También se sitúa el mejor modelo de habla en las grandes ciudades (especialmente la capital), en los lugares donde se recibe más educación y en las zonas monolingües, esto es, en las que no hay lenguas en contacto:
“En Madrid” (encuestas 1224, 1228, 1736, 1755, 1758, 2101, 2106, 2126, 2137, 2138, 2323, 2334, 4401, 1143)
“Donde mejor se habla el español es allí donde hay una buena educación” (encuesta 1688)
“En las zonas con menor influencia de otros idiomas” (encuesta 2250)
Aunque con menor frecuencia, también existen opiniones que apuntan a la diversidad e igualdad entre las distintas variedades:
“El español tiene muchas variantes, por lo que no considero que haya un español mejor o peor hablado” (encuesta 1699)
“El español de todas las zonas hispanohablantes es correcto siempre que se sigan una serie de normas” (encuesta 1711)
“No hay una zona o región en la que se hable mejor el español” (encuesta 1720)
“En la variación no creo que se deba hablar de mejor o peor” (encuesta 1760)
“No hay un español más correcto que otro” (encuesta 1761)
“En mi opinión, considero que no hay un español mejor que otro puesto que solo hay una lengua/idioma común para todos, pero diferentes hablas. Es decir, la ortografía y la gramática es la misma para todos, pero dependiendo de la región, los hablantes adoptan una pronunciación u otra, pero eso no implica que unos lo hablen mejor y otros peor” (encuesta 2123)
Nótese en este gráfico que la variedad mejor considerada es la propia de los informantes (38 casos, 47,5%), aunque ninguno identifica su ciudad como el modelo idiomático o zona irradiadora de prestigio y prefieren reseñar otros lugares o ciudades castellanas como el modelo más prestigioso. Algunos de los informantes han generalizado su respuesta, relacionando su variedad con la “española” y han optado por esta respuesta para hablar de la variedad más prestigiosa (8 casos, 10%). Otros, como ya se ha comentado anteriormente, no consideran que haya un español mejor (26 casos, 32,5%). Por último, 4 informantes (5%) han considerado que el prestigio está relacionado con las urbes, con el contacto de lenguas y con la educación recibida y otros 4 no han contestado (5%)4.
También se ha analizado el papel que juegan los factores sociales en la percepción sobre la existencia o no de una mejor variedad del español. La prueba estadística de Chi cuadrado muestra que sobre esta creencia solo tiene incidencia el colectivo al que pertenece el informante (con o sin estudios dialectales), con una significación de 0,02 (p value) como se aprecia en la tabla 2.
Así pues, los datos muestran que los estudiantes sin formación sobre las variedades consideran en su mayoría que existe una jerarquía entre las distintas variedades del español (41 casos, 73,2%) frente a los estudiantes con conocimientos en variación (9 casos, 45%). En cuanto al sexo, esta creencia es compartida por los hombres en mayor medida (10 casos, 71,4%) que por las mujeres (40 casos, 64,5%) y, en relación con la edad, los mayores piensan en mayor número que el español de algunas zonas es mejor que el de otras (25 casos, 69,4%) frente a los más jóvenes (25 casos, 62,5%).5
3.2. Actitudes hacia la propia variedad del español
El cuestionario también ha arrojado información acerca de “¿qué percepción tienen los informantes hacia su propia variedad?”. En esta parte del estudio, se han analizado en total 160 respuestas (correspondientes a las 80 grabaciones de muestras orales y las 80 de muestras leídas) de los 80 informantes6.
Atendiendo las 160 respuestas obtenidas, podemos concluir (tabla 3) que más de la mitad de los informantes han identificado correctamente su variedad en las grabaciones (82 casos, 51,3%). Las respuestas más repetidas por los informantes han sido “variedad castellana”, “de cualquier ciudad metropolitana: Madrid, Barcelona, Palma”, “de Baleares”, “del centro de España”. Otra gran proporción de informantes ha señalado correctamente su variedad, pero solo de manera aproximada, pues asocian su variedad con la española (73 casos, 45,7%). El 3% restante corresponde a 2 informantes que no identifican correctamente su variedad y 3 que no contestan7.
Grabaciones valoradas de la propia variedad (160) | Frecuencia | Porcentaje |
Variedad identificada de manera correcta | 82 | 51,3% |
Variedad identificada de manera errónea | 3 = no contesta 1 = variedad hispanoamericana 1= variedad estándar | 1,8% 0,6% 0,6% |
Variedad identificada de manera similar (como española) | 73 | 45,7% |
También se ha observado, respecto a la identificación de la variedad propia, que el grado de identidad de los informantes con las grabaciones es bastante grande: el 19,3% (31 casos) ha identificado la variedad como “totalmente idéntica”, el 40,6% (65 casos) como “bastante igual”, 18,7% (30 casos) como “ligeramente igual”. De acuerdo con lo que indica la tabla, el resto de informantes no percibe tanta similitud entre la grabación y su variedad: 10,6% (17 casos) la valora como “ligeramente diferente”, 6,2% (10 casos) como “bastante diferente”, 2,5% (4 casos) como “totalmente diferente”, 1,8% (3 casos) “no contesta”.
3.2.1. Valoración directa de la variedad propia
El primer dato interesante que ofrece la valoración directa de la variedad castellana por parte de hablantes mallorquines es que la valoración general de su propia variedad es buena, pues supera los 3 puntos (3,73)8. Recibe una mejor valoración la media cognitiva (3,83) que la media afectiva (3,62), como puede comprobarse en el gráfico 3.
Llama la atención el hecho de que la valoración de los informantes hacia su variedad no presente puntuaciones más altas. Los datos obtenidos sobre el componente afectivo (gráfico 4) presentan la variedad castellana como sencilla (media: 4,6), agradable (media: 3,9), cercana (media: 3,8), bonita (media: 3,6), blanda (media: 3,4) y aburrida (media: 2,2).
La valoración cognitiva que hacen los sujetos de su variedad es la siguiente (gráfico 5): monótona (media: 2,7), áspera (media: 3,6), lenta (media: 3,2), urbana (media: 4,9) y clara (media: 5,1).
De estos datos se desprende que los informantes hacen una mejor valoración de los aspectos cognitivos que de los afectivos y que, a pesar de que sus calificaciones no son siempre positivas, en general sí tienen una buena percepción de su variedad.
El aspecto mejor valorado por los sujetos ha sido la pronunciación de la variedad castellana (89 casos), a la que consideran “clara”, “perfecta”, “cercana al estándar”, “elocuente”, “nítida”. Los mallorquines encuestados también han realizado otro tipo de apreciaciones (27 casos) relacionadas con la “cercanía” de la lengua, su carácter “agradable”, su “familiaridad o proximidad” o directamente han dicho que les gusta “todo” de esta variedad. Respecto a los rasgos gramaticales, léxicos y pragmático-discursivos, se han obtenido menos informaciones (4 casos) relacionados con “la buena organización de las partes del discurso”, “la variedad del vocabulario” y “el acertado énfasis”9.
Como puede verse en la tabla 4, por su parte, los factores sociales parecen influir en la valoración general, cognitiva y afectiva. La variable “voz evaluada” muestra, tanto a nivel general como en las valoraciones cognitiva y afectiva, que las voces masculinas reciben mejores calificaciones que las femeninas (media cognitiva: 4,10 frente a 3,62; media afectiva: 3,86 frente a 3,44; y media general: 3,98 frente a 3,53). La variable “edad” presenta igualmente diferencias entre los encuestados: los informantes de entre 20 y 34 años presentan valoraciones más altas en los tres niveles que los menores de 20 años (media cognitiva: 3,88 frente a 3,79; media afectiva: 3,65 frente a 3,60; y media general: 3,77 frente a 3,69). La variable “sexo del informante” también permite ver diferencias en las medias (hombre: media cognitiva (3,79), media afectiva (3,70), media general (3,75); mujer: media cognitiva (3,84), media afectiva (3,61), media general (3,72)). Por último, la variable “colectivo”, una vez más, permite establecer diferencias (sin formación: media cognitiva (3,77), media afectiva (3,56), media general (3,66); con formación: media cognitiva (4,03), media afectiva (3,80), media general (3,92)).
Por tanto, según se deduce de la tabla, las mejores valoraciones provienen de los hombres (salvo en la media cognitiva), de los informantes menos jóvenes, de personas con formación dialectal y del análisis de las voces masculinas.
3.2.2. Valoración indirecta de la variedad propia
Las valoraciones indirectas de la variedad castellana en hablantes mallorquines se han centrado en el análisis de “la persona que habla”, así como en su cultura y región. En primer lugar, nos vamos a referir a la valoración que se ha hecho de la voz escuchada respecto a su posible dedicación profesional, a su nivel de ingresos y a su nivel de estudios. Tal y como indica la tabla 5, el 60% de los encuestados (96 casos) piensa que la persona que habla tiene un trabajo “bien cualificado” y el 31,25% (50 casos) que tiene un trabajo “altamente cualificado”. Sobre sus posibles ingresos, el 60,6% (97 casos) opina que tendrá unos ingresos “medios” y el 34,4% (55 casos), “altos”. Por último, respecto a su nivel de instrucción, el 56,3% (90 casos) considera que la voz evaluada tiene estudios “universitarios” y el 35% (56 casos), “estudios secundarios”.
A continuación, pueden verse en el gráfico 6 las medias de las valoraciones sociales anteriormente expuestas. Como puede comprobarse, la media más alta la hallamos en el nivel de estudios.
Si atendemos también las particularidades sociales de los sujetos de la encuesta (tabla 6), encontramos que las medias generales otorgan índices más altos de mejor trabajo, remuneración y formación a las voces masculinas (2,97 frente a 2,45) y que las mejores puntuaciones las otorgan las mujeres (2,68 frente a 2,67), los informantes mayores (2,75 frente a 2,62) y aquellos que tienen formación dialectal (2,99 frente a 2,58).
Respecto al tipo de calificativos que han asignado los sujetos a las voces analizadas (gráfico 7), destacan los siguientes: las personas que utilizan la variedad castellana en los audios son educadas (4,8), inteligentes (4,5), cultas (4,5), simpáticas (3,5) y cercanas (3,4).
Atendiendo las particularidades sociales de los sujetos encuestados (tabla 7), una vez más observamos que las mejores evaluaciones son para las voces masculinas (4,56 frente a 3,87) y las realizan las mujeres (4,20 frente a 4,01), los informantes mayores (4,20 frente a 4,15) y las personas con conocimientos en variación (4,50 frente a 4,06).
Las percepciones recogidas acerca de la región indican que las zonas en las que se utiliza la variedad castellana son bonitas (4,8), avanzadas (4,4), familiares (4,4) y divertidas (4,2), como se aprecia en el gráfico 8.
Sobre la cultura (gráfico 9), los informantes han determinado que su variedad es interesante (4,9), rica (4,5), cercana (4,4) e innovadora (3,8).
Si atendemos una vez más las particularidades sociales de los mallorquines encuestados (tabla 8), observamos que tanto en la valoración de la región como en la de la cultura reciben mejores valoraciones las voces masculinas (región: 4,66 frente a 4,39; y cultura: 4,68 frente a 4,25), que son los menos jóvenes (región: 4,58 frente a 4,44; y cultura: 4,53 frente a 4,35) y las mujeres (región: 4,54 frente a 4,36; y cultura: 4,46 frente a 4,33) las que mejor valoran la región y la cultura propias y que, aunque con poca diferencia, los informantes con formación geolectal hacen mejores evaluaciones (región: 4,51 frente a 4,51; y cultura: 4,63 frente a 4,37).
3.3. Identificación y valoración del resto de las variedades del español
En esta parte del trabajo se analizan los resultados relativos al grado de reconocimiento por parte de los sujetos del resto de variedades normativas del español y sobre la valoración que hacen de cada una de ellas. De este modo, se puede establecer una comparativa entre las percepciones que presentan los mallorquines hacia su propia variedad y hacia las variedades ajenas. En la tabla 9, puede observarse el índice de identificación de las variedades del español (distintas a la variedad castellana). Del total de 1120 audiciones consideradas en este apartado11, solo han sido reconocidas de forma exacta el 37% (415 casos) y de manera aproximada, el 22% (246 casos). El porcentaje más alto corresponde a la identificación errónea con el 37,6% (422 casos). Por último, el 3,4% (37 casos) no respondieron.
Identificación exacta | 415 | 37% |
Identificación errónea | 422 | 37,6% |
Identificación aproximada | 246 | 22% |
No contesta | 37 | 3,4% |
Total | 1120 | 100% |
Por tanto, no podemos hablar de una clara identificación de las variedades distintas al castellano. La tabla 10, por su parte, establece diferencias en la identificación de variedades entre los hombres y mujeres de la muestra, las distintas edades y estudiantes con/sin conocimientos dialectales. Los resultados sugieren que la identificación exacta se produce en mayor medida entre los hombres (38,1%, 80 casos, frente a 36,9%, 336 casos), los estudiantes sin formación dialectal (37,3%, 313 casos, frente a 36,4%, 102 casos)12 y entre los mayores de 20 años (37,3%, 193 casos, frente a 36,9%, 222 casos).
En cuanto a la variedad más claramente reconocida por los jóvenes mallorquines (gráfico 10), con 80,6% de acierto, ha sido la rioplatense (129 casos). También son muy reconocidas las otras variedades españolas distintas al castellano (andaluza: 56,8%, 91 casos; y canaria: 37,5%, 60 casos). Algo más bajas son las identificaciones de las variedades mexicana (27,5%, 44 casos), la andina (26,8%, 43 casos) y la caribeña (25%, 40 casos). La variedad menos reconocida en el caso de los jóvenes mallorquines es, claramente, la chilena (4,3%, 8 casos).
Si nos centramos en las valoraciones generales que hacen los jóvenes universitarios mallorquines sobre las demás variedades, observamos que todas reciben una buena puntuación (por encima de 3) y que no existen diferencias demasiado marcadas entre la valoración que se hace de cada variedad. A partir del total de respuestas obtenidas, vemos que las variedades más estimadas son la chilena (4,07), la caribeña (3,99) y la rioplatense (3,91). Le siguen la canaria (3,84), la mexicana (3,77) y la andaluza (3,72). Y la menos valorada es la andina (3,5). Del mismo modo que ocurría con la variedad castellana, en todos los casos los encuestados han valorado mejor el componente afectivo que el cognitivo.
Otra de las conclusiones que se extraen del gráfico 11 es que la valoración y el reconocimiento de las distintas variedades no van unidos, pues la variedad chilena fue la menos reconocida y, en cambio, es la más valorada. Si atendemos de forma más específica la valoración directa (gráfico 12), observamos diferencias entre las valoraciones de los aspectos cognitivos y afectivos que hacen los mallorquines encuestados.
El primer dato destacable es que todas las variedades distintas a la propia reciben una valoración favorable, sobre todo en los aspectos afectivos y también en los cognitivos. Desde un punto de vista afectivo, las variedades mejor valoradas son la chilena (4,06), la caribeña (3,96), la mexicana (3,88) y la rioplatense (3,87). Llama la atención que las variedades españolas distintas al castellano reciban las peores puntuaciones (canaria: 3,85; y andaluza: 3,76) junto a la andina (3,44), que es la menos valorada13. En el plano cognitivo, por otra parte, observamos que las valoraciones oscilan entre el 3,07 y el 3,57: chilena (3,57), caribeña (3,52), rioplatense (2,92), canaria (2,84), andaluza (2,68), mexicana (2,65) y andina (2,57).
Respecto a las valoraciones indirectas, basadas en las características socioculturales: puesto de trabajo, nivel de ingresos y nivel de estudios (Gráfico 13), se aprecia que las mejores puntuaciones se han asignado a la categoría “estudios” y, seguidamente (aunque con poca diferencia con la categoría “trabajo”) a la categoría “ingresos”.
Centrándonos en los estudios, las variedades con medias más altas serían, por este orden, la chilena (3,12), la caribeña y rioplatense (3,06) y la canaria (3,1). Y las peor valoradas, la andina (2,96), la andaluza (2,84) y la mexicana (2,77). A nivel de ingresos, los resultados son algo distintos, pues reciben mejores valoraciones, respecto a los estudios, las variedades caribeña (pasa a la primera posición) y canaria (por delante de la rioplatense): caribeña (2,02), chilena (2), canaria (1,94), rioplatense (1,93), andina (1,87), andaluza (1,84) y mexicana (1,76). Por último, en relación con el trabajo, los resultados son los siguientes: chilena (1,91), rioplatense (1,88), caribeña (1,84), canaria (1,82), andina (1,81), andaluza (1,69) y mexicana (1,66). Estos resultados coinciden principalmente con los de la categoría “estudios”. Del análisis del gráfico 13 se desprende también que la variedad peor valorada por los mallorquines en los tres niveles es la mexicana y que a esta le sigue una variedad española (la andaluza).
4. CONCLUSIONES
Tras el estudio, partiendo de los tres objetivos planteados al principio de este trabajo, podemos llegar a las siguientes conclusiones:
La mayor parte de los informantes mallorquines considera que existe un mejor español (62,5%). Esa variedad, que coincide con la propia de los encuestados (47,5%), es considerada el modelo más prestigioso y el irradiador de norma. De manera específica, han determinado que el modelo idiomático se sitúa en las grandes ciudades, principalmente en Madrid, o en zonas del centro norte peninsular. Son muy pocos los casos en los que se ha registrado Palma como la ciudad con un habla más prestigiosa. Otra parte nada desdeñable de la muestra, en cambio, ha explicado que para ellos no existe una variedad mejor (32,5%). Entre los argumentos presentados por este sector, destaca la idea de que todas las variedades forman parte de la misma lengua y que, en consecuencia, no se puede considerar que alguna sea mejor que otra y que el español de todas las zonas hispanohablantes es correcto siempre que se siga una serie de normas.
También se ha comprobado en esta investigación que existe un alto reconocimiento de la propia variedad entre los sujetos de la muestra (51,3%). Así pues, la mayoría de los informantes ha identificado correctamente su variedad en las grabaciones (la ha considerado “bastante igual” a la suya) y ha indicado que se trataba de la variedad castellana. No obstante, un número considerable de informantes ha identificado su variedad solo de manera aproximada, pues la asocian con “la española” (45,7%). Entre los rasgos del castellano mejor valorados por los sujetos se encuentran los fónicos del tipo “es muy claro”, “se entiende muy bien” o “es suave”. También se han destacado otros rasgos muy positivamente como su “cercanía”, su “familiaridad”, o su “sencillez”. Respecto a las valoraciones directas que ha recibido la propia variedad, cabe señalar las siguientes consideraciones: a) la valoración general de su propia variedad es buena, pues supera los 3 puntos (3,73); b) recibe mejor valoración la media cognitiva (especialmente en las categorías “clara” y “urbana”), que alcanza un 3,83 de media, frente a la afectiva (con puntuaciones más altas en las categorías “sencilla”, “agradable” y “cercana”) con una media de 3,62; y c) las mejores valoraciones directas provienen de los hombres (3,75 frente a 3,72), de los sujetos con formación dialectal (3,92 frente a 3,66), de los de entre 20 y 34 años (3,77 frente a 3,69) y del análisis de las voces masculinas (3,98 frente a 3,53). Por otro lado, las valoraciones indirectas de la variedad propia indican que: a) la mayoría piensa que la persona que habla en los audios tiene un trabajo “bien cualificado” (60%), unos “ingresos medios” (60,6%) y “estudios universitarios” (56,3%); b) las mejores puntuaciones se otorgan a las voces masculinas (2,97 frente a 2,45) y que las asignan las mujeres (2,68 frente a 2,67), los informantes mayores (2,75 frente a 2,62) y aquellos que tienen formación dialectal (2,99 frente a 2,58); y c) las personas que hablan la variedad castellana son “educadas” (4,8), “inteligentes” (4,5), “cultas” (4,5), “simpáticas” (3,5) y “cercanas” (3,4), las regiones que utilizan el castellano son “bonitas” (4,8), “avanzadas” (4,4), “familiares” (4,4) y “divertidas” (4,2) y la cultura asociada a la variedad es “interesante” (4,9), “rica” (4,5), “cercana” (4,4) e “innovadora” (3,8).
Por último, en cuanto a la identificación de las demás variedades y a la valoración que reciben por parte de los sujetos mallorquines, el análisis nos lleva a determinar que los encuestados no reconocen de forma exacta la mayor parte de las variedades del español (37%). La identificación exacta se produce principalmente entre los hombres (38,1% frente a 36,9%), los estudiantes sin formación dialectal (37,3% frente a 36,4%) y entre los mayores de 20 años (37,3% frente a 36,9%). Las variedades más claramente reconocidas por los jóvenes mallorquines son la rioplatense (80,6%), la andaluza (56,8%) y la canaria (37,5%). Además, podría considerarse que todas las variedades reciben una buena puntuación y que entre las variedades más estimadas se encuentran la chilena (4,07), la caribeña (3,99) y la rioplatense (3,91). Este último dato indica que la valoración y el reconocimiento de las distintas variedades del español no van unidos, pues la variedad chilena fue la menos reconocida y, en cambio, la más valorada. Al poner el foco en los distintos aspectos de la valoración directa, se observa que todas las variedades distintas a la propia reciben una valoración favorable en los aspectos afectivos y también en los aspectos cognitivos. Desde un punto de vista afectivo, las variedades mejor valoradas son la chilena (4,06), la caribeña (3,96), la mexicana (3,88) y la rioplatense (3,87). Llama la atención, como se ha explicado, que las variedades españolas distintas al castellano reciban las peores puntuaciones (canaria: 3,85; y andaluza: 3,76) junto a la andina (3,44), que es la menos valorada. En el plano cognitivo, por otra parte, reciben valoraciones siguientes: chilena (3,57), caribeña (3,52), rioplatense (2,92), canaria (2,84), andaluza (2,68), mexicana (2,65) y andina (2,57). Respecto a las valoraciones indirectas, se aprecia que las mejores puntuaciones (por este orden) se han asignado a la categoría “estudios”, a la categoría “ingresos” y a la categoría “trabajo”. En los estudios, las variedades con medias más altas son la chilena (3,12), la caribeña y rioplatense (3,06) y la canaria (3,1). Y las peor valoradas son la andina (2,96), la andaluza (2,84) y la mexicana (2,77). A nivel de ingresos, los resultados son algo distintos, pues reciben mejores valoraciones, respecto a los estudios, las variedades caribeña (pasa a la primera posición) y canaria (por delante de la rioplatense): caribeña (2,02), chilena (2), canaria (1,94), rioplatense (1,93), andina (1,87), andaluza (1,84) y mexicana (1,76). Por último, en relación con el trabajo, los resultados son los siguientes: chilena (1,91), rioplatense (1,88), caribeña (1,84), canaria (1,82), andina (1,81), andaluza (1,69) y mexicana (1,66). Estos resultados coinciden principalmente con los de la categoría “estudios”. Del análisis de las valoraciones indirectas se desprende, además, que la variedad peor valorada por los mallorquines en los tres niveles es la mexicana y que a esta le sigue una variedad española (la andaluza).
Para finalizar, nos gustaría señalar el carácter parcial del trabajo aquí presentado, pues el tipo y cantidad de la muestra no nos permite llegar a conclusiones definitivas respecto a las percepciones de los mallorquines hacia las diferentes variedades del español. Por esa razón, será necesario complementar este estudio con algunos otros para la obtención de resultados a partir de una muestra sociológicamente representativa